El referéndum celebrado este 16 de noviembre en Ecuador para modificar la Constitución se ha saldado con una derrota espectacular de Daniel Noboa, la marioneta local de Donald Trump. El descontento social profundo con el Gobierno de este millonario de extrema derecha se ha impuesto, infligiendo un duro revés a su agenda autoritaria y de sometimiento servil a Washington.

Las preguntas del plebiscito eran cuatro: las primeras tres para hacer reformas a la actual constitución, la última para llamar a una Asamblea Constituyente que  permitiera a Noboa elaborar una nueva carta magna a su medida. Con una participación superior al 80%, en las cuatro consultas se ha impuesto ampliamente el No.

Rechazo masivo a las bases yanquis y la sumisión a EEUU

La primera de estas consultas planteaba el regreso de las bases estadounidenses al país, que prohíbe la actual constitución, aprobada en 2008 al calor del ascenso revolucionario que vivía entonces el país. Esta modificación ha sido rechazada por 1.124.860 votos (60,05%) frente a 748.240 a favor (39,95%). Un resultado que expresa la oposición multitudinaria al imperialismo estadounidense pero también a la brutal campaña de terror lanzada por Noboa y la oligarquía ecuatoriana para justificar con la excusa del narcotráfico y la inseguridad ciudadana sus medidas autoritarias y represivas y su sometimiento al imperialismo estadounidense.

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El referéndum para modificar la Constitución se ha saldado con una derrota espectacular de Daniel Noboa, la marioneta ecuatoriana de Donald Trump. El descontento social profundo con el Gobierno de este millonario de extrema derecha se ha impuesto. 

Desde su primera campaña, cuando ganó la presidencia en noviembre de 2023, Noboa ha afirmado que la seguridad solo será posible con la intervención de EEUU. Para ello reafirmó el acuerdo suscrito con Washington por el anterior Gobierno de Guillermo Lasso, que permite la entrada de tropas norteamericanas al país. Además, durante la campaña para su reelección (en abril de este año) Noboa anunció sendos acuerdos con la empresa estadounidense de mercenarios Blackwater para “mantener el orden en el país” y con Trump para recuperar la base militar estadounidense de Manta y construir otra nueva en las Islas Galápagos. Este acuerdo es el que ha sido rechazado masivamente.

Con la excusa del narcotráfico y la lucha contra la delincuencia, Noboa ha militarizado en 14 ocasiones de forma total o parcial el país. La última este mismo mes de octubre para reprimir salvajemente el paro nacional convocado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE) y los sindicatos. Y la anterior coincidiendo con la segunda vuelta de las  presidenciales, para imponer su propia reelección.

La utilización del narco y la violencia para justificar sus medidas antidemocráticas ha sido contestada por los hechos. 2025 está siendo el año más violento desde que se lleva registro: masacres en las cárceles, crecimiento del crimen organizado, delincuencia común, etc. La militarización no hace más que agravar la situación.

El narcotráfico, que según diferentes estimaciones representa entre el 5 y 6% del PIB[1], persiste porque es una fuente de ingresos esencial para la oligarquía ecuatoriana. Noboa es la prueba de ello: las empresas bananeras de su familia tienen lazos comprobados con el tráfico de drogas a Europa y Norteamérica. ¿Cómo va a combatir algo de lo que él mismo y sus amigos oligarcas se benefician?

Todo el discurso sobre la lucha contra el narco solo pretende justificar la intervención militar estadounidense, y es parte del juego imperialista de Trump en toda América Latina. Las bases yanquis en Ecuador buscan reforzar la influencia militar estadounidense en la costa del Océano Pacífico, clave para los proyectos de la Ruta de la Seda chinos, que prevén un incremento aún mayor de los intercambios comerciales entre Suramérica y el gigante asiático, que ya es su principal socio comercial. 

Hasta en las regiones donde se planteaba instalar las bases, sometidas a una intensa campaña prometiendo que eso significaría crecimiento económico, inversiones y creación de empleo, el no obtuvo un 60,2%.

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Con la excusa del narcotráfico y la lucha contra la delincuencia, Noboa ha militarizado en 14 ocasiones de forma total o parcial el país. La última este mismo mes de octubre para reprimir salvajemente el paro nacional convocado por la CONAIE. 

“4 a cero al narco bananero”

Esta consigna, que centenares de miles cantaban por todo el país tras conocerse los resultados del referéndum, celebrando la derrota del Gobierno ultraderechista en las cuatro preguntas muestra la fuerza que existe y la correlación real, a pesar de la demagogia, amenazas y falsas promesas desplegadas por el Gobierno.

La pregunta número dos consultaba sobre el financiamiento público de los partidos políticos. El Gobierno argumentaba que eliminar o recortar este financiamiento permitiría usar esos recursos en asuntos más urgentes para la población. Noboa, utiliza sus recursos como uno de los hombres más ricos de Ecuador y los de sus amigos oligarcas para financiar su partido. Su objetivo es tener parlamentarios de bolsillo que legislen a su favor sin ningún tipo de control, y que el recorte en la financiación, unido a la represión y amenazas contra los partidos indígenas y de otras minorías y las fuerzas de izquierda, debiliten la oposición a sus políticas.

El líder ultraderechista estaba convencido de que la decepción de muchos votantes con la política oficial y los dirigentes de la izquierda reformista, que no han brillado por velar de forma consecuente por los derechos de la clase obrera, facilitaría sus planes. Pero las masas entendieron lo que estaba en juego y un 57,4% votó no.

El recorte de la financiación iba unido a la reducción del número de parlamentarios de 150 a 73, que planteaba la tercera consulta del referéndum. El Gobierno empleó la misma excusa, prometiendo utilizar los recursos que ahorraría un Parlamento más reducido para mejorar la calidad de vida de la población. Aunque fue la pregunta con el resultado más ajustado, el 52.9% también la rechazó.

Por último, la cuarta pregunta trataba de la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Esta consulta era esencial para los planes de Noboa de elaborar una nueva constitución que allane el camino a la agenda de ataques y recortes a los derechos democráticos y sociales que la oligarquía ecuatoriana y el imperialismo estadounidense vienen planificando hace tiempo.

El Trump ecuatoriano quiere una constitución que le permita gobernar el país como su hacienda privada y  seguir entregándolo a las multinacionales imperialistas y el Fondo Monetario Internacional, como hicieron los Gobiernos anteriores de Lenín Moreno y Guillermo Lasso, pidiendo préstamos al FMI y siguiendo al pie de la letra sus condiciones.

Esto significa llevar al límite la precarización de la clase obrera ecuatoriana mientras aumentan las grandes fortunas de los oligarcas, incluyendo la del propio Noboa y su familia, dueña del principal imperio bananero del país. Las intenciones autoritarias y antiobreras que se ocultaban detrás de la maniobra de la Constituyente eran evidentes. Más del 80% del tiempo que lleva Noboa como presidente ha mantenido al país en estado de excepción, con los derechos democráticos restringidos.

El ejemplo más claro fue la brutal represión del Gobierno contra el paro nacional que durante 30 días mantuvieron las comunidades indígenas, sindicatos y estudiantes en septiembre y octubre que dejó 3 muertos reconocidos oficialmente, varios desaparecidos y más de un centenar de heridos y detenidos. Esta maniobra de disfrazar su ofensiva bonapartista y autoritaria con una Constituyente fue la que cosechó mayor rechazo: un 61,65%.

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Más del 80% del tiempo que lleva Noboa como presidente ha mantenido al país en estado de excepción. El ejemplo más claro fue la brutal represión del Gobierno contra el paro nacional de septiembre-octubre, que dejó 3 muertos reconocidos oficialmente. 

Ahora, echar a Noboa con una política revolucionaria

Este resultado selló la derrota absoluta del Gobierno en el referéndum y el triunfo de la campaña realizada por la izquierda, encabezada la propia CONAIE, que tras levantar el paro nacional llamó a continuar la lucha organizando asambleas en cada región para impulsar la campaña por el No en este referéndum. El partido correísta Revolución Ciudadana y el resto de la izquierda también hicieron campaña por el No.

La derrota electoral del Gobierno es más significativa porque Noboa y su Gabinete recurrieron a todo tipo de promesas y maniobras para captar votos: aprobación de subsidios momentáneos para estudiantes, ancianos y madres solteras. Pero esto, lejos de borrar las imágenes de la brutal represión que aplicó contra el paro nacional en las regiones indígenas de Cotopaxi, Imbabura y el resto del país, le ha pasado factura.

La desconexión absoluta del multimillonario bananero respecto al sentir de la población se evidenció durante toda la campaña por el Sí. Tanto es así que se presentó al punto de votación en un Porsche valorado en casi 300 mil dólares. Esto atizó la rabia de centenares de miles que lo acusaron de mostrar un total desprecio por la precarización que sufre la inmensa mayoría de la población.

Aunque Noboa reconoció su derrota electoral ante los medios, negó rotundamente que esto sea un rechazo a su Gobierno, tratando de restarle importancia asegurando que era una simple consulta que quería realizar y que el resultado no modifica en nada los planes de su Gobierno. 

La realidad es que este revés lo ha dejado profundamente tocado y ha comenzado una purga en su Gabinete. Las primeras víctimas han sido la ministra de Trabajo Ivonne Núñez y el ministro de Agricultura Danilo Palacios y se espera que caigan muchos más.

La clave es aprovechar esta derrota del Gobierno y la inyección de moral que significa para pasar a la ofensiva. Antes del referéndum, el 5 de noviembre, Noboa se reunió  con la secretaria de Seguridad  Nacional de Trump Kristi Noem en Manta, uno de los dos lugares donde se instalarían las bases militares, mostrando lo seguros  que ambos estaban de que el Sí ganaría y seguirían con sus planes. 

Tras esta derrota ni Noboa ni Trump van a renunciar a su agenda reaccionaria e imperialista. El Gobierno de Lasso le dejó una herramienta valiosa: el acuerdo firmado con Washington planteando la entrada de tropas estadounidenses en cualquier momento si el Gobierno declara que la democracia está en peligro y así lo solicita. 

El Ejecutivo también ha solicitado un nuevo crédito al FMI, e insistido en que la política de “acercamiento”, en realidad sometimiento total a EEUU, continuará. Esto significa que su agenda de ataques a los derechos democráticos y sociales no se detendrá. Por eso es esencial que los movimientos indígenas y obreros se unan desde sus bases para convertir la fuerza y capacidad de movilización mostradas en las urnas el domingo 16 en un plan de lucha para echar a Noboa y la ultraderecha del poder.

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La lucha para derrocar a Noboa debe ir unida a levantar una izquierda revolucionaria  con un programa socialista que plantee la expropiación de las multinacionales, los bancos y las grandes empresas para ponerlas bajo control de la clase obrera y el pueblo. 

El triunfo del No es un rechazo a las políticas neoliberales del Gobierno, al imperialismo estadounidense que quiere someter al Ecuador y al conjunto de Latinoamérica a sus condiciones, pero también a la oligarquía y el capitalismo.

Hay que plantear una política revolucionaria que canalice la rabia y fuerza que se mostró en las urnas y se trasladó masivamente a las calles, con decenas de miles celebrando la derrota de Noboa.

El primer paso debe ser unificar las reivindicaciones del conjunto de las masas oprimidas: indígenas, movimiento obrero, movimiento feminista y LGTBI… planteando un plan de lucha ascendente para echar a Noboa mediante la huelga general y la acción directa de las masas.

Este plan de lucha debe ir unido a levantar una izquierda revolucionaria  con un programa socialista que rompa con las políticas reformistas de aceptación y gestión del sistema y plantee la expropiación de las multinacionales, los bancos y grandes empresas para ponerlos bajo la gestión directa de la clase obrera y el pueblo y resolver de una vez por todas las necesidades de la población.

 

[1]15 cifras que desnudan la economía detrás de la corrupción y el crimen organizado en Ecuador

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