El Sinn Féin (SF) ha sido el partido más votado en las elecciones autonómicas de Irlanda del Norte celebradas el pasado jueves 5 de mayo, con un 29% de los votos y 27 diputados. Esta victoria ha supuesto un auténtico terremoto político.

Por primera vez en la historia desde que en 1921 el imperialismo británico partiera la isla y mantuviera bajo su dominio el norte, un partido republicano nacionalista irlandés ha ganado unos comicios en Irlanda del Norte.

El Sinn Féin ha conseguido vencer en estas elecciones colocando en primer plano los problemas sociales y la situación a la que se enfrentan las familias de la clase obrera. Su campaña electoral ha estado presidida por un discurso dirigido contra la pobreza y la desigualdad, en defensa de la sanidad y la educación pública, en el acceso a la vivienda, mejora de los transportes… Planteando impuestos a los más ricos, reivindicando un cambio social y un futuro digno para la juventud. Estos argumentos han conectado y fortalecido su base social a la izquierda.

Con estos mismos planteamientos, el SF también se alzó por primera vez con la victoria en las elecciones generales de la República de Irlanda en febrero del 2020, aglutinando gran parte del malestar existente en el sur por las políticas de austeridad y precariedad. La movilización del voto de la clase trabajadora, especialmente entre la juventud,  derrotó a los partidos tradicionales de la derecha Fine Gael (FG) y Fianna Fáil (FF), que habían estado alternándose en el poder durante 90 años, aunque finalmente el Gobierno que se constituyó, tras meses de negociaciones, fue una coalición entre FG, FF y el Green Party (GP).

Ya en las elecciones autonómicas de Irlanda del Norte en 2017 el Sin Féin se colocó como segunda fuerza política, por detrás del Partido Unionista Democrático (DUP), por apenas 1.168 votos de diferencia (un 0,2%).

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El Sinn Féin ha conseguido vencer en estas elecciones colocando en primer plano los problemas sociales y la situación a la que se enfrentan las familias de la clase obrera. 


Hay un profundo descontento social que se viene acumulando entre la clase obrera y la juventud en todo el continente europeo. Es evidente que la cuestión nacional en Irlanda del Norte sigue siendo, también en estas elecciones autonómicas, un elemento clave y determinante que condiciona la vida política en esta comunidad, pero esta tendencia ascendente del SF con un discurso en el que los aspectos sociales han jugado un especial protagonismo, muestran que esa rabia entre los oprimidos que recorre Europa también está muy presente en Irlanda del Norte y que las cuestiones de clase pugnan por cobrar cada vez más protagonismo. 

El unionismo redobla su discurso de odio sectario

El claro perdedor de estas elecciones ha sido el unionismo reaccionario. El DUP (Partido Unionista Democrático), que ha sido la principal fuerza desde 2003, ha perdido tres escaños y más de 40 mil votos respecto a las anteriores elecciones en 2017 (pasa de tener el 28,1% al 21,3%de los votos). El partido conservador lealista UUP (Partido Unionista de Ulster) que fue hegemónico en Irlanda del Norte desde 1921 a 2003, tampoco se ha beneficiado de esta caída y continúa con su descenso histórico perdiendo un escaño y 7 mil votos (del 12,9% al 11,2%).

La pérdida de votos del unionismo ha sido canalizada en parte por el partido liberal Alliance, que oficialmente se declara “neutral frente a la división entre nacionalistas y unionistas”. Esta formación que se opuso al Brexit y se da un cariz progresista defendiendo los derechos LGTB, el derecho al aborto y ante la inmigración, se ha situado en tercer lugar con el 13,5% de los votos, ganando 9 escaños, con 17 en total.

Aunque varios medios y analistas insisten en explicar el resultado de estas elecciones en base a la división del unionismo o el auge demográfico en la descendencia católica, la realidad es que las causas fundamentales que lo explican están directamente relacionadas con la crisis que atraviesa el capitalismo británico, y las políticas de los conservadores en Londres y Belfast.

El golpe sufrido por el unionismo reaccionario y la histeria provocada, están muy bien resumidos en los comentarios del analista Lewis Goodall de la BBC: “Sinn Féin, un partido nacionalista, ha encabezado las elecciones. Eso nunca había sucedido antes en los 101 años de historia de la existencia de Irlanda del Norte. Irlanda del Norte fue literalmente diseñada, sus fronteras fueron diseñadas para que eso no sucediera, para que hubiera una mayoría unionista asegurada”.[i]

Los partidos unionistas, con el DUP al frente, han intentado con su discurso agitar el miedo sectario entre la base protestante denunciando que la continuidad de Irlanda del Norte como parte del Reino Unido está amenazada. Se trata de su maniobra habitual para intentar aglutinar en torno a este punto al electorado protestante y desviar la atención de las políticas de recortes sociales que han impuesto en Irlanda del Norte y han apoyado en Londres. 

En ese sentido el caballo de batalla ha sido la denuncia del protocolo del Brexit, que coloca la frontera entre Reino Unido y la Unión Europea (UE) en el mar de Irlanda, es decir, considera comercialmente toda la isla como una unidad. Los unionistas exigen al Gobierno de Londres que rompa este acuerdo o que sea modificado sustancialmente. El DUP y el UUP vociferan contra este protocolo y claman a los cuatro vientos que la unidad aduanera de la República de Irlanda e Irlanda del Norte ante la UE es una grave amenaza para que Irlanda del Norte siga siendo parte integrante del Reino Unido.

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El caballo de batalla de los partidos unionistas ha sido la denuncia del protocolo del Brexit, que coloca la frontera entre Reino Unido y la Unión Europea (UE) en el mar de Irlanda. 


De hecho, este es el eje de gran parte de la actividad de los unionistas lealistas desde hace muchos meses. Estos han clamado al cielo por “la traición” de Johnson, dimitieron del Gobierno en febrero y forzaron elecciones anticipadas, exigiendo un Brexit total.

Para cumplir con sus objetivos, han llevado a cabo todo tipo de acciones violentas en un intento de provocar una espiral de enfrentamientos sectarios y que estos sean el centro de atención.

A principios de abril del 2021 hubo una oleada de disturbios y ataques organizados por los grupos paramilitares unionistas lealistas -la UVF (Fuerza Voluntaria del Ulster), la UDA (Asociación en Defensa del Ulster), el Comando de la Mano Roja, etc.- contra el protocolo Brexit. Amenazaron de muerte a trabajadores portuarios y atacaron los barrios católicos con explosivos y piedras, etc.

Cuando la juventud republicana respondió para defenderse de estos ataques se encontraron con la represión policial. Estos grupos paramilitares instigados por fuerzas unionistas y que actúan impunemente, han estado muy presentes en estas elecciones, donde agredieron a la candidata del partido People Before Profit y a la candidata del SDLP (socialdemócrata) entre otra serie de ataques.

En el pasado los unionistas pudieron garantizar ciertas condiciones de vida a la población protestante, frente a la población católica históricamente más empobrecida. Pero la crisis capitalista ha extendido la pobreza bruscamente entre las masas trabajadoras protestantes durante la década pasada. Los unionistas hacen todo lo posible para desviar la rabia, el sentimiento de abandono y el desamparo que siente la juventud protestante hacia el sectarismo más histérico usando los grupos paramilitares para evitar que esta rabia se dirija contra sus propios opresores, los capitalistas.

La estabilidad política pende de un hilo en Irlanda del Norte

El líder del DUP, Jeffrey Johanson, ha declarado que va a impedir la formación del nuevo Gobierno. Y aunque haya sido el perdedor puede cumplir la amenaza gracias a que el Acuerdo de Viernes Santo de 1998 dejó la llave para la formación del Gobierno en manos de los unionistas. Este acuerdo estableció la regla de la “doble mayoría” entre las comunidades, es decir, la asamblea legislativa de Irlanda del Norte debe formarse conjuntamente con las dos principales fuerzas de los republicanos y los unionistas. El puesto de ministro principal debe ocuparlo el partido más votado y el de viceministro principal, el segundo. Y solo se puede gobernar de modo conjunto. La frágil estabilidad política en Irlanda del Norte está claramente amenazada y las próximas semanas serán claves. 

A pesar de que el ministro británico para Irlanda del Norte, Brandon Lewis, veinticuatro horas antes de que acabara la campaña electoral, admitía en la cadena ITV que Downing Street ha retirado de su programa de Gobierno la idea de desmontar unilateralmente las partes más polémicas del protocolo Brexit, un Boris Johnson acorralado y debilitado por los escándalos y las derrotas electorales de los tories[ii], en su desesperación por buscar apoyos y por desviar la atención, ha amenazado a la Unión Europea con romper el acuerdo en la apertura del año político.

La política del DUP y esta nueva huida hacia delante de Boris Johnson para intentar “salvar su cuello”, suponen un duro golpe para el delicado equilibrio político existente en Irlanda del Norte que ya pende de un hilo. La mayoría de la población, tanto católica como protestante, es consciente de las nefastas consecuencias que tendría para la convivencia levantar la frontera terrestre entre norte y el sur de Irlanda. Desestabilizar la zona también preocupa a los grandes empresarios, que en una carta han instado a Johnson a no tomar ninguna acción unilateral.

Al mismo tiempo los resultados electorales en Irlanda del Norte y las consecuencias que ya están teniendo añaden mayor inestabilidad al propio Gobierno británico e incrementa las divisiones en el seno de la clase dominante de Reino Unido.

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Desestabilizar la zona también preocupa a los grandes empresarios, que en una carta han instado a Johnson a no tomar ninguna acción unilateral.


La cuestión nacional entra en una nueva fase. La única alternativa es la lucha por el socialismo

Tras la victoria electoral del Sinn Féin, los partidos unionistas agitan todavía con más histerismo el fantasma de la salida de Irlanda del Norte de Reino Unido y su unificación con el resto de Irlanda. Repiten con insistencia que el protocolo Brexit supone una amenaza e insisten en que a éste hay que sumar ahora que los republicanos aprovecharán la mayoría obtenida para imponer un referéndum sobre la unificación de Irlanda.

Sin duda, las victorias del SF han abierto expectativas en el movimiento nacionalista irlandés sobre la posibilidad de dar pasos adelante en el proceso hacia la unificación de la isla. Y es muy probable, que los dirigentes del SF, tal y como demuestra su trayectoria en esta década, mantengan centrada toda su actividad hacia las instituciones, y continúen frenando la movilización y la lucha en las calles. Esta política reformista se mostrará una vez más incapaz de mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora y los líderes republicanos pasarán  a darle un protagonismo mayor a la cuestión nacional, culpando de todos los males a Londres, a la vez que complacen a los empresarios norirlandeses.

Mary Lou McDonald, presidenta del partido, ya ha declarado que ven posible un referéndum para la unificación en el plazo de cinco años.

Sin embargo, en este sentido, la clase dominante británica considera que aceptar la celebración de este referéndum crearía un clima de extrema tensión, que además podría provocar un levantamiento de los unionistas más radicales y hará todo lo posible para evitar que la consulta se lleve a cabo. El desarrollo histórico y la conflictividad de la cuestión nacional en Irlanda del Norte son muy diferentes al de Escocia.

Por otra parte, la burguesía católica del sur de Irlanda tampoco está por la labor. Es de la opinión de que la Integración de Irlanda del Norte en la República de Irlanda sería un factor que introduciría mayor inestabilidad a la ya peligrosa situación social existente en el país.

En todo caso la cuestión nacional en Irlanda entra en una nueva fase, marcada por la crisis capitalista y la lucha de clases.

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Estas elecciones y las celebradas en 2020 en la República de Irlanda, muestran el potencial existente para levantar una alternativa que unifique las aspiraciones de la clase trabajadora, tanto católica como protestante. 


El Acuerdo de Viernes Santo no ha solucionado nada y es la constatación de que bajo el capitalismo el infierno del sectarismo y la división seguirán recrudeciéndose. Desde que se firmó el acuerdo los llamados “muros de la paz” que dividen las zonas católicas de las protestantes han proliferado y los enfrentamientos entre ambas comunidades no han cesado. Además, a pesar de que el Sinn Féin es el partido que canaliza de forma más clara del descontento de gran parte de la clase obrera y la juventud, como demuestra esta victoria electoral, su participación en el Gobierno de doble mandato durante estos años, aceptando y aplicando desde las instituciones las políticas de austeridad solo ha servido para restarles credibilidad y encajar este partido en el sistema.

Estas elecciones, así como las celebradas en 2020 en la República de Irlanda, han sacado a la luz el potencial existente para levantar una alternativa que unifique las aspiraciones de la clase trabajadora, tanto católica como protestante, y que gane la confianza de las masas en su conjunto. Un programa anticapitalista y revolucionario con el que movilizar a los y las trabajadoras de Irlanda del Norte sería el instrumento decisivo para poder superar la división en líneas nacionales existente entre la clase obrera norirlandesa.

Mejorar decisivamente las condiciones de vida de las masas y dar una solución definitiva a la cuestión nacional irlandesa y a los enfrentamientos sectarios en Irlanda del Norte, solo es posible defendiendo una alternativa consecuentemente anticapitalista y demostrando en los hechos la disposición de llevarlo adelante hasta el final. La única fuerza que puede enfrentar a la burguesía y a los provocadores paramilitares a su servicio es la movilización de masas unidas en la lucha por un programa revolucionario. La única salida es la lucha por el socialismo, la lucha por una Irlanda socialista.

Notas:

[i] Comentarios del analista Lewis Goodall de la BBC

[ii] Las elecciones locales celebradas el mismo día 5 de mayo en Reino Unido han sido desastrosas para los tories, que han perdido casi 500 concejales y una docena de concejos municipales, incluyendo bastiones importantes.

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