¡Por la huelga del campo en la vega de Sevilla!

Lo que ha comenzado a despertar en la vega cordobesa del Guadalquivir, a raíz de la exitosa huelga de 12 días -desde finales de octubre hasta el 6 de noviembre-, es la organización de los trabajadores y su conciencia de clase. En Palma del Río, que fue el epicentro de la movilización, un mes después siguen las concurridas asambleas semanales organizadas por el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT, antiguo SOC) con las cuadrillas del campo y de los almacenes de la naranja.

¡Por la huelga del campo en la vega de Sevilla!

Lo que ha comenzado a despertar en la vega cordobesa del Guadalquivir, a raíz de la exitosa huelga de 12 días -desde finales de octubre hasta el 6 de noviembre-, es la organización de los trabajadores y su conciencia de clase. En Palma del Río, que fue el epicentro de la movilización, un mes después siguen las concurridas asambleas semanales organizadas por el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT, antiguo SOC) con las cuadrillas del campo y de los almacenes de la naranja.

De la huelga han surgido decenas de nuevas luchadoras y luchadores, pues a las jornaleras las hemos visto desde el comienzo en la primera línea de los piquetes y de las asambleas. Se está recuperando el espíritu de participación obrera como no se veía desde hacía tiempo. Sólo por este resultado valió la pena la huelga. Para muchos jóvenes del medio rural, muchos albañiles en paro, ésta ha sido su primera huelga. Las mujeres de Palma del Río ya habían protagonizado una lucha importante hace dos años y la ganaron con la ayuda del SOC y la implicación masiva de los jóvenes del pueblo con el Sindicato de Estudiantes.
Los pueblos de Posadas, Palma del Río, Fuente Palmera, Hornachuelos y otros estás experimentando un brote de participación en defensa de las conquistas de la huelga. Estas son: cumplimiento del convenio del campo de Córdoba y fin del trabajo a destajo, la limitación de la subcontratación y de la cadena de intermediarios de la patronal que roban el salario a los jornaleros, la ampliación del empleo mediante la adopción de cuadrillas de 24 trabajadores y no de 12 o 15 como sucedía antes de la huelga, el respeto de los derechos de los inmigrantes a disfrutar del convenio, más reparto y rotación del trabajo, aumento del empleo. Y sobre todo: el control obrero del cumplimiento del convenio, a través de una comisión de jornaleros y jornaleras elegida por una gran asamblea, que visita los tajos.

El desarrollo de la huelga

Una asamblea de medio millar de trabajadores y trabajadoras en Palma, organizada por el SAT, dio inicio a la huelga el viernes 23 de octubre. En un ambiente de ebullición, propiciado por el paro en la comarca, la consigna de la unidad entre trabajadores de todas nacionalidades se impuso gracias a la orientación consciente del sindicato, y por la tendencia natural de la clase hacia la unidad. Los piquetes empezaron a reunirse en las plazas y transformarse en asambleas de cientos. Tajos y almacenes de la comarca se paralizaron y así quedaron durante dos semanas. Cada tres días, miles de trabajadores y pequeños comerciantes, familias enteras recorrían Palma en manifestación. Todas las decisiones se tomaban en asamblea. La movilización derrotó a los medios de comunicación patronales, que intentaron sembrar la confusión publicando las acusaciones de xenofobia que ASAJA dirigía contra el SAT (!). Llegó un punto, en el transcurso de la huelga en el que cientos de trabajadores de Palma decidieron dirigirse hacia la vecina vega sevillana, haciendo asamblea en Lora del Río. Y fue en ese momento que la patronal ASAJA y la Junta de Andalucía, alarmadas por la posible extensión de la huelga a Sevilla, se sentaron con las direcciones cordobesas de CCOO y UGT del campo y con el Ayuntamiento de Palma para firmar un acuerdo de "buenas prácticas", es decir el cumplimiento del convenio. Al SAT y a la asamblea les tocó el trabajo más importante: vigilar los tajos para el cumplimiento del convenio.

Las enseñanzas de la huelga

No basta con firmar convenios. Hay que hacerlos respetar, y más en medio de una crisis económica donde todas las excusas de la patronal parecen buenas para explotarnos cada día más. Para ello, sólo vale el sindicalismo combativo y a pie de tajo, junto a la generalización de la lucha. En la actualidad, los convenios provinciales del campo, vigentes en Andalucía, no son respetados por la patronal, igual que no respetaba el de Córdoba. Eso demuestra que la actitud de los dirigentes de CCOO y UGT que firmaron los convenios debería cambiar. Su orientación es "solamente ir donde nos llaman los trabajadores", lo que no sólo limita la lucha, sino que no sirve para que la patronal cumpla el convenio.  Siguiendo esta pauta, los sindicalistas de los pueblos intervienen de manera esporádica en los tajos donde les llaman los trabajadores para defenderse. Y en cuanto el sindicalista abandona el tajo o almacén y dobla la esquina, el manijero y el patrón vuelven a presionar e incumplir (como no hay contrato los despidos son a dedo: "mañana no vengas", y fuera). Día tras día, los sindicalistas van corriendo de un tajo para otro sin poder modificar la situación general. Es como tapar boquetes en un barco que se hunde.
Al contrario, lo que se necesita en plena ofensiva patronal es una lucha que canalice el descontento obrero hacia la participación y la lucha generalizada, creando un ambiente de confianza de la clase obrera en sí misma, lo que permite la vigilancia directa de los trabajadores y el repligue de la patronal, atemorizada. Si un sindicato no sabe defender los convenios que firma con la patronal, difícilmente podrá defender a la clase en este contexto tan duro en el que los ataques se están recrudeciendo.
Las luchas obreras ganan si son conducidas de manera participativa y democrática. Cuando los trabajadores perciben que la lucha está en sus manos, es decir que se sienten dueños de su movimiento, entonces con facilidad multiplican los piquetes, extienden la lucha, implican a la mayoría de la población, se ofrecen para construir el sindicato, garantizan la unidad. Y luego, defienden las conquistas y siguen participando.
Aunque la precariedad laboral y el paro puedan dificultar la labor sindical, los obstáculos objetivos pueden ser vencidos con la determinación y la constancia. El SOC-SAT no ha dejado de hacer asambleas en los pueblos, incluso cuando acudían pocas personas, planteando la necesidad de la lucha. La fragmentación de la clase en muchos tajos, el desempleo y la esclavización del sector inmigrante aprovechando su desconocimiento del convenio, no pueden ser excusa para renunciar a buscar caminos para movilizar y unificar a la clase. Los métodos de lucha clásicos al final siempre afloran a la superficie, si se le ofrece una posibilidad y un cauce, y a su vez permiten expresar lo mejor de las potencialidades obreras.
En el campo, el 95% de los trabajadores no pueden votar ni ser elegidos como delegados sindicales, debido a la precariedad del trabajo donde los contratos no existen. Por lo tanto, el SOC-SAT no tiene la "representatividad" formal para firmar acuerdos a nivel provincial, a pesar de contar con la mayoría de militantes y de los más combativos entre los jornaleros de una provincia o una comarca. Sin embargo, esta norma antidemocrática no ha impedido el éxito de una huelga tildada de ilegal por la patronal. Tampoco ha impedido que la huelga la iniciase y la terminase una votación de los trabajadores en asambleas, sin importar su afiliación sindical.

La vega sevillana necesita también la huelga

El éxito de la  huelga ha aliviado la situación en el lado cordobés y ha fortalecido a la clase. En el lado sevillano de la vega, los problemas sociales son idénticos. En pueblos como Brenes, Villaverde, La Rinconada, La Algaba, Burguillos, Cantillana, Lora, Alcalá del Río, el paro ha crecido entre un 30% y un 45% con respecto a 2008. Terratenientes y propietarios de almacenes proceden a la recolección con cuentagotas para que suba el precio de la naranja. Esta situación puede durar meses, mientras el paro aumenta. El trabajo a destajo, sin horario, las ETTs, la sobreexplotación de las pocas personas empleadas, la falta completa de recursos en muchas barriadas son el pan de cada día. En muchos casos, ya es la falta de pan. Mientras tanto, intermediarios y terratenientes se están poniendo las botas. Existen todas las condiciones para la huelga general del campo. Es urgente que la exitosa huelga de Córdoba sea conocida y que los sindicatos de clase se orienten a la huelga en la vega de Sevilla. La actitud de la patronal registrada hace un mes, de temor ante la extensión de la huelga de Córdoba a Sevilla, indica que las posibilidades de éxito son reales. Una consigna tan sencilla como el respeto del convenio podría poner en pie de lucha a los pueblos. 

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