El 26 de noviembre de 2007 hubo un "incidente" en la Central Nuclear de Ascó I (Tarragona). Las barras de combustible radioactivo que se introducen en el reactor nuclear se transportan con un tubo de transferencia. Estos tubos, una vez vaciado el combustible radioactivo de su interior, son lavados para descontaminarlos. El agua empleada para este fin se trata como residuo nuclear. Los bidones que contenían este agua se vertieron en la piscina del reactor de Ascó I. El vaciado produjo vapores radiactivos que fueron absorbidos por un extractor y emitidos (el 95%) alrededor del recinto de la central (en un radio de 50 metros de la chimenea).

El 26 de noviembre de 2007 hubo un "incidente" en la Central Nuclear de Ascó I (Tarragona). Las barras de combustible radioactivo que se introducen en el reactor nuclear se transportan con un tubo de transferencia. Estos tubos, una vez vaciado el combustible radioactivo de su interior, son lavados para descontaminarlos. El agua empleada para este fin se trata como residuo nuclear. Los bidones que contenían este agua se vertieron en la piscina del reactor de Ascó I. El vaciado produjo vapores radiactivos que fueron absorbidos por un extractor y emitidos (el 95%) alrededor del recinto de la central (en un radio de 50 metros de la chimenea).

Este incidente no se ha dado a conocer ni a la opinión pública, ni a los organismos responsables de la seguridad nuclear, ni a los propios trabajadores hasta principios de abril de 2008. Tan sólo lo conocían una decena de directivos.
Detallar los pormenores del "incidente" es tarea difícil. No sólo porque la dirección de la central ocultó los datos, sino porque sigue informando a cuentagotas, reconociendo sólo lo que ya no puede ocultar o otros han sacado a la luz. Quien quiera saber qué sucedió realmente no le quedará más remedio que esperar nuevas investigaciones que harán que las del día anterior queden desfasadas. Un ejemplo de última hora: el 22 de abril se supo que una empresa que gestiona la chatarra no contaminada de la nuclear ha detectado en uno de sus camiones partículas radioactivas cuando llegó a la empresa ubicada en Reus, a 62 kilómetros de Ascó.

Todo bajo control. Los trabajadores de la central fueron "tranquilizados" por la dirección con estas vergonzosas palabras: "Si juntas todas las partículas radioactivas en un bocadillo y te lo comes, no sería peligroso para la salud". Estas tristes explicaciones no generan la más mínima confianza en una población que ya asiste con rutina a la ocultación de datos cada vez que hay algún incidente en alguna de las industrias de alto riesgo de las que está sembrada toda la zona.

El presidente de la CEOE, en declaraciones a la Cadena Ser, el 23 de abril, no duda en hacernos el siguiente chantaje: "No hay que excluir tampoco la energía nuclear y no se puede poner encima de la mesa problemas de la energía nuclear relacionados con la seguridad o con los residuos o con cosas parecidas. Si al final llegamos a la conclusión que a lo mejor hay que hacer alguna más, pues hombre, en estos momentos de crisis, de crisis de empleo... todos sabemos que la energía nuclear necesita mucho hormigón y mucha mano de obra...".

No menciona, sin embargo, en qué "nuevas" condiciones se gestionan las nucleares con el paso del tiempo. Un informe de CCOO dice: "La reducción de costes ha llevado a una sustitución cada vez mayor de personal propio por subcontratado". El 48% de los trabajadores son subcontratados y que la plantilla siempre rota, pues la empresa siempre está a la búsqueda de proveedores más baratos. Las cuentas claras: máximo beneficio supone mínima seguridad.

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