El efecto de las políticas del Ministerio de Educación, encabezado por José Ignacio Wert, es demoledor: en los últimos dos años la universidad ha perdido más de 45.000 estudiantes fruto del aumento desorbitado y vergonzoso de tasas (un 66%) y el recorte de becas. La masificación en las aulas crece año tras año, se recortan los presupuestos de los centros, se continúa reduciendo el número de profesores, etc. Las comunidades autónomas donde gobierna la derecha se llevan la palma. Por ejemplo, en la Comunidad de Madrid se han perdido más de 20.000 plazas públicas de Educación Infantil en los tres últimos años y en Valencia más de 7.500 estudiantes han comenzado el curso en barracones.
Como demuestra la lucha de los últimos años, el PP está en minoría absoluta en la calle. Su gobierno ha perdido la poca legitimidad que tenía, pero quiere aprovechar lo que queda de legislatura para destruir por completo las conquistas sociales. Ahora se preparan para aprobar nuevos recortes del gasto social por valor de 43.000 millones de euros hasta 2017, mientras los recursos destinados a la inversión educativa, en caída libre, se encuentran en niveles de 1987.
Y es que la educación pública ha sido una de las dianas en esta ofensiva de la derecha. Quieren devolvernos a los años del franquismo, cuando solamente los hijos de los ricos tenían garantizado su derecho al estudio y para ello han elaborado un plan para desmantelarla, que comienza con la contrarreforma franquista de la educación (LOMCE), que entrará en vigor este curso. Pero no queda ahí la cosa. Wert quiere implantar el copago en todas las etapas educativas que no sean obligatorias. Es decir, privatizar por completo la educación y que sólo pueda estudiar Bachillerato o Formación Profesional superior quien pueda pagarlo. Como ya impuso CiU en Catalunya, con tasas de 400 euros para la FP, o Lucía Figar del PP en Madrid, ahora quieren extenderlo a todo el estado. A esto hay que añadir que la multimillonaria y número dos del Ministerio de Educación, Montserrat Gomendio, ya anunció públicamente que quieren eliminar el sistema general de becas y reemplazarlo por préstamos bancarios. Los banqueros, a partir de ahora, también se forrarán a costa de lo que debería ser un derecho, estudiar en la universidad, sangrando aún más a nuestras familias.
Por otro lado, también han anunciado el recorte de los grados universitarios de 4 a 3 años. Con esta medida pretenden que el grado sea un título absolutamente devaluado, que no servirá (como ya ocurre en muchos casos) para acceder al mercado laboral, obligando así a estudiar, para obtener una cualificación suficiente, un máster o posgrado cuya disparatada matrícula está fuera del alcance de los hijos de los trabajadores. Además, si en los grados el porcentaje de estudiantes de la universidad privada es de un 8%, en el caso de los estudios de posgrado es de un 38%. Esta medida supondrá en la práctica la privatización de la universidad y una nueva oleada de expulsión de cientos de miles de jóvenes del sistema universitario.

Movilizaciones desde principios de curso

Todos estos ataques han sido contestados una y otra vez a través de la lucha en la calle. Este comienzo de curso está siendo igual de combativo que los últimos años. En Mallorca la Asamblea Docente ya ha convocado huelga para el 15 de septiembre contra los recortes educativos, los ataques al catalán y la persecución a la que se ven sometidos los profesores que defienden una educación pública de calidad. En el País Valencià, el Sindicat d’Estudiants ha convocado huelga el 18 de septiembre ya que en este inicio de curso a las deficiencias, a la masificación, a la pervivencia de los barracones, hay que sumar una temperatura insoportable en las aulas, que en muchos casos supera los 27 grados, límite fijado por ley. En Madrid, los padres y madres del Colegio Público Arcipreste de Hita llevan 80 días encerrados en contra de la supresión de un aula mientras sí se abren en los colegios concertados de la zona. Estos ejemplos demuestran que la comunidad educativa sigue en pie de guerra contra la política educativa del PP y que la Marea Verde es más fuerte que nunca.
La movilización sí sirve y es el único camino posible contra este gobierno que nos ha declarado la guerra. Llamamos a todos los estudiantes a convertir el mes de octubre en una rebelión en los centros de estudio, en la que celebremos miles de asambleas, encierros y concentraciones para organizar una gran huelga general los días 21, 22 y 23 que paralice toda la educación, vaciando todos los institutos y universidades públicas y tomemos las calles. También llamamos a las direcciones de los sindicatos del profesorado —CCOO, UGT, STEs y CGT— y a la CEAPA (organización de padres y madres) a que convoquen con nosotros esta huelga general de tres días. ¡Es el momento de luchar de verdad! ¡Todos juntos podemos echar a Wert y sus ataques!

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