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Este domingo 19 de Diciembre, Gabriel Boric, candidato de la coalición de izquierda Apruebo Dignidad, formada por el Frente Amplio (FA) y el Partido Comunista de Chile (PCCh), ganaba la presidencia de Chile con 4.620.671 votos, el 55,87 %. La clase obrera y la juventud chilenas han vuelto a protagonizar una movilización espectacular en las urnas, haciendo posible el mayor resultado obtenido por presidente alguno en la historia del país.

Boric se ha impuesto asestando una derrota contundente al candidato ultraderechista José Antonio Kast, que se queda con 3.649.647 votos y el 44,13%. Con la participación más alta desde que el voto dejó de ser obligatorio, 55,65%, el candidato de la izquierda gana por 11,7 puntos y casi un millón de papeletas de diferencia, imponiéndose en 11 de las 16 regiones y 9 de las 11 ciudades más pobladas del país, en seis de ellas con más del 60% de los votos. Unos resultados que muestran la tremenda fuerza de la movilización obrera y popular.

Un durísimo golpe a la clase dominante

Estos resultados han sido recibidos con una explosión de euforia. Centenares de miles inundaban las calles de Santiago nada más conocerse la noticia del triunfo, en una atmósfera de emoción y confianza en sus propias fuerzas semejantes a la de la histórica victoria de Salvador Allende y la Unidad Popular en 1970. Como aquellas, esta no ha sido una elección más. Se trataba de una jornada electoral clave después del estallido del proceso revolucionario de octubre de 2019, y la clase dominante la enfrentó como un plebiscito contra el “comunismo”.

Kast no dejó de apelar durante la campaña a la “mayoría silenciosa” para recuperar “el orden y la estabilidad” y acabar con el “caos” y el “radicalismo” que “se han apoderado del país” desde el levantamiento popular de hace dos años. Pese a sus intentos de ponerse la piel de cordero durante la segunda vuelta, las intenciones y el programa de este ultraderechista y de los sectores de la clase dominante que le apoyan no podían estar más claras: intensificar la represión contra las luchas obreras y sociales dando carta blanca al poder ejecutivo y los mandos policiales para realizar escuchas, detenciones y operativos contra cualquier actividad que ellos consideren terrorista o peligrosa; militarizar los territorios del pueblo mapuche para acabar por la vía represiva con las tomas de tierra y las protestas contra el saqueo de los terratenientes, las multinacionales y empresas forestales; aplicar una legislación racista contra la inmigración y proceder a deportaciones masivas y, por encima de todo, blindar los beneficios de la patronal y la oligarquía asegurado las leyes que precarizan y extorsionan a la clase obrera y la privatización de los servicios públicos esenciales.

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"El programa del ultraderechista Kast y de los sectores de la clase dominante que le apoyan es muy claro: intensificar la represión contra las luchas obreras y sociales"

Millones de jóvenes, de trabajadores y trabajadoras han entendido lo que estaba en juego y se han movilizado como un solo puño para golpear a la contrarrevolución. La correlación de fuerzas excepcionalmente favorable para llevar a cabo una política que rompa con la lógica capitalista y promueva profundas y radicales trasformaciones, es indiscutible. Estos resultados, como la lucha librada en estos años por los oprimidos de Chile, echan por tierra todos los argumentos de los escépticos y los teóricos del “reflujo permanente”, de esos cobardes que se pasan todo el día justificando renuncias y claudicaciones.

La clase dominante también ha entendido el significado de esta batalla y la fuerza demostrada por las masas. No se conforman con los discursos de Boric llamando a la calma y comprometiéndose a buscar el diálogo, y en tan solo unas horas la Bolsa cayó el 8%, el dólar escaló su cotización y se recrudeció la amenaza de fugas de capitales e inversiones si el Gobierno aprueba cualquier medida que cuestione sus intereses.

Conciencia de clase y determinación en la lucha

Los resultados del 19D suponen una bofetada a esos dirigentes socialdemócratas e intelectuales pequeñoburgueses que desde sus cómodas cátedras universitarias y escaños parlamentarios pontificaban tras la primera vuelta acerca del desplazamiento hacia la derecha de la clase obrera chilena.

El discurso racista, machista y LGTBIfóbico de Kast ha sido derrotado sin paliativos incluso en aquellas zonas que se ponían como ejemplo de ese supuesto giro a la derecha. Boric arrasa con un 60% en la ciudad minera de Antofagasta, donde en primera vuelta ganó el derechista Parisi aprovechándose de la alta abstención y voto de castigo al PS, y vence en 4 de las 5 regiones del norte minero donde la campaña antinmigración de la ultraderecha ha sido más intensa.

Como explicábamos en nuestro artículo de balance de la primera vuelta, la clave de estas elecciones no era ganar el supuesto voto de centro sino recuperar la movilización en las calles de esos millones de trabajadores y jóvenes que protagonizaron la insurrección de octubre de 2019, sufrieron la represión del régimen asesino de Piñera, y votaron masivamente en el plebiscito y las elecciones constituyentes por la izquierda. Muchos de estos trabajadores, defraudados por meses de discursos pidiendo moderación y paciencia, y de debates en la Constituyente dominada por la izquierda sin respuestas concretas a sus demandas, se abstuvieron en la primera vuelta de las presidenciales. Esos sectores son los que en el momento decisivo han vuelto a movilizarse masivamente para derrotar a la ultraderecha.

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"Como explicábamos en nuestro artículo de balance de la primera vuelta, la clave de estas elecciones era recuperar la movilización en las calles de los millones de trabajadores y jóvenes que protagonizaron la insurrección de octubre de 2019"

La participación en las comunas pobres vuelve a subir del 40 o 35% a datos del 50 o 55%. En Puente Alto, la comuna (municipio) más poblada del país, en el sur del Distrito Metropolitano de Santiago, Boric consigue el 70% de apoyo frente al 29% de Kast. En el Gran Santiago, que con 6.254.314 habitantes concentra un tercio de la población chilena, Boric recibe el 60%, con porcentajes que en el caso de las comunas más proletarias llegan al 73, 74 y 75%. En Valparaíso, ciudad industrial y portuaria de gran tradición combativa, rebasa el 65%.

Estos resultados confirman que la clave de la victoria de Kast en la primera vuelta no fue el miedo a que la izquierda fuese demasiado lejos y planteasen propuestas demasiado radicales, como afirmaban interesadamente los dirigentes del Partido Socialista (PS) y otros analistas burgueses y pequeñoburgueses, sino