AEG-portadaLa rotunda irrupción de AGE refleja la búsqueda de una alternativa a la izquierda del reformismo

Tras las elecciones gallegas, el PP proclama que la población ha apoyado su política de demolición de las conquistas sociales. Un análisis en profundidad de los resultados muestra lo falso de esta afirmación. Las elecciones evidencian también otro aspecto: la búsqueda, por parte de la clase obrera y la juventud, sobre todo en las zonas urbanas, de una alternativa a la izquierda del reformismo, ha encontrado un cauce de expresión en la coalición electoral Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), formada por IU y Anova.

 

En primer lugar hay que destacar que el PP manipula los datos de participación. En una nueva maniobra sucia, compara los datos de participación el 21 de octubre solamente de Galicia con la participación total (Galicia más la emigración) en 2009. Con ese ardid estadístico afirman que la participación ha caído menos de un punto porcentual (del 64,43% al 63,8%), cuando que la realidad es completamente diferente. La participación en 2009, sin tener en cuenta el voto del exterior, fue del 70,4%. Así que en estas elecciones la participación en Galicia cayó 6,6 puntos porcentuales (y no 0,6 como pretenden hacernos creer). Y este dato tiene importancia para comprender lo ocurrido el 21 de octubre.

A la espera del recuento de los 30.000 votos del exterior emitidos, los resultados son los siguientes:

2012

2009

Votos

% votos

Votos

%  votos

Diferencia votos

variación

PP

653.934

45,72%

789.427

46,68%

-135.493

-17,16%

PSdeG-PSOE

293.671

20,53%

524.488

31,02%

-230.817

-44,01%

Alternativa Galega de Esquerda (IU + ANOVA)

200.101

13,99%

BNG

145.389

10,16%

270.712

16,01%

-125.323

-46,29%

Lejos del apabullante avance del PP que nos quieren presentar, la derecha pierde 135.000 votos, lo que equivale a perder más del 17% de los electores que le apoyaron en 2009. De hecho, el PP, aunque aumenta en número de diputados, baja un punto en porcentaje de voto. El PP ha retrocedido electoralmente en Galicia. Y no poco. Por poner un ejemplo a modo de comparativa, cuando en 2004 el PP perdió las elecciones generales, perdió al 6,7% del electorado que tuvo en el año 2000. En Galicia, perdió tres veces más. De hecho, los 650.000 votos del PP en Galicia son su peor resultado en esta comunidad desde 1989.

Rajoy-y-Feijo-cierre-de-campaa-GaliciaSin embargo, el completo descalabro del PSOE y el BNG les ha permitido mantener la mayoría absoluta en el parlamento gallego. El retroceso de estos dos partidos es apabullante: El PSOE pierde más de 230.000 votantes (el 44% de su electorado de 2009) y el BNG más de 125.000 (más del 46% de su electorado). En total, ambos partidos pierden 355.000 votos. La irrupción de Alternativa Galega de Esquerda (AGE), con unos impresionantes 200.000 votos no son suficiente para contrarrestar la profunda hemorragia que sufren estos dos partidos. En consecuencia, la izquierda pierde 155.000 votos frente a los 135.000 que pierde el PP. Todos caen, pero la izquierda cae más y permite al PP mantenerse en el poder.

En El Militante del mes de septiembre decíamos: “Sin duda, el PP va a ver mermado su apoyo electoral. Sin embargo, aunque el PP retroceda en términos absolutos, la victoria de la izquierda va a depender de que ésta logre aumentar o al menos mantener el apoyo electoral que logró en 2009”. Y esto, lamentablemente, no ocurrió.

Si el PP sigue al frente de la Xunta no se debe a méritos propios, si no a la política completamente equivocada de la dirección del PSOE y el BNG, tal y como ya alertábamos en el artículo mencionado: “El enorme divorcio entre la política de la dirección del BNG y el PSOE y las masas no se ha reducido. El giro hacia la derecha emprendido desde hace años por el Bloque, por una parte, y la política procapitalista de la dirección del PSOE, por la otra, son el principal obstáculo para vencer al PP”

El PP sí es castigado en las urnas

El PP ha sido castigado electoralmente. Dicho esto, podría parecer que el castigo al PP no ha sido tan contundente como cabría esperar. Lo cierto es que Feijoo se presentaba a estas elecciones con un mensaje claro: “en Galicia estamos mejor que en el resto de España”. Armado con una batería de estadísticas y un arsenal de artimañas (la Junta electoral amonestó al PP hasta en nueve ocasiones por violar la ley electoral) recorrió el país. Sin embargo, su mensaje de que “aquí estamos mejor” no caló en todos los sectores. Por supuesto no caló entre la inmensa mayoría de la clase trabajadora. Pero tampoco caló entre sectores de las capas medias urbanas, tradicionalmente del PP. Un dato relevante es que en cada una de las 7 ciudades, el voto combinado de la izquierda superó al PP.

PP

PSOE

AGE

BNG

total izquierda

Dif. Izda-derecha

Ferrol

14.419

7.014

7.013

2.793

16.820

2401

Coruña

48.114

23.649

25.010

9.270

57.929

9815

Compostela

22.174

8.413

11.151

4.336

23.900

1726

Pontevedra

15851

7770

5440

7712

20.922

5071

Vigo

49952

35789

28441

14169

78.399

28447

Lugo

21570

10791

7336

3745

21.872

302

Ourense

21158

13560

6732

4091

24.383

3225

TOTAL

193.238

106.986

91.123

46.116

244.225

50.987

En realidad su discurso hizo especial mella entre los pequeños propietarios del rural, que se mantuvieron fieles a su partido. El carreteo de votos y el control de los caciques, hizo el resto.

Porcentaje de caída del voto del PP

Total Galicia

-17,16

7 ciudades

-19.10

Vigo

-25.39

Comarca de Celanova

-7.72

Comarca de terra Chá

-7.09

Comarca de Chantada

-7,46

Como se observa en el cuadro anterior, la caída porcentual del voto en las ciudades supera considerablemente a la caída del voto en el rural. En el caso concreto de Vigo, la principal ciudad de Galicia, la caída del voto al PP triplica a la que sufre en el interior rural.

En cualquier caso, aun reteniendo casi la totalidad del voto en el rural, el PP no podría haber evitado la derrota si enfrente hubiese tenido un contrincante a la altura.

BNGLa bancarrota del PSdeG y el BNG

Los resultados electorales del PSdeG y del BNG son un acontecimiento de gran trascendencia. Cada una de estas formaciones pierde cerca de la mitad de los votos que obtuvieron en 2009. Y esto se da tras toda la legislatura en la oposición. Por supuesto, gran parte de sus votos fueron a parar a la nueva formación de izquierdas, AGE. Pero eso no hace más que remarcar el alejamiento completo que sufren respecto al sentir de la clase trabajadora. Que una formación que cuenta, formalmente, con apenas dos meses de vida les haya arrebatado decenas de miles de votantes no es una “explicación” a sus resultados, sino una condena a su política reformista y una constatación de que su giro a la derecha espantó a amplios sectores de la clase trabajadora y la juventud.

Y en cualquier caso, sólo una parte del voto que perdieron fue hacia AGE. PSOE y BNG perdieron 355.000 votos. AGE obtuvo 200.000. Si descontamos los votos que obtuvo Esquerda Unida en 2009, hablamos de que otros 150.000 votos de estas formaciones fueron a la abstención, el voto en blanco o el nulo.

psoe_galUna caída de tal envergadura  no responde a un accidente  y sólo puede explicarse por causas profundas. En última instancia es un producto genuino de la época histórica en la que hemos entrado. Una época de decadencia capitalista, de irrupción de las masas en escena, de convulsión social, donde el reformismo ha perdido toda razón de ser y se convierte en reformismo sin reformas o peor aún, reformismo con contrarreformas y ataques a la clase trabajadora.

La crisis del reformismo es un fenómeno internacional. Es la constatación de que la socialdemocracia no tiene absolutamente nada que ofrecer. Esta realidad no siempre se expresa, pero cuando, como en el caso de Galicia, surge una alternativa por la izquierda, se revela con toda claridad.

El próximo período provocará grandes terremotos en el seno de las organizaciones socialdemócratas. En el futuro veremos nuevas crisis, escisiones y surgimiento de corrientes de izquierdas, incluso formalmente “anticapitalistas”. No es posible ya la existencia de partidos reformistas estables porque hoy es inviable un capitalismo de rostro humano, que fue la base material que permitió al reformismo gozar de una base de masas en el pasado.

La irrupción de Alternativa Galega de Esquerda

resultados-elecctoralesEl resultado obtenido por AGE ha supuesto una auténtica conmoción en el escenario político gallego. AGE, coalición entre Esquerda Unida y ANOVA (el grupo pilotado por Xosé Manuel Beiras, recientemente escindido del BNG) surge formalmente hace apenas dos meses. Se presentaban a las elecciones sin dinero, sin locales, y sin estructura, más allá del muy limitado aparato que posee Esquerda Unida (IU) en las ciudades. En realidad, a pocas semanas de la celebración de los comicios, AGE era prácticamente desconocida para amplios sectores de la clase trabajadora gallega (aunque es verdad que Beiras es una figura política de la izquierda nacionalista conocidísima, y percibida como muy combativa, y que IU, aunque muy debilitada en Galicia, es una formación tradicional de la izquierda y que no ha estado implicada en la gestión de la Xunta). Sin embargo, pese al poco tiempo de existencia de la coalición, sus resultados han sido impresionantes. AGE ha sacado más de 200.000 votos, consiguiendo el 14% del total y ha superado al BNG. De hecho, tal ha sido su ascenso que ha superado también al PSOE en la ciudad de A Coruña y en Santiago de Compostela y se ha situado a tan sólo un voto por debajo en Ferrol. Nunca, al menos desde la caída de la dictadura, se había producido un fenómeno de estas características.

El programa de AGE es un programa de izquierdas. Entre los puntos que defiende están la defensa de los servicios públicos, el rechazo a la reforma laboral, la expropiación de la vivienda en manos de la banca, etc. También incorpora a su programa reivindicaciones democrático nacionales. Pero en todo caso su éxito no se ha basado en lo atractivo de su programa concreto, si no en la percepción de que se trataba de una fuerza de combate, dispuesta a enfrentarse de verdad a los recortes de la derecha. AGE ha sido percibida como una organización no institucional, no inserta en el entramado viciado de la democracia burguesa. Y eso conquistó la imaginación de decenas de miles de jóvenes y trabajadores. Los mítines de AGE desbordaron todas las previsiones de asistencia. El ambiente era de gran emoción. Las lágrimas eran habituales. Y lo más importante: cientos de personas se acercaban al finalizar el acto para presentarse voluntarios para colaborar en la campaña electoral. Este ambiente, nada tenía que ver con el que se vivía en los mítines del PSOE y el BNG.

El atractivo de AGE también residió en que era visto como la materialización de la unidad entre el nacionalismo de izquierdas y la izquierda estatal. En los últimos años la clase trabajadora gallega, consciente de la grave situación, ha exigido la unidad en la lucha a sus organizaciones sindicales. AGE era un símbolo de esa anhelada unidad.

Su voto tuvo un importante componente obrero y juvenil. A falta de la publicación de los datos por mesas, electorales, sí sabemos, a través de la prensa, que AGE fue la fuerza más votada en dos mesas del barrio obrero de Caranza (Ferrol) y la primera en el barrio de jóvenes trabajadores de Teixugueiras (Vigo).

Incremento de la abstención, del voto blanco y nulo

El voto a AGE ha concentrado el voto más consciente. Pero no ha sido el único canalizador del descontento. En estas elecciones, cientos de miles de gallegos han expresado su desafección y cabreo de otras formas. 240.000 personas más que en 2009 se abstuvieron. Y en este contexto ese nivel masivo de abstención indica desprecio hacia la política oficial burguesa, fenómeno que se refuerza con los 17.000 gallegos que optaron por la papeleta de “Escaños en Blanco y los 76.000 que votaron blanco o nulo (33.000 más que en 2009).  En total, los votos blanco, nulo o a “escaños en blanco” alcanzaron los 93.000 votos, el 6,33% del total de votos emitidos.

Los resultados de AGE son espectaculares. Pero es evidente que su potencial para concentrar el voto de oposición a los ataques no acaba con los 200.000 votos obtenidos, teniendo en cuenta los cientos de miles que se decantaron por mostrar su rabia de otra forma. Si AGE hubiese contando con más tiempo, con una mayor penetración previa en la sociedad, sus resultados podrían haber sido aun mejores. Y si su programa ofreciera una alternativa acabada, decenas de miles más habrían optado por votarles, viendo en ellos una solución nítida a sus problemas. AGE tiene ahora esa oportunidad.

Un gobierno débil que se enfrentará a la lucha de masas

La derecha respiró con alivio tras las elecciones gallegas. Esos resultados, afirman, avalan la política de recortes del PP. Como hemos demostrado, eso es completamente falso. Tres de cada cuatro gallegos con derecho a voto no votaron a la derecha. La correlación de fuerzas real, en la sociedad es clara: la inmensa mayoría se opone a los recortes y los ataques y lo expresa como nunca en grandes movilizaciones de masas. Lo veremos de nuevo el próximo 14 de noviembre con el seguimiento de la huelga general. Esas son las pruebas reales del ambiente existente, independientemente del impacto que pueda tener toda la campaña propagandística y mediática de la derecha respecto a las elecciones.

Feijoo va a aplicar ahora toda la batería de ataques que retrasó hasta las elecciones, provocando aun más desafección entre sus votantes tradicionales. De Delfín de Rajoy puede pasar rápidamente a ser un personaje completamente odiado. Las elecciones no van a alterar en lo sustancial la perspectiva de una agudización aun mayor de la lucha de clases en Galicia y en el resto del Estado. Pero hay factores políticos que pueden acelerar o retardar este proceso, concretamente, el papel que jueguen las organizaciones políticas de la izquierda.

El BNG ha defraudado totalmente las expectativas que la clase trabajadora depositó en él. En la ciudad más industrial del país, Vigo, el BNG pierde en esta ocasión el 49,11% de los votos. Desde su mejor resultado histórico (casi 400.000 en 1997, cuando superó al PSOE) perdió más del 60% de su electorado. Y en todas las comarcas urbanas, menos Pontevedra, fue superado ampliamente por la AGE. Con cada revés electoral, la dirección del BNG sacaba la conclusión de que había que moderar más el discurso. Y el resultado era cada vez peor. El giro a la derecha llegó tan lejos que un sector de la dirección dijo basta. Sin embargo, la dinámica que habían creado provocó que la corriente  más a la derecha, que había nacido y se había fortalecido en su seno, rompiese con el Bloque, y se lanzase a la formación de un partido galeguista de centro. En el fondo era la conclusión lógica de la tesis defendida por la dirección del BNG (y la UPG) de la necesidad de ganar a la “burguesía con conciencia de país”.

Ese nuevo partido, Compromiso por Galicia, estaba destinado a la irrelevancia. Como escribíamos en El Militante del mes de mayo, “Máis Galiza [corriente que dio lugar a la formación de Compromiso por Galicia] no tiene espacio político. A los empresarios gallegos les va de maravilla con el PP y el nacionalismo de centro izquierda no tiene nada que ofrecerles. Y de lo que no cabe duda es de que la clase trabajadora ignorará a este nuevo grupito” Así Fue. Compromiso, que contaba con dinero y espacios en la televisión (a diferencia de AGE) obtuvo menos de 15.000 votos, por debajo incluso de “escaños en blanco”.

El Bloque se encuentra en una encrucijada. Si quiere volver a ser una herramienta de lucha útil para la clase trabajadora y otros sectores populares debe girar, en palabra y en hechos, a la izquierda.

Un sector tendrá ahora, sin embargo, la tentación de enrocarse y profundizar en un discurso nacionalista sectario (acusando a AGE, por ejemplo, de ser una fuerza política “española” o de estar favorecida por el PP, como ya sugirierno desde algunos ámbitos del nacionalismo). Es un camino a ninguna parte.

Sin embargo, junto al ala más sectaria, encabezada por las capas medias, los profesores universitarios, los profesionales liberales, etc., hay otro sector en el BNG, vinculado a la CIG y los trabajadores, que empujará en la dirección contraria. Los dramáticos acontecimientos que estamos viviendo tendrán también su reflejo, más tarde o más temprano, dentro del BNG, con nuevas divisiones en líneas de clase.

Pero ahora es Alternativa Galega de Esquerda quien tiene una maravillosa oportunidad de enraizarse entre la clase obrera y la juventud y levantar un gran movimiento de resistencia frente a los ataques de la burguesía. Miles de personas miran a AGE. Es imprescindible convertir toda esa simpatía en fuerza organizada. Los compañeros de AGE deben ponerse a la cabeza de las movilizaciones, codo con codo con los sindicatos obreros. En este momento tendrían las puertas abiertas de los centros de estudio y las factorías, para organizar asambleas, reclutar militantes, formar comités de lucha y preparar un plan de acción para hacer frente en la calle a los ataques de la derecha. Para todo esto es también indispensable la clarificación ideológica. AGE tiene un programa de izquierdas, que conecta con las necesidades más sentidas de la población. EsTo es muy positivo. Pero es necesario ahondar más en el programa. Lo cierto es que sin acabar con el capitalismo, sin expropiar a los grandes empresarios para planificar democráticamente los recursos económicos, será imposible huir del drama social en el que ya estamos inmersos. No se puede reformar el capitalismo, aplicarle controles o regularlo. No hay más alternativa que destruirlo y luchar por una sociedad socialista. Pensamos que es imprescindible que AGE se dote de un programa revolucionario, programa que, además de ser el que necesitamos, entusiasmaría a la juventud trabajadora y a la clase obrera.

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