Cómo se forjó el partido más revolucionario de la historia

La conocida frase de que la historia la escriben los vencedores, es capaz de expresar en pocas palabras que un mismo hecho histórico no solo puede ser interpretado de formas totalmente opuestas, sino que quienes tienen el poder siempre intentan extraer conclusiones de los acontecimientos para el mantenimiento de sus intereses y privilegios. Por ello, la historia del partido que llevó por primera vez a la clase obrera al poder, iniciando la construcción de una nueva sociedad con formas de propiedad y planificación de la economía nunca antes conocidas, no solo ha llenado miles de páginas en libros y revistas, sino que es objeto de opuestas interpretaciones.

En este caso, el factor que decide el carácter del libro que presentamos, es el compromiso revolucionario de su autor. En palabras de Alan Woods “la obra presente, a diferencia de la mayoría que tratan este tema, no parte del punto de vista de que las revoluciones solo pertenecen al pasado”.

Dicho de otra forma, Alan Woods parte del punto de vista de que las revoluciones, lejos de pertenecer al pasado, se desarrollan delante de nuestros ojos como en el caso de Venezuela, Bolivia, Argentina... Así, a lo largo de las más de 700 páginas de este libro no asistimos a una fría descripción académica de fechas, nombres y acontecimientos, sino que conocemos la lucha consciente, sacrificada e inagotable de un grupo de hombres y mujeres que fueron capaces de construir el instrumento a través del cual la clase obrera rusa, arrastrando tras de sí al campesinado pobre, pudo tomar el poder para iniciar la construcción de un mundo mejor.

El autor tiene una clara y franca intención de influir en sus lectores. No es imparcial ni desinteresado. No escribe “por amor al arte”. Quiere inspirarnos, animarnos a continuar la tarea iniciada por los bolcheviques y desarrollar el partido que nos permita transformar la sociedad.

La interpretación burguesa de la historia

La extraordinaria victoria del proletariado ruso en 1917 fue una amarga lección para el capitalismo mundial, cuyas consecuencias en la lucha de clases persisten aún hoy.

Cuando la consigna bolchevique ¡Todo el poder a los soviets! se hizo realidad en Octubre de 1917, la construcción del socialismo dejaba de ser una posibilidad para convertirse en una realidad que inspiró a millones de trabajadores en todos los países del mundo durante décadas. Si una sociedad sin propiedad privada, sin banqueros y empresarios era posible en la atrasada Rusia heredada del zarismo, ¿por qué no en el resto de Europa o América, Asia o África? Distorsionar, manipular, falsificar la historia de la Revolución Rusa y del partido que encabezó la lucha de los obreros y campesinos es por tanto una necesidad ideológica vital para el capitalismo.

De hecho, la historiografía burguesa abunda en estudios acerca del carácter sangriento y totalitario de Lenin y los bolcheviques, donde nos presentan la Revolución de Octubre como un golpe de Estado y los procesos revolucionarios en general como el reino de la anarquía y la violencia. Es evidente que los representantes de la burguesía y el capital no pueden defender a la clase obrera o al socialismo, pero no se trata solo de eso. Se presentan ante nosotros como historiadores objetivos que solo pretenden transmitirnos verdades, sin intentar influir en nuestra visión del mundo y la sociedad, y, por su puesto, sin defender intereses de clase concretos.

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La extraordinaria victoria del proletariado ruso en 1917 fue una amarga lección para el capitalismo mundial, cuyas consecuencias en la lucha de clases persisten aún hoy. 


Stéphane Courtois, destacado representante de esta tendencia historiográfica, conocido por obras como el Libro negro del comunismo, nos explica en un artículo titulado Lenin, el revolucionario sin piedad, que  “... fue Lenin el inventor del primer movimiento totalitario, el partido bolchevique. Tras haberse hecho con el poder en Rusia el 7 de noviembre de 1917, creó el primer régimen totalitario, modelo de todos los regímenes comunistas y, también, de Mussolini, Hitler e, incluso hoy, de algunos islamistas radicales”. El traductor de dicho artículo al castellano, José María Solé, igualmente imbuido de ese espíritu rabiosamente anticomunista, recomienda a su vez una biografía titulada Lenin escrita por Berryl Williams, de la que destaca que “...se alababa su ascetismo, pero se ocultaba su implacable dureza; se veneraba su absoluta entrega a la revolución, pero se callaba su indiferencia ante el sufrimiento y la muerte de millones de seres”. Lo que ninguno de los dos explica es que al igual que Lenin, ellos también nacieron en una sociedad dividida en clases donde la neutralidad no existe y todos expresamos un punto de vista de clase. Lenin, como todos los bolcheviques, quería acabar con el capitalismo para terminar con la injusticia y la explotación de los seres humanos, para construir un mundo más libre. Sin embargo, los señores Courtois, Solé, Williams y compañía defienden activamente una sociedad que permite que dos terceras partes de la humanidad vivan en condiciones propias de bestias y no de seres humanos racionales e inteligentes.

En el libro, Alan Woods dedica un espacio importante a desmentir nuevamente esa terrible y envenenada mentira, difundida una y otra vez en los medios de comunicación de masas burgueses, que considera el leninismo, el bolchevismo y el comunismo iguales al estalinismo.

La falsificación estalinista

A lo largo de todo el libro el autor hace múltiples referencias a la voluminosa Istoriya KPSS (Historia del PCUS), publicada en la URSS bajo el régimen de Nikita Jrushchov a finales de la década de 1950. Esta fuente histórica, que rezuma de arquetipos propagandísticos del estalinismo, contrasta con los escritos de Krúpskaya, Lenin, Trotsky, las actas del propio partido o los periódicos Iskra o Sotsial Demokrat.

Alan Woods afirma tajantemente que “el Estado obrero establecido por Lenin y Trotsky en Octubre de 1917 no tenía nada en común con la monstruosidad burocrática totalitaria que presidieron Stalin y sus sucesores”. Tan es así que la camarilla burocrática encabezada por Stalin tuvo que aniquilar físicamente a los dirigentes de la Revolución de Octubre.

En 1939, del Comité Central bolchevique de 1917, solo quedaban tres miembros vivos: Stalin, Trotsky y Alexandra Kollontái. Los demás, aparte de Lenin y Sverdlov, que murieron de muerte natural, fueron ejecutados por la burocracia o llevados al suicidio. La transformación del régimen democrático surgido de la victoria de los sóviets en un régimen totalitario y burocrático necesitó, no solo del exterminio de los más destacados dirigentes bolcheviques, sino de la distorsión y falsificación de la historia del partido, de la historia de la revolución y de la propia teoría marxista.

De hecho la versión estalinista nos muestra un partido monolítico, sin cambios desde que nace hasta que madura, dirigido por jefes infalibles que nunca se equivocaron o cometieron errores. Obviamente existía un claro interés en esta interpretación: la burocracia necesitaba una historia del bolchevismo que le permitiera perpetuarse en el poder y justificar su posición dominante arropándose con la autoridad del viejo partido leninista.

El partido no es una burbuja aislada de la sociedad

La historia del partido bolchevique no está exenta de errores y desaciertos. En ocasiones se equivocó en la táctica electoral o tuvo que neutralizar las tendencias colaboracionistas con la burguesía de sus diputados en la Duma. Además, toda la historia de la organización esta recorrida por intensos debates ideológicos.

Una de las aportaciones más valiosas de este libro es que nos muestra al partido revolucionario no como una burbuja de cristal aislada de la sociedad. Por el contrario, el partido aparece como la parte más consciente de nuestra clase, la más avanzada, armada con la teoría y la experiencia de la historia del movimiento obrero, de sus triunfos y sus derrotas.

La historia real del bolchevismo es la negación de la visión dogmática de la sociedad y del partido revolucionario, visión que pretende convertir el marxismo en un libro de recetas acabado donde se encuentran todas las fórmulas que la lucha de clases pueda demandar. Lejos de ello, el marxismo y la construcción del partido son un proceso vivo en el que los diferentes acontecimientos de la lucha de clases necesitan de una orientación concreta que permita unir la experiencia cotidiana de la clase obrera con la tarea de la revolución socialista. Es inevitable que una tarea de estas características provoque polémicas y errores.

Sin embargo, los errores tácticos, inclusos algunos de gran calado, fueron corregidos y superados, y no llegaron nunca a estrangular al partido. Ello fue posible gracias no solo al indiscutible talento político y la honestidad de Lenin, sino también a las bases sólidas sobre las que el partido se construyó durante décadas: un prolijo y permanente cuidado del aspecto teórico e ideológico basado en el marxismo y una firme política de independencia de clase, confiando solo en la fuerza y capacidad de la clase obrera. Trotsky explica que el viraje que experimenta el partido bolchevique en 1917, gracias a las Tesis de Abril de Lenin y que sitúa la tarea de la revolución socialista en el primer punto del orden del día del bolchevismo, es posible gracias a la composición y educación de la militancia bolchevique. Las firmes y profundas raíces entre el movimiento obrero, los dirigentes de fábricas y barriadas proletarias, la lucha contra la política de colaboración de clases practicada por el resto de las tendencias reformistas del movimiento obrero, la denuncia de la burguesía liberal caracterizada como un sector más de la contrarrevolución, permitieron una rápida compresión de las tareas a las que el partido se enfrentaba en 1917, tareas que lejos de contradecir la experiencia acumulada durante décadas, la reafirmaba.

Este libro explica que la historia del bolchevismo es, en definitiva, la historia de la clase obrera y, la historia de la clase obrera es la crónica de la lucha por su emancipación.

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Este artículo ha sido publicado en la revista Marxismo Hoy número 12. Puedes acceder aquí a todo el contenido de esta revista. 

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