El pasado 30 de enero Francisco Álvarez-Cascos, presidente del Principado de Asturias, anunciaba la disolución del gobierno de la Junta General y la convocatoria de elecciones autonómicas para el próximo 25 de marzo. Han bastado siete meses de gobierno en minoría de Foro Asturias (FAC) para llegar a este extremo. La gota que colmó el vaso fue el rechazo mayoritario (por parte de los grupos políticos del PP y PSOE en el parlamento) de los Presupuestos Generales para 2012 que presentó el actual gobierno a finales de enero. Es la primera vez que se produce un adelanto electoral en Asturias, comunidad que afrontará un horizonte político de gran incertidumbre en los próximos meses en un contexto de crisis económica y social sin precedentes.

El triunfo de FAC en las elecciones autonómicas del 22 de mayo de 2010 supuso un auténtico terremoto político en una región con una tradición de izquierdas muy arraigada. El desplome electoral del PSOE (perdiendo unos 79.000 votos) demostró la incapacidad de las políticas socialdemócratas para resolver los problemas fundamentales de la región como son el paro, el desmantelamiento industrial, la vivienda, etc. y allanó el camino para que la derecha llegara al gobierno.

El surgimiento de FAC

FAC surgió a partir de la crisis interna del PP asturiano por la discusión en torno a quiénes debían ocupar los principales puestos en las listas electorales autonómicas y se creó alrededor de la figura de Álvarez-Cascos, enfrentado al sector que representa a nivel estatal Mariano Rajoy. Las luchas internas por cuotas de poder y el caciquismo han sido una constante dentro de la derecha en estos años.
Cascos utilizó su pasado de “hombre fuerte” para ganar una base de apoyo dentro del PP y arrastrar a un sector del partido. Echó mano de un discurso demagógico y populista donde aparecía enfrentado a las “castas políticas del PP y PSOE” llamando a los asturianos a “rebelarse” con su voto. Conquistó a los votantes tradicionales de la derecha y arrastró a sectores de las capas medias, pequeños comerciantes, profesionales y algunos sectores políticamente atrasados de la clase obrera desilusionados con las políticas de los gobiernos de coalición PSOE-IU y azotados por la crisis económica.
A pesar del triunfo, FAC sólo consiguió 16 escaños en el parlamento (frente a 15 del PSOE, 10 del PP y 4 de IU) de un total de 45 escaños. Comenzaron las negociaciones que se prolongaron durante casi dos meses para formar nuevo gobierno. Todo parecía indicar un acercamiento entre las dos fuerzas políticas de la derecha, al fin y al cabo FAC y PP defienden el mismo programa de recortes, privatizaciones y ataques al movimiento obrero y la juventud: son la misma derecha de toda la vida. En Gijón y Oviedo consiguieron llegar a acuerdos para gobernar las respectivas alcaldías. Pero las diferencias y los enfrentamientos hicieron imposible un acuerdo regional, quedándose Cascos en minoría.
FAC propone llevar a cabo un programa de contrarreformas salvaje: recortes en el gasto social, reducción del sector público (cierre y venta de empresas públicas como la constructora Sedes, la Radio y Televisión Pública, RTPA), desmantelamiento de la sanidad pública, privatización de la educación pública, rebajar los impuestos a los empresarios y las grandes fortunas, fomentar la precariedad laboral (el llamado “salario joven”), recortes a los proyectos culturales (como el Centro Niemeyer y el Festival de Cine de Gijón), etc.
Cascos guardó en el cajón parte de estos planes debido a la proximidad de las elecciones generales en las que presentó candidatura. Finalmente consiguió la mitad de los votos que en las autonómicas demostrando las limitaciones de su proyecto político. El enfrentamiento con el PP volvió a manifestarse con el anuncio de Plan de Ajuste del gobierno central a finales del año pasado. Cascos criticó los recortes y dijo que eran “inasumibles para Asturias”.
Con el rechazo de los presupuestos regionales se prorrogaron los del año anterior, que ya presentaban recortes en el gasto social. Mientras tanto, Cascos quiere utilizar la crisis política para afianzar su posición en Asturias echando las culpas sobre la “pinza PP-PSOE”. Seguramente con el anuncio esperaba pillar al resto de partidos con el paso cambiado y sin tiempo para reaccionar: el PSOE en medio de un proceso de discusión interna, el PP sin un candidato claro. Cascos intenta presentarse como “yo o la vuelta al pasado”. Sin embargo la apuesta es arriesgada y puede costarle votos. En todo caso el escenario que se abre es de incertidumbre y habrá que ver cómo se desarrolla esta crisis política y qué gobierno puede resultar de ella.

Situación social alarmante

La situación social en Asturias es alarmante. El desempleo alcanzó la cifra histórica de 90.537 parados a principios de este año. Se calcula que al menos 32.000 parados no cobran ningún tipo de prestación y hay más 27.000 hogares con todos sus miembros en paro. Desde el verano de 2008 se han destruido más de 42.000 puestos de trabajo y el desempleo entre los jóvenes supera el 50%. Por otra parte el poco empleo generado es precario y temporal (de los 18.644 contratos firmados en noviembre, sólo el 5,75% son indefinidos).
Lamentablemente los dirigentes sindicales de CCOO y UGT han optado por la senda del consenso con los empresarios y la derecha de FAC. Con esta política del “mal menor” se está frenando la posibilidad de dar una respuesta unificada y contundente por parte de los trabajadores a los ajustes, favoreciendo que la derecha pueda seguir manteniéndose en el gobierno a pesar de estar dividida y enfrentada.
Los dirigentes de la izquierda tienen una gran oportunidad para recuperar el terreno perdido. Pero no será buscando alianzas con el PP como han hecho los dirigentes del PSOE en la Junta General. Tampoco en los llamamientos vacíos de los dirigentes de IU a formar un gobierno “fuerte”. Se trata de oponerse a la política de ajuste y ataques a los trabajadores y la juventud con la movilización en la calle, rompiendo la política de pacto social de los dirigentes sindicales, recuperando un programa auténtico de izquierdas y defendiendo una alternativa a la crisis del capitalismo.

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