panoramica_sol_14n4Continuar la lucha, con más fuerza, hasta tumbar al gobierno del PP

¡Por un sindicalismo combativo, de clase y democrático!

La huelga general del 14 de noviembre ha sido una nueva y rotunda prueba de la fuerza de la clase obrera y de su disposición a la lucha. El respaldo masivo al paro y las manifestaciones multitudinarias, con la participación de más de cinco millones en las calles, son la mejor evidencia de que existen las condiciones para tumbar al gobierno del PP, dando así un golpe decisivo a la política de recortes y contrarreformas que los capitalistas nos quieren imponer. Para este objetivo es fundamental la estrategia que adopten los dirigentes de CCOO y UGT, que tienen la principal responsabilidad de aprovechar toda la energía desplegada por nuestra clase el 14-N, canalizándola dentro de un proceso de lucha ascendente, con pasos cada vez más contundentes y que, ante la declarada intención del PP de mantenerse en su línea, se tienen que concretar en una nueva convocatoria de huelga general, esta vez de 48 horas.

Pese a los intentos del gobierno del PP y de sus medios afines de minimizar su incidencia y aparentar “normalidad”, el éxito de la huelga general ha sido muy claro. El seguimiento de la huelga fue total en la industria (sector del automóvil, aeroespacial, componentes de automoción, aluminio, celulosa y papel, bienes de equipo, defensa, cobre, siderurgia…); también fue altísimo en infraestructuras y construcción, sector agroalimentario, farmacéutico, textil, limpieza y recogida de basuras, transporte (donde sólo funcionaron los servicios mínimos), aeropuertos, correos, centros de distribución y mercados de abastecimiento. Las aulas quedaron vacías, jugando un papel muy destacado en el sector educativo el llamamiento a la huelga del Sindicato de Estudiantes; igualmente destacada fue la huelga en el sector sanitario, otro de los más afectados por los recortes, y en las administraciones. Telemadrid, TV3 y Canal Sur dejaron de emitir. Por supuesto, el recurso a la “relativa normalidad del comercio”, un argumento clásico de la manipulación informativa burguesa, tampoco podía faltar en esta ocasión. La incidencia en el pequeño comercio no mide el éxito o el fracaso de una huelga general. En este sector se concentran muchos de los trabajadores extremadamente precarizados, donde no existe ni atisbo de organización sindical, para los que secundar la huelga es sinónimo de despido automático. Pero decenas de miles de trabajadores en esta situación expresaron su protesta en las masivas manifestaciones. Dicho esto, precisamente la mayor incidencia de la huelga general en este sector respecto al 29-M es muy sintomático del acelerado resquebrajamiento del apoyo social del PP. En algunas comunidades el cierre del pequeño comercio ha sido total; en muchos barrios obreros de las grandes ciudades la mayoría de las tiendas estaban cerradas y muchas con carteles en los escaparates expresando explícitamente su adhesión a la huelga.
La huelga general movilizó a las capas más oprimidas, más combativas y más frescas de la clase obrera. El ambiente que se respiraba en las manifestaciones era de una combatividad y un ánimo desbordante. Por supuesto, la juventud obrera y estudiantil, especialmente los jóvenes de los institutos movilizados por el Sindicato de Estudiantes, tuvieron un papel y una presencia muy notable en la calle durante el 14-N, poniendo el sello en las manifestaciones e irradiando toda su energía y ganas de lucha. También quedó patente la madurez y el alto nivel de compresión política de los trabajadores en las consignas, que en su mayoría, además de expresar la indignación por la destrucción de la sanidad, la educación, los derechos laborales y otras conquistas, señalaban el corazón del problema: la culpa de la crisis es de los capitalistas, los recortes son un gigantesco saqueo social para beneficiar a la minoría de banqueros y empresarios que dominan la sociedad, que no existe una auténtica democracia sino una dictadura del capital financiero, que si no hay solución habrá revolución…

Campaña mediática contra la “utilidad” de la huelga general

Tras el éxito de la huelga (a pesar del tremendo chantaje patronal, que se ha redoblado con el agravamiento de la crisis, y de la brutalidad policial)  la clase dominante ha desatado una intensa campaña mediática contra la “utilidad” de este método de lucha, con afirmaciones constantes por parte de sesudos analistas y tertulianos “independientes” de que  las huelgas “no sirven para nada”. Lógicamente, ningún trabajador con una mínima experiencia de lucha tenía la expectativa de que con un solo día de huelga se podía alcanzar el objetivo de frenar los ataques del PP. Sin embargo, el éxito de la huelga general ha profundizado aún más el aislamiento y debilidad de la derecha, escenificándola ante todo el mundo, y realzado la crisis general del régimen capitalista en el Estado español. Por otro lado, millones de trabajadores han podido comprobar la magnitud de su fuerza cuando actúan de forma organizada y unida, haciéndose más conscientes de ella. Ambos aspectos, la profundización del aislamiento del gobierno del PP y el ánimo de la clase obrera ante la magnitud de su propia acción, son consecuencias políticas de primer orden, y muy positivas, del 14-N; han creado condiciones aún más favorables para la continuidad de la movilización y la victoria de los trabajadores frente a los planes de la burguesía. La vía para frenar el desmantelamiento de todos nuestros derechos es exactamente la misma que ha permitido a la clase obrera conquistarlos: las huelgas generales, las manifestaciones y la militancia activa en las organizaciones políticas y sindicales de la izquierda. No hay otro camino que el de la lucha.

Sí, hay culpables y hay soluciones. Pero hay que señalarlas con claridad

Toxo y Méndez siguen insistiendo, después de la huelga general, en la exigencia al gobierno del PP de convocar un referéndum sobre los recortes. Esta reivindicación no ha jugado ningún papel en el éxito de la huelga y nadie de la base sindical se hizo eco de la misma en las manifestaciones. Seguir centrando la atención de la lucha en este punto es profundizar en un error. Sólo sirve de hoja de parra con la que los máximos dirigentes sindicales tratan de encubrir su falta de planes y alternativas tras el éxito de la huelga general, como antes sirvió como excusa para retrasar la convocatoria de la huelga general. Desde el punto de vista de los trabajadores, está más que clara la legitimidad y la justeza de su movilización. Desde el punto de vista del gobierno, ¿por qué razón iba a convocar un referéndum sabiendo que va a perderlo? Sería ingenuo pensar que el PP vaya a precipitar su propia caída por algún tipo de escrúpulo democrático. Ignorando la petición de referéndum el gobierno no se desgasta más de lo que ya se está desgastando por aplicar sus brutales planes de ajuste.
Lo único que verdaderamente puede precipitar la caída de la derecha es que la rebelión social en marcha se endurezca, se profundice y se mantenga. Que además tenga objetivos claros e inmediatos: retirada de la contrarreforma laboral; de la contrarreforma educativa franquista; de los recortes en sanidad y educación; de la contrarreforma de las pensiones; expropiación, sin indemnización, de las viviendas en manos de los bancos para garantizar a todas las familias trabajadoras el derecho a un techo digno, en alquiler social no superior al 10% de sus ingresos; condonación de las hipotecas abusivas con las que los banqueros se han enriquecido, y fin inmediato de todos los desahucios; defensa de los derechos democráticos… Y ligar estos objetivos a una alternativa socialista.
Por lo tanto, la táctica más adecuada es aquella que favorece esta perspectiva y le da más fuerza y posibilidades de victoria. Lo primero es cortar en seco el clavo ardiente al que se agarra el gobierno frente a la creciente contestación social. El gobierno dice “comprender” el malestar social, pero que su política es “inevitable”, y además “no hay alternativa”. En el lema de la convocatoria del 14-N los sindicatos señalaban: “Hay culpables, hay soluciones”. Pero eso no es suficiente: hay que decir concretamente quiénes son los culpables y cuál es la solución. Los culpables son los capitalistas, los banqueros y los empresarios. Por tanto no puede haber una solución a la crisis y una política que favorezca los intereses de la mayoría si esta minoría social sigue siendo dueña y señora de las principales palancas productivas de la sociedad. Al reto de la derecha: “¿qué alternativa tenéis?, ¡estamos en una economía de mercado!” hay que responder bien claro y alto que la crisis del capitalismo no se puede resolver con más capitalismo; que sí hay una alternativa al desempleo masivo, a los recortes y a la falta de futuro: nacionalizando todo el sistema financiero y las grandes empresas, bajo el control democrático de los trabajadores, para poner en marcha un plan de inversiones y producción al servicio de la mayoría de la sociedad, aumentando masivamente el gasto social y suspendiendo el pago de intereses por deuda pública a los grandes bancos y especuladores. Sólo así se puede luchar contra la lacra del paro, que afecta ya a cerca de seis millones de trabajadores, defender los servicios sociales y aumentar las condiciones de vida y los salarios. Sí, hay que acabar con el control asfixiante que los banqueros y los grandes monopolios ejercen sobre la sociedad, porque ésta es la única forma de implantar una auténtica democracia. Hay que garantizar que los recursos económicos, la tecnología y la ciencia estén al servicio de la mayoría de la población y no subordinadas al máximo beneficio de una pequeña minoría de parásitos. El capitalismo es una amenaza para la humanidad. Hoy más que nunca el auténtico dilema es: socialismo o barbarie.

Siguiente paso: huelga general de 48 horas con ocupación de los centros de trabajo

La huelga general del 14-N lejos de dar un respiro a los dirigentes sindicales que les permita replegar el movimiento temporalmente, está inflando las velas de la lucha obrera. La consigna gritada hasta la saciedad en las manifestaciones, ¡Sí se puede!, concreta perfectamente este estado de ánimo: Somos fuertes, somos más, podemos derrotar al PP. En las próximas semanas y meses las movilizaciones se van a endurecer, radicalizar y ampliar, como ya está sucediendo con la magnífica huelga de cuatro días de la sanidad madrileña, con las de los trabajadores de Telemadrid, de Metro y EMT también en la capital, o con la huelga de seis días convocada en Iberia contra un ERE que plantea el despido de 4.500 operarios.
Si el gobierno no retrocede, como todo indica, lo que tienen que hacer los dirigentes sindicales es sintonizar  con el estado de ánimo real del movimiento, que sabe muy bien que no hay nada que perder, y convocar inmediatamente otra huelga, que unifique la multitud de luchas que se están desarrollando, pero esta vez de 48 horas e introduciendo además otro elemento: la ocupación de fábricas, centros de trabajo, hospitales y ambulatorios, institutos y universidades. Si los capitalistas y sus representantes en el gobierno sólo ofrecen destrucción de empleo, recortes y retroceso de derechos, los trabajadores podemos demostrar que la sociedad es perfectamente viable sin ellos, no los necesitamos para producir, para distribuir justamente la riqueza y para garantizar el futuro de la juventud. De hecho, el afán de beneficios de unos pocos y su dominio sobre los recursos generados por la mayoría es precisamente la causa fundamental de la catástrofe social que estamos viviendo, un sufrimiento totalmente injustificado, innecesario y que los trabajadores tenemos la fuerza para poder detener.
Más que nunca, los trabajadores comprendemos la necesidad de estar organizados, de la importancia de tener sindicatos para defendernos de la ofensiva de los capitalistas; pero al mismo tiempo, y precisamente por ello, somos muy críticos con la pasividad de las direcciones sindicales ante la ofensiva patronal en muchas empresas, con la falta de continuidad de las anteriores huelgas generales, y sabemos que para tumbar al gobierno el camino es fortalecer la rebelión social que ya está extendiéndose.
Ahora se ve más claramente que nunca que la lucha contra los recortes está vinculada a la lucha por transformar profundamente los sindicatos, a la lucha por un sindicalismo combativo, de clase y democrático. Para ello, la organización y la militancia política son claves para que estas ideas lleguen a la base de nuestros sindicatos, a más trabajadores y jóvenes. La lucha en las calles, en las fábricas, en los centros de estudio, es el camino, pero tiene que completarse con la organización consciente de todo ese caudal de fuerza. Es el momento de levantar una alternativa revolucionaria, con una política genuinamente socialista.

¡Construye con nosotros esa alternativa!
¡Únete a la Corriente Marxista El Militante!
¡Viva la lucha de la clase obrera!
¡Sí podemos!

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