Las elecciones federales en Alemania del pasado 26 de septiembre se celebraron en un contexto de creciente polarización social y de ataques contra las condiciones de vida de la clase trabajadora. El último período ha estado especialmente marcado por la respuesta del Gobierno a la Covid19: un paquete de rescate sin precedentes – 360 mil millones de euros – que no ha frenado las privatizaciones ni cierres de hospitales, sino que ha ido a parar a los bolsillos de unos pocos.

Mientras que la riqueza de los grandes empresario alemanes (los jefes de Aldi, Lidl, BMW, Kühne+Nagel,...) ha pasado de 500 a 595 mil millones de dólares entre 2019 y 2020, más de un millón de personas han perdido sus puestos de trabajo en el mismo año. Son datos que arrojan mucha luz para entender un desenlace electoral marcado por la debacle de la derecha.

La CDU/CSU obtiene los peores resultados de su historia

Tanto en la campaña electoral como finalmente en los resultados se ha expresado esta creciente polarización social. La derecha demonizó cualquier reforma social, por ínfima que fuera, como una "maquinación comunista", e impulsó iniciativas furibundas contra el "socialismo climático" de los Verdes. La propia CDU editó pegatinas al final de la campaña erigiéndose como garante frente a una "alianza de izquierdas". Nada de esto impidió el hundimiento de la CDU/CSU y un retroceso global de los partidos de la derecha, que pasaron del 56,2% de los votos al 45,9%, casi 11 puntos.

La CDU/CSU obtuvo los peores resultados de su historia, perdiendo 4.143.538 votos respecto a las elecciones de 2017, con un total de 11.173.806 votos; una perdida de casi 9 puntos, pasando de un 32,93% al 24,07%. Paralelamente, los liberales del FDP incrementaron pírricamente sus votos en 317.111 (5.316.560 votos en total) - menos de un punto - pasando de un 10,75% a un 11,45%.

Muy interesante es que la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD) no recogió dicha caída, sino que perdió también 1.076.018 votos, alcanzando un total de 4.802.097: una bajada de más de 2 puntos pasando del 12,64% en 2017 a un 10,35% de los votos. Su grupo parlamentario se ve reducido, pero 13 de sus nuevos diputados tienen estrechos vínculos con grupos abiertamente nazis. 

El grueso de los votos de la CDU/CSU fueron a parar al SPD (1.530.000 netos) y a los Verdes (920.000 netos). Estos desastrosos resultados ya han abierto una crisis en el seno de la CDU/CSU. Al tiempo que el líder de la CDU - Armin Laschet - planteaba que aspiraba a formar parte del nuevo ejecutivo, su socio de la CSU - Markus Söder   pedía al SPD que formara gobierno, dando por hecho que ellos no estarían incluidos en él.

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La CDU/CSU obtuvo los peores resultados de su historia. Muy interesante es que la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD) no recogió dicha caída, sino que perdió votos.

Markus Söder, dejaba claro con estas declaraciones, no sólo la profundización de las divisiones en el seno de la CDU/CSU, sino también su intención de disputar a Laschet la dirección del grupo parlamentario. Söder representa un ala más nacionalista y derechista que Merkel y su sucesor Laschet, especialmente en lo que respecta a la cuestión de la guerra y la migración. Se trata de un reflejo de la agudización del proceso de polarización por la derecha dentro de la derecha tradicional. 

Los Verdes y el SPD capitalizan el descontento social

Los grandes vencedores fueron tanto el SPD como los Verdes, que obtuvieron 11.949.374 y 6.847.742 votos respectivamente: un incremento conjuntamente de más de cinco millones de votos. Su porcentaje de voto pasó desde el 29,4% al 40,5% de los votos.

Un incremento que fue especialmente significativo para Los Verdes, con 2.689.342 votos más y casi 6 puntos, pasando de un 8,94% a un 14,75%: el mejor resultado de su historia. Sin duda, a pesar de su enfoque verde-capitalista, han logrado canalizar una parte del descontento y el giro a la izquierda que se ha dado especialmente entre la juventud. Han sido la primera fuerza entre los menores de 25 años, con el 23% de los votos.

El aumento fue especialmente marcado para los Verdes, que obtuvieron el mejor resultado de su historia con 2.689.342 votos y casi 6 puntos porcentuales, pasando del 8,94 % al 14,75 %. En el caso del SPD el incrementó fue de 2.409.993 votos, pasando de un 20,51% a un 25,74%, poco más de 5 puntos. La dirección del SPD ha estado plenamente involucrada en las políticas antisociales de la mano de la CDU, desde mucho antes de Merkel. Pero aún así no ha tenido inconveniente en impulsar una campaña demagógica en torno a demandas sociales muy sentidas como la "abolición" de los planes Hartz IV, un salario mínimo de 12 euros y la reintroducción de un impuesto sobre el patrimonio que gravará a las grandes fortunas.

Es evidente que esta campaña ha tenido efecto entre sectores acomodados de la clase trabajadora y entre las capas medias. Pero también hay que decir que a pesar del incremento, estos resultados quedan muy lejos del 35 y 40% de los votos que obtenían antes de 2009 y de que la introducción de las contrarreformas Hartz[1] a principios del siglo XXI marcaran el comienzo de su declive. Estos son los terceros peores resultados de su historia.

Sobra decir que bajo el liderazgo de Olaf Scholz, el SPD no pondrá en cuestión los fundamentos de las políticas capitalistas neoliberales impulsadas durante los últimos 8 años por Merkel y sus socios socialdemócratas. Este candidato tiene un historial muy gráfico al respecto de lo que defiende: en uno de sus primeros actos como Ministro de Finanzas del último Gobierno Merkel incorporó a su equipo al director en Alemania de Goldman Sachs. Recientemente, se ha visto salpicado por el escándalo de corrupción CumEx que estalló durante la propia campaña.

DIE LINKE paga el precio por abandonar un programa de clase y anticapitalista

Los resultados desastrosos de DIE LINKE son la consecuencia de una política que ha abandonado la lucha en las calles para centrarse en el mero juego parlamentario, y de su mimetización con el SPD y Los Verdes. Nos encontramos ante la confirmación de la crisis de la nueva izquierda reformista. Igual que ha ocurrido con UP en el Estado español o Syriza en Grecia, estas formaciones han frustrado las expectativas de millones de jóvenes, trabajadores y capas medias que han girado a la izquierda en el último período. En vez de aprovechar todas las oportunidades, levantar una genuina alternativa anticapitalista y defenderla en las calles, han renunciado completamente a ella y aceptado la lógica del sistema.

Muy interesante en este sentido ha sido el referéndum consultivo celebrado en Berlín el mismo día de las elecciones para expropiar a todas las grandes empresas inmobiliarias que posean más de 3.000 pisos. Al tiempo que se producían estos desastrosos resultados para DIE LINKE, en Berlín, unos de sus principales feudos, el 56,1% votaba por la expropiación. Sin embargo, DIE LINKE perdía en Berlín más de 7 puntos en las elecciones federales. ¿Cómo puede ser? 

El papel de DIE LINKE en diferentes gobiernos regionales o de grandes ciudades como Berlín, sometiéndose a la lógica capitalista, e impulsando políticas de recortes y privatizaciones, ha pesado enormemente. En Berlín, a principios de este año, privatizaron el S-Bahn (Metro), y en Bremen, el pasado mes de noviembre, aprobaron una legislación policial draconiana contra los movimientos sociales. Hay muchos otros ejemplos de su renuncia, pero la línea que une todos ellos es la rebaja continua del programa para no molestar al SPD, como han hecho al negarse a defender la abolición del programa de contrarreformas Hartz IV, o como se ha visto también con su participación en la campaña pública que lanzó la derecha contra la huelga de los ferroviarios. ¿Es así como DIE LINKE quiere influir y ganar a las capas más militantes de la clase obrera? 

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Los resultados desastrosos de DIE LINKE son la consecuencia de una política que ha abandonado la lucha en las calles para centrarse en el mero juego parlamentario.

Sus mayores retrocesos se producen además desde hace años en el Este, dejando espacio para el avance de la demagogia ultraderechista de AfD. En el Estado de Turingia, por ejemplo, donde ha encabezado un Gobierno de izquierdas que ha planteado despidos en numerosos servicios públicos, su declive ha sido contundente. En 2009, antes de llegar al Gobierno, el partido recibió 354.875 votos; en 2021, 144,676, ¡perdiendo casi dos tercios de los votos! En este Estado la AfD ha sido el partido más votado con un 24% de los votos, cuando en 2013 únicamente obtenía un 6,8%. DIE LINKE ha pasado de un 23,4% al 11,4% de los votos.

El capitalismo alemán en crisis - ¡Hay que levantar una alternativa revolucionaria!

 El capitalismo alemán, como en el resto del mundo, sufre una profunda crisis. Los últimos años, bajo los Gobiernos de unidad nacional entre la CDU y el SPD, han traído recortes salvajes para la clase trabajadora y los desempleados. En septiembre, la inflación se situó en el 4,1%, pudiendo acabar el año en el 5%. Mientras que las tarifas Hartz[2] han aumentado un 11,8% desde 2015, los precios del diésel, las patatas, las frutas y las verduras han aumentado más del 20%. Ahora, el impuesto establecido al CO2 impulsará esta espiral ascendente de los precios empobreciendo aún más a la clase trabajadora y los sectores más pobres de la sociedad.

La formación de un nuevo Gobierno se antoja complicada. Una nueva coalición entre el SPD y la CDU/CSU agravaría la crisis de los partidos del establishment, que han obtenido los peores resultados de su historia, situándose por primera vez desde 1949 por debajo del 50% de los votos conjuntamente. Mientras entre los menores de 25 años el voto a Los Verdes y a DIE LINKE alcanzó conjuntamente el 31% de los votos, entre el SPD y la CDU/CSU se quedó en el 25%. En sentido contrario el 35% y el 38% de los mayores de 70 años votaron por el SPD y la CDU/CSU. Un claro reflejo de la crisis de ambos partidos.

Por otro lado, una colación entre el SPD, los Verdes y el FDP se verá sometida a constantes tensiones y contradicciones, especialmente teniendo en cuenta el programa ultraliberal del FDP, que ha llegado a plantear la privatización completa de las pensiones y su sustitución por inversiones en el mercado de valores o en el mercado inmobiliario.

Cualquiera de las coaliciones que puedan emerger de estas elecciones ejecutará ataques sociales, ya que, entre otras cosas, habrá que pagar una abultada deuda pública que se incrementó en un 18,1% hasta los 1.403.500 millones de euros en 2020, con el fin de proteger las ganancias del gran capital financiero e industrial alemán. Y todo esto en un contexto internacional de retrocesos para el capitalismo alemán, en medio de la dura pugna por la hegemonía mundial entre China y EE.UU.

La situación política ofrece y ofrecerá oportunidades a la clase trabajadora. Las fuerzas de la clase dominante están cada vez más divididas, y existe un creciente sentimiento anticapitalista y una enorme rabia contra una creciente desigualdad cada vez más lacerante. El resultado del referéndum en Berlín a favor de la expropiación y la nacionalización es un buen ejemplo de ello. Si DIE LINKE hubiera defendido un programa socialista, si se hubiera involucrado e impulsado las luchas de los movimientos sociales, como la huelga de ferroviarios y el referéndum en Berlín, y si no hubiera aplicado la lógica capitalista de recortes y privatizaciones allí donde se ha sentado en un Gobierno, sin duda habría avanzado electoralmente.

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Es necesario sacar las conclusiones correctas, levantar una alternativa revolucionaria anticapitalista, y luchar consecuentemente en las calles por imponerla mediante la lucha.

Es necesario sacar las conclusiones correctas, levantar una alternativa revolucionaria anticapitalista, y luchar consecuentemente en las calles por imponerla mediante la lucha. Lucha con nosotros por un movimiento de las y los trabajadores y los jóvenes en defensa del socialismo. ¡Organízate y únete a Offensiv!

 

[1]  2 Plan de contrarreformas y privatizaciones introducidas por el Gobierno roji-verde de Schroeder a comienzos del siglo XXI, que redujeron drásticamente las ayudas por desempleo

[2]   Que actualizan el incremento de los subsidios.

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