Hay que fortalecer un sindicalismo combativo y democrático

La huelga de los trabajadores de TMB bus y Metro de Barcelona, prevista del 7 de febrero al 1 de marzo, ha sido finalmente desconvocada. La perspectiva de un paro de los trabajadores de TMB Metro y bus en plena Feria Internacional del Móvil puso muy nerviosa a la dirección de TMB y al Ayuntamiento de Barcelona, gobernado por CiU. Tras varias semanas de presiones directas sobre la plantilla y sus comités de empresa, y de una campaña de mentiras y desprestigio en los medios de comunicación, dicha presión finalmente hizo mella en el comité de Metro, que acabó desconvocando la huelga y rompiendo la unidad de los trabajadores.

Nerviosismo y chantaje de la empresa contra la huelga

Los trabajadores de TMB bus y Metro inician movilizaciones conjuntas en enero contra los planes de la empresa: recortar el servicio, incumplir el convenio en Metro y bus, y congelar los salarios de los trabajadores (reduciendo el poder adquisitivo). La dirección de TMB acompaña estos recortes con una amenaza directa: o se aceptan... o la empresa presentará un ERE. Mientras tanto, los usuarios, los jóvenes y trabajadores, tenemos que sufrir unos aumentos de tarifas abusivos; y los directivos de TMB siguen cobrando salarios vergonzosamente abultados, el último caso, un directivo que se jubila con una pensión de nada menos que medio millón de euros.
El miedo del Ayuntamiento ante dicha movilización estaba plenamente justificado. Durante décadas Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) ha tenido y tiene convenios y comités de empresa distintos para Metro y buses. Con esta división consiguen restar fuerza a la movilización de ambas plantillas y minimizar los efectos de las huelgas. Pero esta táctica parecía empezar a hacer aguas.
El 26 de enero hubo dos concentraciones conjuntas de los trabajadores de Metro y bus contra los planes de la empresa, en las que participaron unos 5000 trabajadores, y que acabaron en asambleas. El 8 de febrero una masiva asamblea unificada ratificó la convocatoria de la huelga. El ambiente recordaba a las movilizaciones por los dos días de descanso semanal en TMB bus de 2007-2008, tanto por la combatividad y disposición a la lucha de los trabajadores, como por las asambleas como método de lucha obrera esencial, donde tras un debate democrático, la mayoría vota a mano alzada y decide. Estos métodos democráticos y participativos consiguieron que la lucha culminara en victoria, a pesar de los obstáculos, sacrificios y presiones a los que tuvieron que hacer frente los trabajadores, especialmente por la actitud de boicot a las movilizaciones de los dirigentes de CCOO y UGT. El impacto que esta lucha tuvo en la plantilla de Metro se podía palpar en las ansias de luchar conjuntamente con TMB bus en la actualidad.
La preocupación que despertó esta movilización no se quedaba en el Ayuntamiento de Barcelona, sino que se extendía a los despachos de la Generalitat y la patronal. Conocedores como son del enorme descontento social acumulado durante los últimos años de crisis económica, recortes y despidos masivos, y más aún con la batería de ataques que han iniciado los gobiernos de Rajoy y Mas, querían evitar a toda costa que la lucha de TMB se convirtiera en un referente de lucha, en un conflicto que inspirara y animara la lucha en otras empresas, como sucediera en 2008 con Nissan, o en la propia TMB en la lucha por los dos días.

Por un sindicalismo de clase, democrático y combativo

El 23 de febrero, días antes del inicio de la huelga, el comité de empresa de Metro convoca una asamblea, a la que se suma el comité de bus, para valorar la oferta de la empresa, que significaba aceptar los recortes. Dicha asamblea estuvo a las antípodas de las anteriores. Estuvo cargada de insultos y provocaciones contra los trabajadores de TMB bus y su comité de huelga, que apenas pudieron dar su opinión ya que cuando hablaban llovían insultos desde el público y la mesa. Lamentablemente, ningún sindicato del comité de Metro se desmarcó de estos métodos y apoyó la huelga conjunta o la oposición a aceptar los recortes. Una asamblea antidemocrática que ponía de manifiesto, NO que los trabajadores de Metro se echaran atrás en la lucha, sino que su comité de empresa no aguantó las presiones que recibió, rompiendo la unidad con bus y lanzando un mensaje a la plantilla: si vais a la huelga, será contra vuestro comité de empresa. En estas condiciones es normal que saliera en el referéndum (donde por cierto votan todos y no sólo los trabajadores) no a la huelga y si al acuerdo con un 75% de votos, aunque un 36% de la plantilla no participaran en el mismo.
El domingo 26 de febrero se realiza la asamblea de TMB bus. Indudablemente, la retirada de Metro sentó como un jarro de agua fría en bus, en lo que la empresa trató de apoyarse para conseguir que se aceptaran los recortes. La dirección de la empresa hizo campaña para que todo el mundo acudiera a la asamblea, colocando a un sector que trató de imponer la votación sin debate ni explicación, y de esta forma colar un mal acuerdo con la empresa junto con la desconvocatoria de la huelga. Esta maniobra chocó con la determinación de la plantilla y del comité, especialmente por los delegados de ACTUB y CGT-PSA. Finalmente no lo consiguieron, y tras varias intervenciones, los trabajadores decidieron a mano alzada desconvocar la huelga pero no aceptar el acuerdo y seguir negociando.
Esta lucha conjunta de TMB bus y Metro, frustrada en sus inicios, creemos que ha puesto de manifiesto la necesidad de contar con una dirección sindical consecuente, con confianza en la capacidad de lucha de los trabajadores y capacidad para aguantar las presiones de los medios de comunicación, la Administración y la patronal. El acuerdo el Metro no hará que la dirección les perdone nuevos recortes, más bien al contrario, la debilidad siempre invita a la agresión. En TMB bus la negociación continuará, pero es necesario que este paso atrás, la desconvocatoria de la huelga a modo de retirada ordenada para agrupar fuerzas, sirva para fortalecer el sindicalismo combativo y democrático en la empresa, seguir manteniendo una orientación amistosa y compañera con la plantilla de Metro, y preparar las condiciones para una futura lucha contra los planes de la empresa.

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