El próximo 21 de octubre se celebrarán las elecciones al parlamento gallego en el contexto económico, político y social más convulso desde la transición y lo va a ser todavía más. De hecho, el PP adelantó las elecciones con el fin de que no coincidieran con los efectos del más que probable rescate de la economía española y una nueva y más dura tanda de ataques sociales. El PP ha puesto ya toda la maquinaria a trabajar para presentar una visión idílica de la realidad gallega pero tendrá más difícil que otras veces hacer que resulte creíble.

Galicia probablemente sea la comunidad autónoma en que históricamente la correlación de fuerzas ha sido más favorable para la derecha de todo el Estado español, de hecho solo en dos ocasiones ha perdido la mayoría absoluta (en 1987 y en las elecciones de 2005, que dieron lugar al gobierno bipartito del  PSOE y BNG). Aunque la encuesta del CIS de septiembre le da mayoría absoluta nuevamente, lo cierto es que el resultado se presenta incierto para el PP. Existen, claramente, las condiciones para derrotar a la derecha en Galicia, la clave está en la capacidad de los dirigentes de las formaciones de izquierda para conectar con el amplio descontento social que existe, y que se ha manifestado en continuas movilizaciones (huelga general en Galicia del 27 de enero de 2011, huelga general estatal del 29 de marzo de 2012, desde la huelga general del 29 de marzo, movilizaciones del sector naval, manifestaciones del 19-J contra los recortes, etc.).
La clave del descontento está en los brutales ataques que el PP viene realizando. En primer lugar está el efecto que tiene la política general de Rajoy, que va a ser lo más perjudicial para el PP. Por eso Núñez Feijoo está tratando de aparecer desvinculado del gobierno central. Sin embargo las cosas se pueden torcer bastante, incluso es posible que lo que querían evitar, la solicitud en plena campaña del rescate, se termine llevando a cabo.
Además, los casi cuatro años de gobierno de Núñez Feijoo han supuesto un cierto desgaste también ante su base electoral y, encima, en plena campaña electoral le ha estallado el escándolo del maquillaje de las cuentas gallegas en 2012, con lo que su imagen de “buen gestor” se ha ido al garete. Por supuesto los aspectos que más van a dañar al PP son los recortes generales en sanidad, educación, etc. pero, además, hechos como el escándalo de las preferentes, que afectó en Galicia a miles de personas entre los que una parte apreciable componen la base social del PP y que finalmente han visto como no se les garantizaba la mayor parte del capital invertido, les puede pasar factura. Autónomos y pequeños empresarios, que ya le han visto las orejas al lobo con la subida del IVA, pueden estar pensando en castigar a Rajoy no votando al PP. Feijoo es consciente de que uno de sus principales enemigos es la desmovilización de sus votantes o incluso una cierta dispersión del voto hacia opciones como UPyD o Sociedad Civil y Democracia (el partido de Mario Conde). Por esto, está agitando con el miedo al “tripartito”, en alusión a una futura coalición de gobierno PSOE-BNG-AGE (Alternativa Galega de Esquerdas).

Crisis del reformismo

En lo que respecta a la movilización del voto de la izquierda la principal dificultad es el enorme divorcio entre la política de la dirección del PSG y del BNG y las masas, que no se ha reducido sustancialmente desde que perdieron la Xunta. El giro hacia la derecha emprendido desde hace años por el Bloque, por una parte, y la política procapitalista de la dirección del PSG, por la otra, son el principal obstáculo para vencer al PP. La encuesta del CIS antes citada señala una caída de uno o dos diputados al PSG y un mantenimiento o ligera subida del BNG. Ambos partidos presentan candidatos poco conocidos, sin carisma, y además, se encentran inmersos en una profunda crisis interna.
Lo que permitió al BNG convertirse en la primera fuerza electoral de la izquierda en los 90, adelantando al PSG, fue el hecho de aparecer ante los trabajadores con un perfil combativo, poco institucionalizado y basado en la militancia. Después de “tocar poder” y aplicar una política socialdemócrata en la Xunta, esa imagen en gran medida se ha diluido.
La dirección del BNG no sólo no ha rectificado sino que, en su giro a la derecha, está acentuando más su discurso puramente nacionalista, que presenta los recortes como el producto del poder centralista de Madrid  y obviando la crítica al capitalismo. Sin ir más lejos, Montse Prado, la responsable de campaña, ante la pregunta de un periodista sobre cuál va a ser su alternativa a los recortes, plantea que “más autogobierno, más capacidad para decidir e instrumentos que nos permitan diseñar nuestras propias salidas” (entrevista a La Voz de Galicia, 8-9-2012), sin hacer la más mínima referencia al gran capital como responsable.

Alternativa Galega de Esquerda, hay que dotarse de un programa revolucionario

Un aspecto novedoso de estas elecciones es la formación de la coalición electoral Alternativa Galega de Esquerda (AGE), entre Esquerda Unida y Anova (formación escindida del BNG y encabezada por Xosé Manuel Beiras). Por un lado, Beiras es uno de los políticos más carismáticos, si no el que más, en la historia de la izquierda gallega, producto de su actitud combativa ante el PP en el parlamento gallego en un momento en que ningún cargo institucional tenía esa actitud, ni la capacidad de poner contra las cuerdas dialécticamente al por entonces todopoderoso Fraga. Por otro lado, EU aparece como algo novedoso en la medida que lleva muchas legislaturas fuera del parlamento y sin haberse implicado en tareas de gobierno. Además, algunos potenciales votantes de EU, que en otros momentos no la votaron porque consideraban que como no iba a salir eso significaba tirar el voto y permitir la entrada de la derecha, la votarán en esta ocasión porque sí es una contribución directa para frenar el paso a la derecha.
AGE quiere ocupar el hueco por la izquierda que dejan el BNG y el PSG.  Destaca por un discurso que dispone de una carga anticapitalista clara, lo cual es ya de por sí muy positivo. En las bases programáticas del acuerdo se señala: “Debemos ofrecer al pueblo gallego una herramienta que hegemonice en las calles y en las instituciones una política de izquierdas, real, transformadora y anticapitalista capaz de derrotar las políticas impuestas por la derecha”. Una perspectiva de superación del capitalismo es fundamental si queremos frenar las próximas ofensivas que nos prepara la burguesía, porque en el marco del capitalismo el margen de maniobra no existe.
Además, otro aspecto muy positivo de AGE es que sitúa en un mismo referente a los sectores de la izquierda no nacionalista con las bases de clase y combativas del nacionalismo gallego, rompiendo con esa división artificial y totalmente perjudicial que a lo largo de las últimas décadas hemos vivido.
Por todo lo señalado anteriormente esta coalición tiene un gran potencial de atracción entre jóvenes y trabajadores que están buscando una alternativa lo cual es un hecho muy positivo. La irrupción de AGE en el parlamento gallego con un discurso anticapitalista y apelando a la fuerza de la movilización en la calle, tendría un grandísimo impacto, no sólo en Galicia sino en conjunto del Estado. Tan importante como el voto, es la necesidad de concretar su perfil anticapitalista en un programa genuinamente socialista, que la convierta en una herramienta eficaz de organización y lucha contra este sistema. Además, para IU, es una grandísima oportunidad de enraizarse en la clase trabajadora y la juventud.
La derrota del PP en las elecciones del 21 de octubre sería una magnífica noticia, no solo para los trabajadores gallegos, sino también para el resto de trabajadores del Estado Español, que verían como la “todopoderosa” maquinaria del PP se resquebraja en el terreno teóricamente más favorable para ella.

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