Ya se ha celebrado la segunda vuelta de las elecciones municipales italianas, confirmándose las tendencias principales de la primera: alto abstencionismo (sólo votó el 51,4% del censo, frente al 65% de la primera vuelta), retroceso contundente de la derecha, mantenimiento a duras penas de la izquierda y auge del voto de castigo que se ha expresado en el Movimiento Cinco Estrellas, encabezado por el cómico Beppe Grillo y que en primera vuelta obtuvo el 10,1% de los votos (frente al 4,8% anterior), como una manera de dar una bofetada a la política oficial, que no ha hecho más que sumir a Italia en una espiral de degradación económica, social y política.

La conclusión más importante de estas elecciones parciales es que todos los partidos que han apoyado y sustentado el gobierno de Monti, fiel seguidor de las políticas de ajuste impuestas por el capital internacional, han sido castigados. En la primera vuelta venció el Partido Democrático (PD) aunque con un resultado muy débil, el 19,2%, perdiendo casi 9 puntos respecto a las regionales de 2010. Muy superior ha sido la debacle del partido de Berlusconi, PdL, (que ya en las elecciones de 2011 había perdido Nápoles, Milán, Trieste o Cagliari) que cae 16 puntos, y la Liga Norte que pierde, nada menos, dos tercios de sus votos, quedándose en un escaso 5%. Sólo conserva Verona. La crisis de la derecha se refleja en la pérdida de su feudo tradicional, el norte de Italia, y en que en muchas localidades ni siquiera ha sido capaz de meter a su candidato en la segunda vuelta. En Parma, por ejemplo, ciudad industrial del norte, la alcaldía es para el Movimiento Cinco Estrellas con un aplastante 60,3% de votos y un 39,7% para el PD, quedando la Liga Norte como una fuerza meramente residual. Una vez destapados los casos de corrupción de la Liga y sumados al ambiente general en todo el país de contestación frente a los recortes, ¿qué otra cosa esperaban?
“No somos la antipolítica, somos la otra política”, dice Pizzarotti, nuevo alcalde de Parma del triunfante Movimiento Cinco Estrellas.
Después de estas elecciones y pese a la alta abstención, en los ayuntamientos de más de 15.000 habitantes, antes el centro derecha gobernaba 98 y la izquierda, 56; a partir de ahora la izquierda manda en 95 y la derecha sólo en 34. En Palermo, el ganador ha sido Leoluca Orlando, representante del movimiento Italia de los Valores (activistas contra la mafia y apoyado por Refundación Comunista) con un contundente 70%. En Génova, con un 60,8%, ha vencido la candidatura del PD de Marco Doria.
El abuso de poder sumando a la debacle de la economía capitalista se han cebado con especial saña en Italia, una consecuencia de ello es la dramática ola de suicidios: según el diario El Siciliano, cada día un pequeño empresario o empleado se quita la vida acosado por las deudas, la presión fiscal y la falta de expectativas de futuro, otro ejemplo espeluznante se da en los puentes de Roma, de donde cuelgan maniquíes con mono azul en alusión a los parados y trabajadores que se suicidan regularmente.
El voto de castigo no es solamente contra la derecha, también contra una izquierda (PD) que no está ofreciendo ninguna alternativa de lucha para enfrentarse a la crisis. Mientras, la juventud y los trabajadores italianos han protagonizado luchas tremendas contra los recortes, como ejemplo la huelga general del pasado otoño que paralizó el país (paró el 100% del sector público y tuvo un seguimiento muy alto en la industria y transporte), o la manifestación del 31 de marzo, la primera en todo el país contra el Gobierno de Monti.

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