´La clase obrera francesa ha vuelto a dar la mayoría a la izquierda en unas elecciones regionales. El pacto electoral para la segunda vuelta de las regionales, entre el Partido Socialista, Europa Ecológica y el Frente de Izquierda (coalición esta última cuyo indiscutible protagonista es el PCF) ha conseguido más del 54% de los votos. Se trata de los mejores resultados para la izquierda desde 1981. La Unión por un Movimiento Popular, UMP, liderada por Sarkozy, ha sido la gran perdedora, recibiendo menos del 35% de los sufragios. Por otra parte, el elevado índice de abstención1 -prácticamente la mitad del electorado ha despreciado la participación en estas elecciones- evidencia un importante escepticismo sobre la utilidad de las instituciones para resolver los problemas de la mayoría de la población.
´La clase obrera francesa ha vuelto a dar la mayoría a la izquierda en unas elecciones regionales. El pacto electoral para la segunda vuelta de las regionales, entre el Partido Socialista, Europa Ecológica y el Frente de Izquierda (coalición esta última cuyo indiscutible protagonista es el PCF) ha conseguido más del 54% de los votos. Se trata de los mejores resultados para la izquierda desde 1981. La Unión por un Movimiento Popular, UMP, liderada por Sarkozy, ha sido la gran perdedora, recibiendo menos del 35% de los sufragios. Por otra parte, el elevado índice de abstención1 -prácticamente la mitad del electorado ha despreciado la participación en estas elecciones- evidencia un importante escepticismo sobre la utilidad de las instituciones para resolver los problemas de la mayoría de la población.

Varapalo a Sarkozy

A diferencia de lo que suele ser habitual, la derecha ha sido la mayor perjudicada por la abstención. Tres años después de su llegada a la presidencia, Sarkozy ha defraudado a una parte de las capas medias así como algunos sectores más atrasados de la clase obrera, que confiaron en su discurso demagógico. El proyecto de emular la poderosa figura de De Gaulle para dirigir con autoridad y mano firme los destinos del país, ha sufrido otro importante golpe. La clave de este nuevo fracaso se debe, esencialmente, a la debilidad del sistema que defiende y representa. La burguesía francesa suma a la actual recesión que asola el conjunto de la economía capitalista, su particular proceso de declive alimentado por la pérdida de posiciones en el mercado mundial en beneficio de otras potencias imperialistas.
Frente a este fracaso electoral de la derecha tradicional, la prensa burguesa está amplificando el 10% conseguido por el ultraderechista Frente Nacional de Le Pen. Sin embargo, esta organización de corte fascista, que sólo ha presentado listas en una tercera parte de las regiones, obtiene unos resultados bastantes alejados de los 5,5 millones de votos que le dieron casi un 18% en las elecciones presidenciales de 2002, cuando  incluso superó al PS. Por tanto la extrema derecha no avanza, sino que retrocede respecto a comicios anteriores.

Polarización política.
La izquierda en la encrucijada

Aunque la abstención también ha afectado a los trabajadores, difícilmente podemos achacar este hecho a la pasividad del movimiento obrero, teniendo en cuenta que Francia es uno de los países europeos con una mayor y más prolongada conflictividad social y que durante el pasado marzo, coincidiendo con la convocatoria electoral, se han producido huelgas en el transporte, la educación y la sanidad públicas.
Las elecciones han reflejado la profunda polarización política existente en el país, prueba de que la sociedad francesa no consigue retornar a un período de sosiego y estabilidad social. De hecho, la radicalización política de amplios sectores de la clase trabajadora se ha ido expresando en diferentes acontecimientos de la vida política del país: victoria del no en el referéndum sobre la Constitución Europea; huelgas generales y movimiento juveniles muy potentes, como el que mantuvo en jaque al gobierno contra el mal llamado plan de empleo juvenil en 2006; avance en las elecciones presidenciales de candidatos de extrema izquierda, por citar algunos.
Esta realidad ha tenido sus efectos en los dos grandes partidos tradicionales de la izquierda, el Partido Socialista y el Partido Comunista, que en los últimos años han pasado por una situación de crisis interna y pérdida de apoyo social. En declaraciones al día siguiente de las elecciones regionales, la primera secretaria del PS, Martine Aubry, señaló: "Los franceses han rechazado la política injusta de Sarkozy, que ha hecho regalos fiscales a los que más tienen, que ha protegido a los bancos y a los banqueros, pero que está poniendo en peligro la sanidad y la educación públicas", y hablaba de la necesidad de "consolidar esta izquierda solidaria que se ha reencontrado con los franceses"2.  Efectivamente, se trata de un cierto reencuentro después del pronunciado giro a la derecha del PSF, que con casi el 30% de los votos se recupera en parte del mediocre 16,4% que consiguió en las elecciones europeas de junio de 2009. No está de más, sin embargo, recordar que la anterior victoria de la izquierda en las regionales no impidió el triunfo de Sarkozy en 2007.
Otro tanto se puede decir del Frente de Izquierdas, liderado por el PCF y en el que también participa una escisión de izquierdas del PSF. La recuperación de apoyo electoral del PCF en la primera vuelta de las regionales, obtuvieron el 6% de los votos, contrasta con el 2% que cosechó el NPA (Nuevo Partido Anticapitalista, impulsado por la antigua LCR). Con unas expectativas desatadas tras los resultados de las elecciones presidenciales, los resultados del NPA son una contundente respuesta a todos aquellos que desprecian el papel de las organizaciones tradicionales del movimiento obrero.
A pesar de todos los errores cometidos por sus dirigentes, de sus múltiples crisis, estas organizaciones siguen siendo consideradas por la clase trabajadora como suyas. Inevitablemente, amargas decepciones como la provocada por el gobierno Jospin3, provocan un alejamiento y rechazo temporal por parte del movimiento. Sin embargo, es un grave error interpretar el castigo en las urnas4 como el RIP para organizaciones que durante décadas han sido el instrumento político a través del cual se han expresado los trabajadores. Precisamente, por las decepciones sufridas, la clase obrera no está dispuesta a abrazar fácilmente nuevas alternativas políticas por más radical y revolucionaria que sea la imagen con que éstas se presenten ante ella. Ganar a sectores de la vanguardia para las ideas del marxismo revolucionario y conquistar la conciencia de amplios sectores del movimiento obrero no es tarea rápida ni sencilla. Junto a unas ideas, programa y métodos correctos, se requieren grandes y profundos acontecimientos sociales. Y, una de las primeras condiciones para abordar dicho objetivo con posibilidades de éxito es comprender dónde sitúa su atención política el movimiento obrero.
Los resultados electorales plantean una conclusión: batir definitivamente a la derecha dependerá de la capacidad de las organizaciones de la izquierda, y de los sindicatos de clase, especialmente de la CGT, para movilizar en la calle todo el descontento social que existe.

1. De un 53,6% en la primera vuelta y un 48,12% en la segunda.
2. El País, 22/03/2010
3. Dicho gobierno, del PS con participación del PCF entre los años 1997 y 2002, desarrolló una agresiva política de privatización del sector público.
4. En las elecciones presidenciales de 2002 el candidato del PS, Lionel Jospin, consiguió el 16,18% de los votos, quedando por detrás del FN de Le Pen y, Robert Hue, candidato del PCF, obtuvo 3,4%. En las presidenciales de 2007 la candidata del PC, Marie-George Buffet, consiguió un reducido 1,94%.

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