¡Por un partido de los trabajadores y la juventud!

Si los temores de la burguesía ante el creciente apoyo a Bernie Sanders en EEUU estaban justificados hace unos meses, ahora lo están todavía más. Sanders se ha abierto paso con fuerza a pesar de los intentos de pucherazo y de la campaña que el aparato demócrata y los medios de comunicación burgueses libran contra él. Sus victorias en los estados de Iowa, New Hampshire o California, uno de los más importantes, le convierten en el objetivo a batir.

Un apoyo que se sustenta en la miseria creciente y la desigualdad lacerante que se extiende por EEUU, y que no ha hecho más que agravarse bajo el mandato de Trump. Su reforma fiscal benefició al 20% de la población con mayor renta, que dejó de pagar 205.000 millones de dólares, al tiempo que el 14% vive en la pobreza, la mayor cifra desde 2008. Según un reciente estudio de la Universidad de Berkeley, un tercio de los trabajadores de la industria manufacturera depende de los cheques de comida o de ayuda federal para llegar a fin de mes. Por otro lado, la pauperización de la clase media no ha dejado de agravarse. Un buen ejemplo lo encontramos en el campo estadounidense, bastión histórico del conservadurismo republicano, donde la concentración de la riqueza ha llevado a la quiebra a miles de pequeños granjeros y a una tasa de suicidios que triplica la media del país.

El aparato demócrata, impotente frente a Trump y en guerra contra Sanders

La política de Trump ha contado con el apoyo entusiasta de un amplio sector de la burguesía norteamericana y con la complicidad de aquellos que tenían más reticencias. La oposición desplegada por el aparato del Partido Demócrata ha quedado reducida a pura palabrería, permitiendo a Trump finalizar su mandato tras la farsa del impeachment. El establishment demócrata, que ahora apoya desesperado a Joe Biden, es completamente impotente para frenar a este reaccionario.

Por eso, desde el comienzo de las primarias hemos asistido a una ofensiva contra Sanders que ha tenido como epicentro el aparato del partido. Pesos pesados como Hillary Clinton u Obama han salido a la palestra contra el senador de Vermont. Sus oponentes en las primarias, especialmente Biden, se han sumado a Trump en denunciar a Sanders como un peligroso socialista, y los medios de comunicación han impulsado una campaña venenosa agitando el fantasma del comunismo, criticando a Sanders por defender el sistema sanitario cubano o por rechazar el reciente golpe de Estado en Bolivia.

El intento de pucherazo en el primer estado que celebraba las primarias, Iowa, ha logrado el efecto contrario al perseguido: los seguidores de Sanders han reac­cionado aún con más fuerza, conscientes de la guerra abierta. Mítines multitudinarios en Boston o California lo ilustraban a la perfección. A medida que se confirmaba un sólido apoyo a Sanders, a pesar de todas las limitaciones y obstáculos, y especialmente tras la victoria de Biden en Carolina del Sur, el resto de candidatos demócratas se han ido retirando manifestando expresamente su apoyo a Biden.

La última en hacerlo ha sido Elisabeth Warren, la otra gran apuesta del establishment demócrata para arrebatar a Sanders el espacio a la izquierda. Tras su retirada ha señalado que aún no va a decir a qué candidato apoyará, evitando pronunciarse por Sanders a pesar de que sus electores serían más favorables al mismo. El aparato demócrata maniobra desesperadamente en todos los frentes de cara a evitar su peor pesadilla, una victoria de Sanders.

Hay que romper con el podrido Partido Demócrata

No podemos olvidar que nos encontramos ante un partido completamente comprometido y al servicio de las élites capitalistas. Un buen ejemplo de ello lo hemos tenido con el candidato Michael Bloomberg, el multimillonario ­exalcalde de Nueva York, que tras invertir más de 500 millones de dólares en su campaña ha fracasado estrepitosamente. Este es el mejor ejemplo del carácter antidemocrático de las primarias demócratas, condicionadas por las grandes fortunas y el apoyo de los grandes lobbies empresariales. Lo más significativo, e indicativo del giro a la izquierda y el salto en la conciencia entre millones de jóvenes y trabajadores estadounidenses, es que ya no resulte tan sencillo comprar y manipular un proceso electoral de por sí viciado.

Tras todas estas maniobras parece que el establishment demócrata ha tenido un respiro. Los resultados del Supermartes han sido presentados como una gran victoria de Biden, que ganaba en diez de los catorce estados en liza. Hay que decir que el sistema de elección es profundamente antidemocrático, ya que los delegados se logran en función de quien gana la mayoría en cada condado. De esta forma candidatos con menos votos pueden lograr más delegados. Pero lo cierto es que a pesar de esto, Sanders se hacía con la victoria en el estado más importante y con mayor número de delegados: California, además de Colorado, Utah o Vermont.

Las reglas del Partido Demócrata han sido diseñadas para evitar “intrusos”. Por eso, incluso aunque Sanders llegara a ganar las primarias, la gran Convención Demócrata tiene guardado otro gran as en la manga: los superdelegados (funcionarios del partido, cargos públicos, expresidentes, etc., que nadie ha elegido), que suponen una quinta parte del total de votos en dicha Convención. En el caso de que ningún candidato obtenga los delegados necesarios para asegurarse la victoria, algo prácticamente imposible, los superdelegados son decisivos. En estas condiciones las posibilidades de victoria de Sanders son harto complicadas.

Por eso mismo es un error que Sanders se haya comprometido a apoyar al candidato que salga de esta Convención antidemocrática, en vez de plantear la necesidad de construir una candidatura y un partido de los trabajadores y la juventud, independiente de la plutocracia demócrata. El Partido Demócrata es un pilar de la burguesía, no hay posibilidad de reformarlo. Harán todo por evitar que Sanders sea el candidato frente a Trump, a pesar incluso de ser el candidato con más posibilidades de vencerle, tal y como señalan numerosas encuestas. Todo este tsunami que se ha abierto paso contra viento y marea revela las extraordinarias condiciones para que Sanders rompa definitivamente con el podrido Partido Demócrata y construya una alternativa con un programa de izquierdas y anticapitalista.

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