“A la rapiña, el asesinato y el robo lo llaman gobernar, crean la desolación y lo llaman paz”. (Tácito)

Este 13 de octubre, en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheij, se culminaba la infamia.  Donald Trump presentaba el plan para convertir Gaza en una colonia bajo control estadounidense e israelí, legitimando así el genocidio sionista contra el pueblo palestino.

La farsa vendiendo este plan criminal como “acuerdo de paz”,  con veinte jefes de Estado  rindiendo pleitesía a Trump y aplaudiendo sus mentiras, pasará a la historia como una de las páginas más abominables del imperialismo y el colonialismo.

Completar el genocidio  

Donald Trump, el hombre que ha financiado y armado durante meses al régimen nazisionista de Netanyahu para perpetrar una masacre que, según la Relatora de la ONU para Palestina, ha segado ya más de 680.000 vidas (380.000 de ellas niñas y niños) se ha dado un baño de popularidad.

Saludado por los Gobiernos de países árabes como Egipto, Jordania, Turquía, Catar, o por Pedro Sánchez y otros presidentes  europeos como “el pacificador de Oriente Medio”, su plan para convertir Gaza en un protectorado colonial se ha presentado como una “oportunidad para la paz y el diálogo”. ¡Qué cinismo más asqueroso! Es como si en 1945, tras la Segunda Guerra Mundial, hubiesen celebrado las masacres y crímenes de Hitler y Mussolini con el aplauso internacional.

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La farsa vendiendo este plan criminal como “acuerdo de paz”,  con veinte jefes de Estado  rindiendo pleitesía a Trump y aplaudiendo sus mentiras, pasará a la historia como una de las páginas más abominables del imperialismo y el colonialismo. 

La asquerosa campaña de mentiras vendiendo este acuerdo no es casualidad. El genocidio contra el pueblo palestino ha levantado un tsunami de indignación y rabia por los cinco continentes, con movilizaciones masivas y combativas en Europa y EEUU. Esta rebelión global ha puesto en jaque a numerosos Gobiernos, obligándoles a reconocer que hay un genocidio y marcar distancias públicamente con el régimen sionista.

Aunque a la hora de la verdad ninguno ha roto relaciones diplomáticas y comerciales como exige la calle, la fuerza de este levantamiento global representa el único obstáculo real que han encontrado los planes de Trump y Netanyahu, impactando dentro del propio Israel. Su continuidad y extensión, y especialmente la posibilidad de que contagiase al mundo árabe, amenaza con provocar una insurrección masiva en la región y echar por tierra sus planes. Y hay que acabar con esta movilización ejemplar.

Por eso, estos dos criminales, con el apoyo de todos los Gobiernos capitalistas han acelerado la firma de un acuerdo que consagra sus objetivos fundamentales: controlar Gaza para explotar sus recursos (gasíferos, agrícolas, pesqueros, etc.) y poner en marcha los planes de reconstrucción, especulación inmobiliaria y explotación del sector turístico, para que centenares de bancos y empresas israelíes, estadounidenses, europeas y de todo el mundo ya han firmado contratos millonarios.

Por supuesto, el pueblo palestino, la parte que permanezca en Gaza, será privado de todos sus derechos y reducido a mano de obra esclava

Además, Trump envía un mensaje al mundo: igual que han arrasado Gaza y están anexionándose a punta de fusil Cisjordania sembrarán el caos y la destrucción donde haga falta para no perder su supremacía frente a China y Rusia.

Repartiéndose el botín

El ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, aseguraba el 18 de septiembre que “la Franja de Gaza se está convirtiendo en una auténtica bonanza inmobiliaria” y que el plan para su futuro “ya está sobre el escritorio del presidente Trump”.

Desde un foro inmobiliario en Tel Aviv, el ministro afirmó que “Israel ha comenzado conversaciones con Estados Unidos para elaborar un plan de desarrollo para el enclave. Hemos pagado mucho dinero por esta guerra, ahora debemos decidir cómo repartir los porcentajes de la tierra en Gaza”, dijo Smotrich. “La fase de demolición es siempre la primera en un proyecto de renovación urbana. Esa parte ya la hicimos; ahora toca empezar a construir”[1].

Solo alguien que viva en una burbuja puede creerse los artículos periodísticos hablando de un supuesto puñetazo en la mesa de Trump contra Netanyahu y un revés para la ultraderecha nazisionista liderada por el propio Smotrich o el ministro de Seguridad Itamar Ben Gvir. Solo hay que ver la imagen de los diputados de la Knéset aplaudiendo a rabiar al jefe imperial. 

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Mientras Gaza es convertida en colonia, Cisjordania está siendo anexionada por el Estado sionista bajo la forma de un salvaje apartheid. 

Así lo dijo de claro el presidente norteamericano: “Israel, con nuestra ayuda, ha ganado todo lo que podía ganar por la fuerza de las armas. Han ganado. Quiero decir, han ganado. Ahora es momento de traducir esas victorias contra los terroristas en el campo de batalla en el premio definitivo: la paz y la prosperidad para todo Oriente Medio (...) Fabricamos las mejores armas del mundo, y tenemos muchas, y, francamente, le hemos dado muchas a Israel". Y definió a Netanyahu como “un hombre de coraje y patriotismo excepcionales, cuya colaboración hizo tanto para que este día trascendental fuera posible”.

Trump también señaló otro de los  factores que han hecho posible esta farsa: "Ahora los países árabes quieren invertir, no destruir…convertir armas en escuelas, túneles en hospitales, odio en prosperidad".

Solo que en los planes de reconstrucción de Gaza no destacan precisamente las escuelas ni los hospitales, sino los hoteles y resorts de lujo en las playas de la Franja, o los trenes de alta velocidad comunicando esas mismas playas con Israel y los territorio ocupados a sangre y fuego por los colonos fascistas en Cisjordania. Una Cisjordania que, mientras Gaza es convertida en colonia, está siendo anexionada por el Estado sionista bajo la forma de un salvaje apartheid.

Sánchez y los Gobiernos árabes, cómplices necesarios

La liberación de los 2.000 prisioneros palestinos o el retorno de miles de familias se presentan como la vuelta a una normalidad esperanzadora. Para una población que ha sido masacrada cualquier cosa que suponga un alivio en su martirio, aunque sea mediante un chantaje salvaje como este, será recibida como algo mejor. Pero no debemos engañarnos.

La experiencia sobre los incumplimientos de promesas de Trump y Netanyahu es muy larga y las terribles consecuencias de este plan no serán fáciles de tragar ni para el pueblo palestino ni para los millones que están movilizados en las calles.

Para intentar que esta farsa tenga recorrido, Trump y Netanyahu se han asegurado la presencia de muchos Gobiernos árabes y europeos en la ceremonia de Egipto. Es un gesto muy necesario para garantizar la impunidad de los genocidas y pasar a los negocios futuros, de los que nadie quiere perderse una tajada.

En este espectáculo bochornoso ha destacado el entusiasta apretón de manos entre Pedro Sánchez y Trump, que echa por tierra todo el discurso del presidente español erigido en un supuesto defensor de la causa palestina en Occidente. Es realmente indigno, de un cinismo nauseabundo. Y luego en una entrevista en la cadena SER el mismo Sánchez defiende con total naturalidad  que este acuerdo no impedirá “llevar a los genocidas ante la justicia”. Increíble pero cierto.

En la estrategia diseñada desde Washington y Tel Aviv también ha sido clave que Hamás haya firmado esta primera parte del plan, siguiendo las indicaciones de sus mentores de Catar. Todo esto ha causado un gran estupor, desconcierto y muchas preguntas dentro del movimiento de solidaridad internacional.

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En este espectáculo bochornoso ha destacado el entusiasta apretón de manos entre Pedro Sánchez y Trump, que echa por tierra todo el discurso del presidente español erigido en un supuesto defensor de la causa palestina en Occidente. 

Obviamente el chantaje y la presión imperialista son muy fuertes. Y la amenaza que pesa sobre el pueblo palestino es letal. Pero una cosa es aceptar condiciones draconianas impuestas por la superioridad de las armas, y como resultado de una derrota política y militar, y otra muy diferente sumarse a aplaudir a los verdugos y reconocerles un papel positivo.

En declaraciones a Sky News, un dirigente de Hamás, el Dr. Basem Naim dejó clara la posición de la organización integrista: "Sin la intervención personal del presidente Trump en este caso, no creo que se hubiera llegado al final de la guerra (…) Sí, agradecemos al presidente Trump y sus esfuerzos personales para intervenir y presionar a Israel para que ponga fin a esta masacre y carnicería"[2]. Y agregó que Hamás estaría dispuesto a hacerse a un lado para que un organismo palestino gobierne Gaza. Pero este organismo palestino –como ya hemos explicado en anteriores declaraciones- estará constituido por simples marionetas en manos de Trump y Netanyahu[3].

Los comunistas revolucionarios siempre hemos defendido el derecho del pueblo palestino a la autodefensa armada, pero las armas siempre están supeditadas a una política determinada. En nuestra opinión, la lucha armada revolucionaria debe apuntar contra el opresor colonial y contra el capitalismo. Eso fue lo que demostraron las victorias en Vietnam contra la intervención del imperialismo estadounidense, o en Cuba y Nicaragua.

Esta farsa de negociación responde  a quienes idealizan a una organización integrista y burguesa como Hamás presentándola como la única vía de resistencia palestina contra el ocupante sionista. El objetivo de Hamás no es acabar con el capitalismo en Oriente Medio, ni derrocar a los regímenes árabes burgueses de los que dependen financiera y políticamente. Por eso mismo no han pretendido en ningún momento extender a estos el movimiento de masas que ha estallado en Europa y en EEUU, porque eso podría desencadenar alzamientos revolucionarios que pondrían en jaque a la clase dominante de la zona.

La rebelión continúa

La apuesta del imperialismo, del sionismo y de sus cómplices occidentales está clara. Con el plan acordado y que Sánchez respalda, la Gaza palestina será un gigantesco campo de concentración rodeado por todas partes de tropas sionistas. Los planes de limpieza étnica podrían dar un paso adelante trascendental, mediante nuevos acuerdos con Egipto y otros países árabes para que abran sus fronteras y levanten campamentos de internamiento que  se pueden convertir fácilmente en permanentes, siguiendo el modelo de los que ya hay en Líbano y Jordania, o los que tiene Erdogan en Turquía para los refugiados sirios. Todos estos países recibirán generosas subvenciones para actuar como carceleros del pueblo palestino.

En la conciencia de millones este plan es una completa estafa, que prepara una nueva vuelta de tuerca en el genocidio. Pensar que en este marco se podrá hacer realidad un Estado Palestino es una broma cruel. Nada de esto sucederá siguiendo el pacto firmado.

Por eso hay que redoblar la lucha. La movilización de millones en el Estado español entre el 2 y el 5 de octubre, los centenares de miles que se manifestaron en Londres el 11, denunciando ya la farsa que representa esta “paz”, demuestra que está maniobra imperialista y sionista se va a enfrentar a una oposición masiva en todo el mundo.

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En la conciencia de millones este plan es una completa estafa, que prepara una nueva vuelta de tuerca en el genocidio. Pensar que en este marco se podrá hacer realidad un Estado Palestino es una broma cruel. 

El 15 de octubre volveremos a tomar las calles en el Estado español al grito de pararlo todo para parar el genocidio. Y en las movilizaciones también denunciaremos esta nueva infamia hecha a medida de los verdugos del pueblo palestino.

 

Notas:

[1]El ministro ultra israelí Smotrich prevé un “boom” inmobiliario en Gaza tras la guerra

[2]Un funcionario de Hamás agradece a Donald Trump por el acuerdo de alto el fuego, pero le dice a Sky News que Tony Blair no es bienvenido

[3]Hamas praises Trump but says Tony Blair not welcome in post-war Gaza role – as it happened

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