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Desde que estalló la contienda electoral en Madrid, el candidato del PSOE, Ángel Gabilondo, parece que ha despertado de su largo letargo pero no para denunciar a la ultraderecha de Ayuso y Vox y sus políticas criminales, sino para dejar bien claro que no le gustan los que luchan en las calles contra Abascal y Ayuso, y que  “con este Iglesias, no”, que prefiere a Ciudadanos para gobernar. Después de años de no hacer nada para poner fin a las tropelías del PP y sus secuaces, la campaña del PSOE en Madrid es un regalo para ultraderecha.

Gabilondo, manoseando ese “sentido común” tan del gusto de Mariano Rajoy y los tertulianos de la derecha, nos ilustró el día después de la visita de Abascal al barrio obrero de Vallekas afirmando que “el extremismo alimenta al extremismo”. ¿Se puede decir una infamia mayor? Según el candidato del PSOE, lo mismo son los fascistas de Vox que los vecinos y vecinas del barrio que le plantan cara; los que reivindican la dictadura franquista y sus crímenes, que los que las sufrieron y hoy luchan para que nunca se vuelvan a repetir. Según Gabilondo la policía mandada por su delegada de Gobierno, y que ha inflado a golpes a la juventud antifascista, es un modelo de democracia plena.

Parece ser que al señor Gabilondo le trae al pairo la demagogia fascista de Vox y Ayuso, su ideario racista, machista y homófobo, que se pida la deportación de los inmigrantes o de una persona negra por el simple hecho de serlo, que se llame a fusilar a “26 millones de hijos de puta”. Para el candidato Gabilondo lo importante es no crispar, no polarizar, sosegar y llevarnos bien, ser amigos y compadrear.

El PSOE garantiza mano dura contra la protesta social y guante de seda con la reacción

Durante los últimos meses, la actuación del PSOE en Madrid ha resultado completamente bochornosa. A veces parece como si algún miembro cercano a Vox se hubiera colado y estuviera dirigiendo la Delegación de Gobierno de Madrid.

Mientras se prohíbe cualquier manifestación de izquierdas, ya sea en defensa de los servicios públicos, del 8M o ahora de los pensionistas, se autorizan sin rubor concentraciones y actos de grupos nazis para homenajear a la División azul y el holocausto judío o la caída de Madrid ante las huestes fascistas de Franco. La brutal represión contra las movilizaciones por la libertad de Hasél o las cargas policiales vividas en Vallecas recuerdan a las peores actuaciones de los tiempos del PP.

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Mientras se prohíbe cualquier manifestación de izquierdas, se autorizan concentraciones nazis para homenajear a la División azul y el holocausto judío o la caída de Madrid ante Franco.

Esta forma de actuar, tan comprensiva con los fascistas y tan contundente con aquellos que luchamos por la sanidad y la educación públicas, contra los desahucios o por nuestros derechos democráticos, refuerza a un aparato del Estado que nunca ha sido depurado y que manifiesta sin reparos abiertas simpatías por todo lo que huela a reacción y franquismo. Sin duda, si se quiere facilitar el paso a la ultraderecha, esta es la mejor estrategia para conseguirlo, y así se está haciendo sin ningún pudor desde Ferraz y desde la Moncloa. ¿Y luego nos habla Sánchez de frenar a la ultraderecha?

¿Dónde estaba Gabilondo durante la pandemia?... ofreciendo pactos a Ayuso

Ángel Gabilondo, que ahora vocifera contra Unidas Podemos, Pablo Iglesias o el “extremismo” del movimiento antifascista que combate a Vox en las calles, no ha tenido reparo alguno en permanecer completamente callado durante meses contra la criminal gestión de la pandemia del Gobierno de Díaz Ayuso.

¿Por qué no alzaba la voz con esta contundencia para exigir acabar con todos los recortes y revertir las privatizaciones en la sanidad pública? ¿O para denunciar la masacre vivida en las residencias de ancianos y exigir su nacionalización? ¿O para señalar que mientras cientos de millones de euros se desvían a la educación concertada en manos de la Iglesia Católica, miles de alumnos sufren una falta crónica de profesores, infraestructuras y medios? ¿O para exigir vivienda pública y servicios sociales dignos en los barrios, y el fin de las terribles colas del hambre? Parece que nada de esto era capaz de indignarle tanto. Pero si los vecinos de Vallekas se movilizan o Pablo Iglesias habla de antifascismo, ¡entonces sí!

En los momentos más trágicos de la pandemia en Madrid, con miles de muertos y cifras récord en todo el mundo, no solo no plantaba cara a Ayuso y sus cómplices, sino que le proponía un gran pacto de todas las fuerzas políticas para aprobar los presupuestos de la CAM. Posteriormente, cuando Ayuso planteó los confinamientos clasistas en los barrios obreros, Gabilondo no tuvo ningún reparo en justificarlos, señalando, eso sí, que había que acompañarlos de algunas medidas sanitarias.

Esta estrategia, que no es obra de Gabilondo, sino de Ferraz y Moncloa, no ha dejado de dar balones de oxígeno a la Trump madrileña. Así fue cuando Pedro Sánchez desembarcó, en un momento crítico para Ayuso, en la Puerta del Sol, rodeado de decenas de banderas de España y de la CAM, para legitimar plenamente la estrategia criminal de Ayuso frente a la pandemia.

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Ferraz y Moncloa, no ha dejado de dar balones de oxígeno a la Trump madrileña. Así fue cuando Pedro Sánchez desembarcó en la Puerta del Sol, rodeado de decenas de banderas de España

En ese momento tanto Gabilondo, como desgraciadamente Más Madrid y UP en la Asamblea de Madrid, se negaron siquiera a pedir la dimisión de Ayuso. Fruto de esta nula oposición contra el PP, Vox y sus huestes, la ultraderecha no ha dejado de envalentonarse y llenarse de confianza. Estas son las consecuencias de una táctica de contemporización con la reacción que Gabilondo insiste en defender y profundizar.

¿Por qué con Ciudadanos sí?

Nos encontramos ante un candidato “soso, serio y formal”, que rechaza tan furibundamente como puede a Pablo Iglesias, para abrazar sin reparos a Ciudadanos, uno de los protagonistas de la foto de Colón. Pero, ¿qué cambios pretende llevar adelante de la mano de Ciudadanos? ¿Qué políticas plantea desarrollar con estos pijos ultraliberales? ¿No ha estado acaso Ciudadanos gobernando con Ayuso? ¿Es que no han sido responsables de la catástrofe que ha vivido Madrid durante la pandemia? ¿No han contado además con el apoyo de Vox? ¿Qué clase de tomadura de pelo es esta?

El propio Gabilondo ya está explicando algunas de sus propuestas, y no sorprende,  sobre la base de las mismas, que quiera buscar una alianza con Ciudadanos. En primer lugar, no quiere tocar bajo ningún concepto la fiscalidad, es decir, a los ricos. En Madrid, el Impuesto de Patrimonio para las fortunas de más de 10 millones de euros está bonificado hasta el 100%. ¿Es este el modelo de Ángel Gabilondo y el PSOE? ¿Que los multimillonarios sigan sin pagar impuestos? Y si es así, ¿para qué votar a Gabilondo si ya tienes a Ayuso?

Adoptar medidas sociales, contratar a personal sanitario y profesores, tener centros de salud con personal y medios en los barrios, revertir los recortes y privatizaciones, mejorar las infraestructuras públicas o adoptar una política real de vivienda pública requiere de recursos. Unos recursos en manos de una ínfima minoría de parásitos multimillonarios a los que Gabilondo, bajo ningún concepto, quiere disgustar.

También ha señalado con contundencia que no tocará la educación concertada. Un negocio fabuloso en manos de la Iglesia Católica que no ha dejado de ganar terreno en la CAM: el 58,75% de los alumnos madrileños estudian ya en centros concertados. Una situación que se ha agravado porque Díaz Ayuso ha blindado los conciertos durante 10 años más. ¿Qué clase de política educativa se va a hace si se mantienen los privilegios y negocios de la Iglesia Católica y la patronal de la privada? ¿Por qué no se puede integrar la educación concertada y todos sus recursos en la red pública, garantizando una educación de calidad para todas y todos? ¿Es este el extremismo que Gabilondo pretende combatir?

El lema de campaña de Gabilondo y del PSOE es que se necesita un Gobierno serio, como si el de Ayuso y el PP no lo fuera. Sí, si que es un Gobierno serio para sus empresarios amigos, a los que garantiza concesiones y recursos públicos sin límites, para la Iglesia Católica, o para esos hosteleros reaccionarios que se lucran a costa de explotar hasta la extenuación a los trabajadores de los barrios obreros, muchos de ellos inmigrantes. Un Gobierno plenamente coherente al servicio de los cayetanos, de los ricos y de la reacción. ¡Lo incoherente e incomprensible es lo de Gabilondo!

A la ultraderecha se la vence luchando en las calles con un programa revolucionario

Para vencer a la reacción y acabar con la pesadilla que vivimos en Madrid, decenas de miles de familias obreras necesitamos un programa que rompa radicalmente con las políticas del PP y de Vox, que de hecho son las mismas. Ya conocemos de sobra esas políticas del PSOE que terminan no distinguiéndose de las del PP. Su único resultado será, como en el pasado, asfaltar el camino para una victoria de la derecha, y en este caso de la ultraderecha de Ayuso y Vox.

La candidatura de Pablo Iglesias no le gusta a Gabilondo. ¿Por qué? La respuesta es evidente. Iglesias está señalando a los responsables del colapso de la sanidad y la educación públicas madrileñas, de la precariedad y los desahucios, de la degradación y abandono de nuestros barrios, y los llama criminales porque es lo que son. Pero no basta tampoco con proclamarlo, necesitamos que las palabras se conviertan en hechos. Uno de los problemas fundamentales de cara a enfrentar la política de la CAM es la propia política del Gobierno central, donde se sienta UP, y hasta hace poco Pablo Iglesias.

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Pablo Iglesias está señalando a los responsables del colapso de la sanidad y la educación públicas madrileñas, de la precariedad y los desahucios, de la degradación de nuestros barrios. Pero necesitamos hechos.

Si se hubiera tomado el control de la sanidad privada, utilizando todos sus recursos para atender a la población durante la pandemia; si se hubiera llevado adelante un plan de rescate de la educación pública, poniendo fin al negocio de la concertada; si se hubieran expropiado los miles de pisos en manos de fondos buitres, bancos e inmobiliarias para garantizar efectivamente el derecho a una vivienda digna; si se hubieran prohibido los despidos o garantizado un subsidio de desempleo de 1.200 euros para que nadie tenga que acudir a las colas del hambre, o si se hubiera nacionalizado la banca para utilizar sus ingentes recursos de cara a atender todas las necesidades sociales que padecemos… hoy Ayuso, el PP y Vox estarían completamente derrotados.

La candidatura de Ángel Gabilondo, su “sosiego” y equidistancia, es una receta para el continuismo. Incluso si pudiera formar Gobierno con el apoyo de UP y de Más Madrid, habría que levantar una fuerte movilización social desde el minuto uno para que las políticas de la derecha fueran revertidas. Si queremos derrotar a la derecha en las urnas y en las calles hay que construir una izquierda combativa, que diga al pan pan, y al vino vino. Votar solo no basta.


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