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¡Basta ya de jugar con nuestras vidas para hacer negocio! ¡Hay que echarles!

El desprendimiento del vertedero de Zaldibar el 6 de febrero ha sacado a la superficie toda la podredumbre que se esconde tras la estructura política corrupta que ha formado el PNV junto con los empresarios vascos. El silencio cómplice del Gobierno de Urkullu, su arrogancia y su desdén ante la muerte de dos trabajadores y un desastre provocado en primer lugar por su administración ha despertado la ira de miles de trabajadores y jóvenes. El desprendimiento que causó la muerte de dos trabajadores no fue un accidente, sino una tragedia anunciada. Es una de las dramáticas consecuencias que provocan las políticas corruptas de privatización que aplica el PNV y la rapiña empresarial a la que sirve y alimenta.

La indiferencia del PNV y de los empresarios ante el medio ambiente, nuestra salud y nuestras propias vidas no tiene límites. Así demuestran los hechos. El jueves 6 de febrero se produjo el desprendimiento del vertedero de Zaldibar (localidad en la frontera entre Gipuzkoa y Bizkaia), cortando la autopista A8 con miles de toneladas de escombros, que llegaban en algunos casos a los 4 metros de altura. El desprendimiento se cobró la vida de dos trabajadores cuyos cuerpos todavía no se han encontrado. Con estas dos víctimas, se alcanzaba la cifra de 13 trabajadores muertos en Euskal Herria en tan sólo 37 días de lo que va de año. Los trabajadores ya habían advertido con anterioridad grietas y corrimientos de tierra y expertos denunciaban el peligro que suponía la propia localización del vertedero en una ladera.

¡El modelo del PNV nos mata y nos envenena!

La prioridad de la administración fue abrir la autopista, pero apareció amianto mezclado entre escombros- sin el debido tratamiento que requiere legalmente esta sustancia- y en un vertedero con licencia para “escombros no peligrosos”. Varios trabajadores estuvieron durante horas expuestos a este material tan tóxico y letal sin ningún tipo de advertencia ni protección. El Gobierno sabía que allí se acumulaba amianto, pero su respuesta fue el silencio cómplice junto con la empresa Verter Recicling 2002 SM.

Desde entonces, cada nuevo acontecimiento e información al respecto ha venido a señalar todas las corruptelas y negligencias conocidas por el Gobierno vasco (GV) que están poniendo en peligro nuestras vidas de forma permanente para beneficiar los bolsillos de quienes hacen negocios a costa de nuestra salud. A través de la filtración de un documento del GV se daban a conocer públicamente las irregularidades constatadas en este vertedero desde junio de 2019. Pero los representantes institucionales no hicieron ninguna declaración al respecto hasta pasadas más de 48 horas. La excusa tras la que se escondían era que el vertedero lo gestiona una empresa privada. Por supuesto, el PNV es especialista en privatizar todo lo que toca y lavarse las manos. Sin embargo, han tenido que admitir hechos tan graves como que se habían almacenado 10 mil toneladas de amianto, que los dispositivos de medición de metano no funcionaban correctamente, que algunos vertidos de basura no se realizaban correctamente -sin especificar de qué materiales- y que el vertedero estaba ocupando una zona superior a la permitida.

El viernes el vertedero se incendió. La preocupación entre las más de 50 mil personas por el peligro de inhalación de gases tóxicos se extendió ante el silencio de las diputaciones y el GV. El lunes 10 de febrero, tras 92 horas - en rueda de prensa desde Zaldibar - Iñaki Arriola, Consejero de Medioambiente del PSE, aseguraba que la calidad del aire y del agua era buena y que no había peligro. Sin embargo, el viernes 14 de febrero notificaban que las cantidades de dioxinas y furanos en el aire eran 40 y 50 veces superiores de lo normal, diciendo que no había peligro, pero recomendando cerrar las ventanas y no realizar deporte. Poco después anunciaban la suspensión del partido entre la Real sociedad y el Eibar confirmando por la vía de los hechos el peligro al que todos los habitantes de la zona están siendo sometidos.

El PNV responde a las protestas con acusaciones de terrorismo

El 10 de febrero, Urkullu compareció en rueda de prensa, pero no para hablar de Zaldibar sino para convocar elecciones. Al ser preguntado por la cuestión, respondió con toda la arrogancia que no tenía intención de ir a Zaldibar “por las campañas de twitter”. Su twitter, con actividad diaria, se paró en seco tras el desprendimiento.

Ante este desastre y esta demostración de arrogancia, empezaron las movilizaciones, con concentraciones en varios pueblos y ciudades. El sábado 15 de febrero miles de personas participaban en una multitudinaria manifestación exigiendo “aclarar Zaldibar” y la dimisión del consejero de medioambiente.

El partido de la patronal vasca ha respondido a esta indignación más que justificada, atacándola directamente, para intentar ocultar sus responsabilidades. No tenían ninguna intención de dar explicaciones, pero no escatimaron en declaraciones diciendo que “la crítica a lo ocurrido en Zaldibar es carroñería política”. Siguiendo la estela del PP, Cs y Vox, recurrían al fantasma de ETA, tan socorrido para la derecha cuando está en apuros: las bolsas de basura depositadas frente a sus batzokis (locales del PNV) como señal de protesta ante lo ocurrido eran tachadas de terrorismo. Para mayor indignación ante estas acusaciones, hay que tener en cuenta que este fue el método que el PNV impulsó para oponerse al método de reciclaje implementado por EH Bildu en muchos pueblos con la recogida puerta a puerta. Las bolsas de basura con las que ellos saboteaban el reciclaje eran “protestas cívicas”. Ahora, cuando se dejan delante de sus batzokis es terrorismo.

Sin embargo, Urkullu ha tenido que agachar la cabeza para evitar un estallido social ante las elecciones. El miércoles 12 de febrero visitaba finalmente Zaldibar. El lunes 18 comparecía en el parlamento vasco, pidiendo disculpas por “los errores que han podido cometer”, al puro estilo del rey Juan Carlos, pero tratando de presentarse como víctimas de quienes les critican porque tienen “prisa por debilitar al adversario político”. Así se despachaba Egibar, responsable del PNV de Gipuzkoa, en su triste defensa argumentando que "se ha puesto de moda ser miserable en la política mundial, pero no sabía que aquí también". Tras él, el Consejero de Medioambiente por el PSE – Arriola - comparecía justificando la actuación del Gobierno Vasco e incluso a la empresa, para trasladar la idea de que nada era tan grave como se había pintado.

Contra sus mentiras, su corrupción y sus negocios ¡Movilizarnos en las calles y en las urnas para echarles!

En este escándalo también se ha destapado el entramado corrupto de servicios a empresarios afines a la derecha vasca. Se trata de toda una red de clientelismo, puertas giratorias y corrupción política. Un caso más entre los Victor Bravo, De Miguel, Epsilon, Montai, Dennokinn, Bakio, Pinosolo, Balentziaga, Pasaia, Osakidetza, Marguello, Juan Luis Pagaldai, Zubiaurre, Hiriko…. La gestión de residuos es un tremendo negocio y tal y como se ve en este caso, la alfombra bajo la cual se esconde toda la porquería que no conviene que se vea.

En verano del año pasado Urkullu salió a hablar de "emergencia ecológica". Esto no ha evitado que pretendan perforar un pozo de Gasteiz (Armentia II) para la extracción de gas, o la inminente apertura de la incineradora de Zubieta en Gipuzkoa. Las empresas privadas que gestionarán la incineradora han aparecido ligadas en el escándalo de Zaldibar. Miles de jóvenes y trabajadores nos hemos movilizado durante años contra este proyecto de la incineradora, que supone un robo de dinero público y un atentado al medioambiente y a nuestra salud. Sin embargo, el PNV y el PSE han hecho bandera de su incineradora asegurando que las prestaciones tecnológicas evitarán cualquier efecto nocivo en la salud. La experiencia real de todas las incineradoras es justo la contraria. ¿Cómo podríamos creer en su palabra después de lo ocurrido en este vertedero? La incineradora pretende quemar toda la basura para que no moleste, pero el propio funcionamiento de la incineradora exigirá quemar en masa plásticos con aditivos tóxicos. ¿Y adónde irán a parar los residuos?

Zaldibar no es un caso aislado. Es el accidente que destapa y deja en evidencia el modelo del PNV: el modelo del “todo vale” para garantizar sus beneficios económicos, aunque se lleven por delante las vidas de los trabajadores, aunque destruyan nuestro medio ambiente y nuestra salud. El 5 de abril tendremos una oportunidad en las urnas para golpearles. Pero sin duda lo que más daño les hace es la movilización social que pone sobre la mesa la cruda realidad y denuncia su hipocresía. Así se demostró en la pasada huelga general del 30E y así se vuelve a demostrar ahora. Por eso, no podemos caer en la trampa de abandonar la movilización por la celebración de los comicios.
Tenemos que impulsar la movilización señalando directamente contra sus políticas capitalistas de recortes y privatización, en defensa de nuestros derechos, y defender una alternativa consecuente frente a su modelo capitalista. Una alternativa revolucionaria que enfrente directamente a la patronal vasca, a los grandes empresarios y banqueros y a sus representantes políticos. El medio ambiente y nuestra salud son mucho más importantes que las ganancias de los empresarios.


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