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¡Un ejemplo y una inspiración para toda la clase obrera!

Desde el día 9 de diciembre y durante 83 días de huelga indefinida, la plantilla de Aernnova se ha resistido de forma titánica contra un ERE que afectaba a casi la mitad de los 180 trabajadores de la planta sevillana.

Día tras día, las maniobras de la dirección de la empresa para dividir y desmoralizar a los trabajadores señalando públicamente los nombres de los despedidos, ingresando en sus cuentas el infame precio de sus despidos o fletando un autobús de esquiroles escoltado por un ejército de fuerzas especiales de la guardia civil para impedir la acción del piquete informativo, han sido contestadas con la oposición del comité de empresa al ERE y la firme determinación de la mayoría de la plantilla para continuar con la huelga y derrotarlo.

Los trabajadores una y otra vez se han levantado contra las presiones que empujaban a abandonar la lucha y asumir los despidos, enfrentándose incluso a los responsables provinciales de CCOO y UGT, que en los momentos críticos, cuando más se necesita de su orientación y firmeza para seguir avanzando, siempre han planteado aceptar la propuesta de la empresa como la única salida posible.

Finalmente, el peso de este sindicalismo derrotista, que ha impactado claramente en la determinación del comité y en el ánimo de los trabajadores, ha sido decisivo en el desarrollo del conflicto y sobre todo en su conclusión.

Una lucha ejemplar que podía haber llegado más lejos

La épica resistencia que han protagonizado los trabajadores y trabajadores de Aernnova para defender sus puestos de trabajo es un capítulo inspirador en la historia de la lucha de clases en Sevilla. Pero además ha concentrado toda una serie de lecciones que serán de gran utilidad para los trabajadores industriales en el periodo de crisis y de ataques a los derechos laborales en el que nos adentramos.

Este conflicto ha demostrado que los trabajadores sí están dispuestos a organizarse y movilizarse para defender sus empleos y sus medios de vida, contestando al discurso falso, tan frecuente en las cúpulas sindicales y políticas, sobre la falta de conciencia de la clase trabajadora, su acomodamiento y que no quieren luchar y por lo tanto, concluyen, solo se puede negociar para intentar mejorar lo que la empresa te impone.

Los trabajadores de Aernnova han dado buena cuenta de esta falacia con una lucha que ha sido una referencia para todos los que defendemos un sindicalismo combativo y de clase.
Han puesto en marcha un amplio calendario de movilizaciones y concentraciones para mantener la presión y difundir el conflicto en los barrios obreros y han recuperado las mejores tradiciones del movimiento obrero creando una caja de resistencia y repartiendo hojas llamando a la solidaridad y el apoyo económico del conjunto de los trabajadores y trabajadoras industriales.

Han sido 83 días batallando contra las provocaciones de la empresa; pero resistir no es vencer. Los efectos de la huelga también golpean a los trabajadores y sus familias, y el peligro de que la lucha se debilite producto del cansancio, la desmoralización o de las presiones económicas, está siempre presente.

La clave para combatir estas tendencias inevitables era que la lucha elevara su nivel y saliera de su aislamiento. Era necesario extender la huelga a las instalaciones de Airbus, corresponsable de todo lo que está sucediendo, y al conjunto de la industria auxiliar amenazada por los mismos ajustes de plantilla. Igualmente había que conectar con los compañeros de Aernnova en Vitoria que también se enfrentaban a un ERE.

Alimentar la lucha para combatir el desgaste era la tarea estratégica de una dirección sindical responsable que quiere vencer.
Sin embargo, estas propuestas, que desde Izquierda Revolucionaria y Sindicalistas de Izquierda hemos planteado en las asambleas una y otra vez, al igual que muchos trabajadores, y que buena parte de la plantilla acogía con entusiasmo, han chocado con la férrea negativa de las direcciones sindicales de CCOO y UGT.

Las cúpulas sindicales han insistido en que los trabajadores tienen miedo y de que los problemas de Aernnova solo interesan a sus trabajadores. Este pretexto ha sido desmentido por la propia experiencia de algunos trabajadores, que en dos horas recogieron más de 600 firmas de apoyo en la puerta de las instalaciones de Airbus.

Ha sido el posibilismo miope, propio de un sindicalismo que no confía en la solidaridad obrera y en la capacidad de lucha de los trabajadores, el que ha condenado el conflicto al aislamiento y ha contribuido al agotamiento de una fuerza formidable, poniendo las condiciones para llevar a la plantilla a aceptar el mal menor para salir del trance.

La realidad es que la dirección sindical de CCOO y UGT nunca ha tenido intención de derrotar a la empresa y esa línea estratégica les lleva inevitablemente por el camino de la negociación en busca del acuerdo a toda costa y a no utilizar la enorme fuerza de nuestra clase y que esta despliega de forma irresistible cuando se pone en movimiento conjunta y unitariamente.

Se firma el acuerdo que pone fin a la huelga

En este contexto, una asamblea sometida a la presión de tantos días de lucha y al chantaje de la empresa que amenazaba con la pérdida de clientes y carga de trabajo que provocarían la deslocalización y más despidos, acabó por ceder al acuerdo pactado previamente entre las centrales sindicales y la patronal. A pesar de esto el descontento era evidente, como demuestra ese 30% que no dio su apoyo a la propuesta.

Un acuerdo que mantiene el mismo objetivo de destrucción de empleo y que no mejora sustancialmente las indemnizaciones y excedencias respecto al plan inicial.
A cambio, se deponen las armas y, muy importante, se renuncia a continuar con la demanda colectiva, ¡un juicio señalado para el 11 de marzo!
Solo faltaban 10 días y la posibilidad de una sentencia de nulidad del ERE y de los despidos estaba más que fundada, ya que existe un documento firmado por la empresa en la que se compromete a mantener el empleo hasta finales de 2021.

Es evidente que la representación oficial de CCOO y UGT podía haberse apoyado en esta perspectiva para continuar una huelga que se mantenía con vigor, al menos hasta este día del juicio, e incluso, se podía haber consensuado con los trabajadores una retirada táctica, desconvocando la huelga para recuperar fuerzas, pero sin aceptar la propuesta-chantaje de la empresa.

Lamentablemente los dirigentes sindicales se dedicaron a presionar brutalmente a la plantilla, a trazar un cuadro pesimista y los peores augurios sobre la demanda judicial, conscientes de que cualquiera de esos dos caminos mantendría vivo el conflicto y aquí de lo que se trataba era de agarrarse a un acuerdo de mínimos y dar carpetazo a una lucha que ya duraba mucho.

Conclusiones

A pesar del desenlace, nada puede empañar el ejemplo de los trabajadores y trabajadoras de Aernnova que han marcado el camino a seguir para próximos conflictos.
Lo que ha fracasado no es la entrega y las ganas de luchar de los trabajadores, sino los errores y vacilaciones de una dirección sindical que nunca apostó por la victoria, sino por la negociación que conduce a la paz social y a retroceder en derechos.

La pelea de Aernnova ha sido una demostración práctica de dos aspectos claves para el periodo de crisis que encaramos: la lucha, determinación y disposición de los trabajadores a defender sus puestos de trabajo y los límites de un modelo sindical que no sirve para obligar a las empresas a retirar sus ataques y que condena irremisiblemente a la derrota.

La tarea urgente es dotar al movimiento de una dirección a la altura de las tareas con las que nos enfrentamos en un contexto de crisis capitalista donde las empresas, aprovechando la crisis sanitaria, pretenden destruir empleo estable y con derechos, para sustituirlo con trabajadores precarios y subcontratados.

Una dirección obrera armada con un modelo sindical de clase, combativo, democrático y asambleario, que recupere las mejores tradiciones de los sindicatos de clase para la lucha de los trabajadores.


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