El próximo mes de diciembre IU celebrará su X Asamblea Federal en un contexto en el que su respaldo electoral no para de crecer. Si en las pasadas elecciones generales la coalición subió más de 700.000 votos, pasando del 3,77% al 6,92% de los sufragios, la encuesta del CIS publicada en julio le adjudicaba hasta un 8,6%. El espacio para una alternativa de izquierdas sigue ampliándose. No es de extrañar, la dirección del PSOE, a pesar de haber pasado a la oposición hace poco menos de un año, sigue empeñada en una política de aceptación en los hechos de los brutales planes de ajustes impuestos por el gran capital. La rabia entre las familias trabajadoras no deja de crecer, alimentada no sólo por los recortes sino también por las limitaciones de la democracia burguesa, empeñada en probar su compromiso con las grandes fortunas mientras desprecia las necesidades de la mayoría de la población. Es necesario remontarse atrás varias décadas para encontrar un escenario más propicio para el desarrollo de una alternativa anticapitalista.

Rechazar la lógica capitalista en los parlamentos

Este nuevo giro a la izquierda del péndulo de la historia ofrece a IU la oportunidad de convertirse en la dirección del creciente número de jóvenes y trabajadores que empiezan a buscar una salida revolucionaria. El avance en las urnas podría llegar a ser una herramienta en esta tarea, pero no se trata de un proceso automático. Las presiones que ejercen las instituciones de la democracia burguesa pueden llevar a los compañeros parlamentarios a asimilar la lógica del sistema. Contamos ya con dos alarmantes precedentes que deberían ser abordados y corregidos por esta Asamblea. Pedro Escobar, diputado y coordinador regional de IU Extremadura, fundamentó su apoyo a los presupuestos del PP en la Comunidad argumentando que: “Los presupuestos suponen votar entre Guatemala y Guatepeor, pero tenemos que tomar la mejor decisión para los extremeños” (Europa Press, 17/01/2012). Meses después, Diego Valderas, coordinador general de IU Andalucía y vicepresidente de la Junta, dirigió una carta a la militancia justificando la asunción de los recortes en el gobierno de coalición con el PSOE con el siguiente razonamiento: “Frente a esta situación, IU podría entregar la llave del Gobierno a la derecha facilitando el despido masivo de funcionarios, el recorte de derechos y privatizaciones a todos los niveles…”. En ambos casos la misma conclusión: convencer a la clase obrera que debe resignarse a que le amputen una mano para evitar peder un brazo.
La actuación de estos compañeros poco se parece a la utilización de la tribuna parlamentaria de una organización anticapitalista. Con esta política renuncian a convertir su presencia en las instituciones en un altavoz para rebatir la mentira de que no hay dinero para gastos sociales, exigiendo que la riqueza existente se deje de dilapidar en regalos a empresarios y banqueros. Olvidan también que la labor de una dirección revolucionaria es explicar que no es dentro sino fuera de los parlamentos y a través de la lucha donde se defienden nuestros derechos. Y, en este sentido, se hace inevitable una crítica que, con un método respetuoso, señale con firmeza el fracaso de la política timorata de los dirigentes de CCOO y UGT.

Una alternativa a la política desmovilizadora de la cúpula sindical

Lejos de ello, el documento elaborado para el debate considera que: “Los Sindicatos han activado su papel sociopolítico, recuperan credibilidad, hay conciencia de que el ataque es generalizado, se anuncian nuevas Huelgas Generales, se establecen plataformas conjuntas sindicales como no había desde la transición (en defensa de lo público), confluyen las diversas “mareas” y se generaliza la movilización en sectores que hasta ahora eran distantes a la misma”. La realidad dista bastante de este complaciente retrato. Toxo y Méndez no sólo han cruzado las líneas rojas que ellos mismos se marcaron, sino que las huelgas generales convocadas el 29-S y el 29-M tuvieron que ser impuestas desde abajo y carecieron, tras su éxito, de cualquier tipo de continuidad. Por no mencionar su política de dividir y dispersar los conflictos en vez de unificarlos: por un lado los mineros, por otro el sector público, más allá la educación, otro día la sanidad…
Hay decenas de miles, incluso cientos de miles, de activistas, de afiliados a los sindicatos de clase que buscan una alternativa de lucha concreta hoy y ahora. IU tiene una ocasión única para probar la autenticidad de su alternativa a la podrida política oficial pasando de las palabras a los hechos en el terreno sindical. Si una huelga general de 24 horas no ha sido suficiente para tumbar los ataques, demos un paso adelante con la convocatoria de una huelga general de 48 horas en unidad de acción con la clase obrera portuguesa y griega. No faltarán quienes muestren su escepticismo frente a estas propuestas, tachándolas de irrealizables. Para responderles no tenemos más que reflexionar sobre el contexto social en el que se ha producido el segundo aniversario del 29-S. A pesar de la inhibición de los dirigentes sindicales, el pasado sábado 29 de septiembre una marea humana se ha vuelto a reunir en Madrid. Pero, en esta ocasión, se ha cambiado la Puerta del Sol por el Congreso, confluyendo además con nuestros compañeros portugueses. La clase obrera ha probado más que de sobra la fuerza que alberga y su decisión a luchar. La cuestión clave es convertirse en una dirección política a la altura de los retos históricos a los que se enfrenta.

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