Franz Mehring fue de los pocos dirigentes del partido socialdemócrata alemán (SPD) que se opuso a apoyar a su gobierno durante la I Guerra Mundial y se adhirió a la Liga Espartaquista de Rosa Luxemburgo, quién dijo de él: "Hoy que las inteligencias de origen burgués nos traicionan y desertan (...) podemos verlos marchar con una sonrisa de desprecio y decirles: ¡idos en buena hora! ¿Que nos importa que os vayáis, si le hemos arrancado a la burguesía alemana lo último y mejor que le quedaba de espíritu, talento y carácter: a Franz Mehring?".

Mehring luchó durante toda su vida contra la concepción idealista de la historia. La burguesía alemana de finales del siglo XIX y principios del XX llegó tarde al desarrollo industrial que para entonces habían alcanzado Inglaterra y Francia, pero el terror hacia el joven proletariado que ya despuntaba con sus reivindicaciones independientes empujaba, una y otra vez, a la burguesía en brazos de la nobleza y los terratenientes dejando incompletas sus tareas históricas.
Esta situación se reflejaba en los conceptos filosóficos que los profesores y demás teóricos burgueses derramaban a raudales para justificar el dominio del capitalismo y demostrar que era el culmen de la humanidad y que no existía un sistema económico ni social superior. Esta batalla ideológica entre los defensores del capitalismo y los marxistas, se daba en aquella época en el terreno de la filosofía.

La lucha frente al idealismo

Mehring explica que la historia de la humanidad no es una mera sucesión de fechas, de batallas o de decisiones personales, de tal rey o príncipe. Apoyándose en los estudios de Marx y Engels desarma esta concepción histórica a través del hecho tan sencillo, pero escondido, de que el hombre, antes de dedicarse a la política, a la religión, a la guerra o al estudio ha de tener sus necesidades básicas satisfechas y que, por tanto, el desarrollo de los medios de producción alcanzado por un pueblo o una nación constituye los cimientos sobre los que se desarrollan los Estados, las concepciones jurídicas, el arte e incluso las representaciones religiosas. Es de este desarrollo material de donde salen las "ideas" y no al contrario.
Combate el concepto "vulgar" que se asocia a la palabra materialismo: "Por materialismo el filisteo entiende todos aquellos sucios pecados a los cuales él mismo se entrega en secreto, y por idealismo, entiende la creencia en la virtud, en el amor generalizado y en general en un mundo mejor, de lo que fanfarronea ante los demás y en lo que él mismo sólo cree mientras sufre los remordimientos o la bancarrota que le provocan sus excesos ‘materialistas".
El materialismo dialéctico, que aplicado a la investigación del proceso de desarrollo de la humanidad se conoce como materialismo histórico, no es un sistema cerrado coronado por una verdad definitiva, es el método científico de análisis de la realidad. El hombre vive también en la sociedad, y es en ella donde encuentra las palancas, determinadas por el desarrollo de las fuerzas productivas en cada momento dado, para conseguir sus objetivos. Los griegos, por ejemplo, desarrollaron una máquina de vapor, pero para ellos sólo era un juguete, su economía basada en la esclavitud no necesitaba de máquinas.
En definitiva, el espíritu humano no está por encima del desarrollo histórico de la humanidad, surgió de la producción material en ella y con ella.

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