Aunque la penúltima sentencia, la del pasado mes de noviembre, era clara al respecto, planteando que los trabajadores debían ser readmitidos en sus fábricas en el plazo de cinco días, o si no recibir los salarios mes a mes hasta la resolución del Supremo, la empresa hizo una interpretación interesada del texto y ofreció a los trabajadores de Madrid su reincorporación en las plantas de Bizkaia, A Coruña, Málaga, Sevilla y Valencia. Además, nada más empezar 2015, Coca-Cola se puso manos a la obra para continuar con el desmantelamiento de la fábrica de Fuenlabrada, preparando el terreno ante un posible fallo favorable a los trabajadores del TS que obligaría a la inmediata reapertura de la planta. Para evitar esta situación Coca-Cola quiere desmantelar la planta madrileña lo antes posible y así argumentar que no se puede readmitir a los trabajadores en Fuenlabrada porque ya no hay fábrica.
El 15 de enero, en torno a las 7 de la mañana, un importante despliegue de antidisturbios se dispuso a cortar la calle de acceso a la planta, a la vez que escoltaba a su interior a los trabajadores subcontratados para continuar con el desmontaje pieza a pieza de las líneas de producción. Ante la previsión de que esto pudiera suceder los trabajadores habían hecho un llamamiento durante los días previos para que todo el que pudiera se acercara a la planta. Desde primera hora varios centenares de personas nos concentramos para tratar de impedir este atropello, siendo respondidos con golpes y porrazos. Finalmente hubo cuatro heridos que recibieron atención hospitalaria, un detenido y decenas de contusionados. La saña con la que este frente único, integrado por la patronal, el gobierno del Partido Popular y las fuerzas policiales, golpea a la plantilla de Coca-Cola para desmantelar la fábrica de Fuenlabrada, no es casual. Son conscientes de que no estamos ante un conflicto más, sino ante una lucha ejemplar que está poniendo en práctica una reivindicación estratégica para el conjunto del movimiento obrero: el puesto de trabajo no se vende, se defiende.

Sólo la movilización contundente obligará a Coca-Cola a cumplir las sentencias

El impacto que causaron las imágenes de la Policía Nacional protegiendo a una gran multinacional que, cosechando beneficios multimillonarios, se dedica a despedir injustamente a cientos de trabajadores y a saltarse la legalidad con ayuda de los golpes de la policía, fue tan importante que, aunque en un principio la Delegación del Gobierno y, según decían los trabajadores, el propio ministro del Interior, habían dado orden para que los antidisturbios estuvieran seis días cortando la calle y protegiendo el desmantelamiento, la presión social hizo que ese mismo día la policía tuviera que abandonar la zona. Lo sucedido estas semanas es un claro ejemplo de que las leyes y los mandatos judiciales sólo se respetan y se hacen cumplir cuando es en beneficio de los poderosos, cuando no es así, las leyes y sentencias se convierten en papel mojado.
En estos momentos Coca-Cola ha dado el paso de contratar entre 80 y 120 guardas de seguridad privada, muchos de ellos con perros, para permanecer dentro de la fábrica. Sin duda un claro mensaje de que sus intentos de continuar con el desmantelamiento no han acabado.
Esta lucha se puede ganar. Pero para ello la dirección de CCOO de Madrid no puede limitarse a emitir comunicados de apoyo y dar publicidad a las convocatorias en las redes sociales. Debe llevar a cabo los mismos métodos que utilizan los compañeros de Coca-Cola, organizando inmediatamente una huelga general en todo el sector de la alimentación de Madrid, como paso hacia una huelga general en toda la región contra la destrucción de empleo, por la defensa de los derechos laborales, los salarios y los servicios públicos. Esta es la mejor manera de coronar con éxito la movilización ejemplar de los trabajadores de Coca-Cola y sus familias, y dar un golpe decisivo a la patronal y al gobierno del PP que le sostiene.

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