El pasado 13 de noviembre más de medio millón de trabajadoras y trabajadores sanitarios, vecinos y vecinas de los barrios obreros y de las ciudades del sur, jóvenes y jubilados, dimos una lección de dignidad, determinación y conciencia de clase. Unimos nuestras fuerzas en una sola voz que sonó atronadora en las calles de Madrid al grito de ¡Sanidad Pública! Y ¡Ayuso dimisión!

El Madrid obrero levantado contra Díaz Ayuso

Esta desbordante demostración de fuerza no ha caído del cielo. Es la explosión de toda la rabia, la furia y la frustración que hemos ido acumulando durante unos años muy duros. Duros porque durante la pandemia más de 7.000 de nuestros mayores murieron abandonados en las residencias. Porque hemos perdido a muchos seres queridos gracias a que Ayuso, el PP y sus políticas criminales han devastado la sanidad pública con sus recortes. Porque hemos visto a nuestros vecinos y vecinas nutriendo las colas del hambre y del desempleo. Porque a los que vivimos en barrios obreros se nos trató como escoria y se nos prohibió salir a “contagiar” a los barrios ricos.

Puede que lo peor de la pandemia ya haya pasado. Pero la situación social continúa siendo crítica. El retroceso en nuestras condiciones de vida es palpable. No solo es la precariedad, el paro, los desahucios o la subida de precios generalizada que se come nuestros salarios. Es que además, los servicios públicos que deberían garantizar nuestros derechos más básicos están siendo destruidos con el mayor descaro por la representante más destacada de la extrema derecha a nivel estatal: Isabel Díaz Ayuso.

La manifestación multitudinaria de Madrid fue un clamor en defensa de la sanidad pública, sí, pero también contra todo lo que Ayuso representa. Contra su clasismo y su franquismo. Contra las becas para cayetanos mientras la educación pública de nuestros hijos e hijas se degrada. Contra el empobrecimiento que arrasa nuestros barrios, mientras la especulación inmobiliaria nos niega una vivienda digna y accesible. Contra los negocios multimillonarios que su familia y sus amigos empresarios han hecho y siguen haciendo a costa de estafarnos y robar dinero público a manos llenas.

Un golpe demoledor a la política de paz social de las direcciones sindicales

Esta histórica manifestación ha sido también una respuesta contundente a todos los que han tratado de sembrar el desánimo y la impotencia frente a la “todopoderosa” presidenta de la CAM. Los que predicaban que “la gente no se mueve” o que la gente “es tonta” porque Ayuso ganó las elecciones.  Pues bien, aquí hemos tenido un ejemplo atronador de que nada de esto es cierto.

Ha sido el movimiento por abajo, de cientos y miles de activistas en asambleas por la sanidad pública, asociaciones de vecinos, plataformas y movimientos sociales los que han dado cauce y forma a un descontento que ya no podía más. Son esas manos y esas cabezas las que se han puesto a la obra desde hace meses para defendernos de la demolición de la sanidad pública. Así ocurrió este verano en las calles de Parla, Leganés, Getafe y otras ciudades obreras. Pero ahora hemos dado un salto de gigante. El trabajo de pico y pala, desde abajo, explicando en los barrios, ambulatorios, en el metro, colgando pancartas en los autobuses, agitando y organizando una respuesta unitaria, ha conectado con el sentir general.

El resultado de todo este trabajo, ha puesto a Ayuso en una situación crítica. Una movilización de masas que ha conseguido infinitamente más que toda la estrategia de acuerdos podridos y paz social defendida por los dirigentes burocratizados de los grandes sindicatos y la izquierda parlamentaria. Han sido precisamente esos acuerdos podridos y esos pactos de no agresión con Ayuso, en los que esos dirigentes han cedido una y otra vez limitándose a negociar cuánto se recorta y cómo se recorta, los que nos han llevado a esta situación catastrófica. ¡Hay que romper con todo eso!

Un movimiento tan poderoso y la brutal presión de sanitarios, activistas y usuarios, ha sido la única razón por la que CCOO, UGT y SATSE rompieron el vergonzoso pacto que habían alcanzado con la Consejería de Sanidad y que avalaba el plan de ataques contra las urgencias extrahospitalarias.

Ahora los responsables del sindicato Amyts han caído en la misma trampa firmando un acuerdo con la Consejería de Sanidad que avala en lo fundamental los planes de Ayuso, renunciando a la apertura con médico de 27 de los 37 SUAP que existían antes de la pandemia, dejando solo 10 centros de urgencias extrahospitalarias para atender a más de 3 millones de personas en la ciudad de Madrid, y reduciendo la plantilla de los ambulatorios rurales. Un acuerdo que se firma a pocos días que comience la huelga indefinida de pediatras y médicos de familia, que iba a sumar nuevas fuerzas a esta batalla decisiva contra Ayuso y su Gobierno.

Los dirigentes de Amyts se han contagiado de la misma enfermedad que la burocracia de CCOO y UGT: en lugar de apoyarse en la fuerza del movimiento, negocian migajas ridículas y dan la espalda a la lucha.

Es el momento de asestar un golpe definitivo a Ayuso y sus políticas

¡Por una huelga general de los servicios públicos en la CAM!

La experiencia nos está mostrando cuál es el camino: la movilización más masiva. Los movimientos sociales, las asambleas vecinales y plataformas, la izquierda y los sindicatos combativos que están impulsando la lucha en los barrios, llamando a la huelga y paros en la sanidad, no podemos dar ninguna tregua a Ayuso.

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Ha sido el movimiento de cientos y miles de activistas en asambleas por la sanidad pública, asociaciones de vecinos, plataformas y movimientos sociales los que han dado cauce a un descontento que ya no podía más. 


Es necesario dar continuidad a la movilización de la sanidad pública madrileña. Levantar asambleas y comités de huelga en todos los centros, ambulatorios y hospitales, de trabajadores y vecinos, que organicen la lucha y que terminen con los servicios mínimos abusivos impuestos por la CAM, y que decidan democráticamente los pasos a dar.

La clave de nuestro éxito está en hacer esta lucha más fuerte, amplia y poderosa. Extenderla todo lo posible y volver a golpear con todas nuestras fuerzas. No es solo la sanidad. ¡Son todos los servicios públicos los que están bajo ataque! Por eso es el conjunto de la clase trabajadora quienes debemos salir a defenderlos.

Hemos demostrado con creces que tenemos la fuerza para echar abajo a Ayuso y todos sus planes. Podemos darle la vuelta a la situación. Podemos recuperar todo lo robado. Pero para ello hay dar un paso más y  poner en funcionamiento el arma más poderosa que tenemos. Es el momento de plantear una huelga general de todos los servicios públicos de Madrid ¡Sobran razones! ¡En defensa de la sanidad, la educación y todos los servicios públicos! Y si con esto no es suficiente, ¡Una huelga general de todos los sectores en la CAM!

La única manera de lograr recuperar nuestra sanidad y educación públicas, de revertir los recortes y acabar con la pesadilla que Ayuso y el PP representan para la clase trabajadora es así, y no mediante negociaciones a puerta cerrada con esta trumpista a la que nunca vamos a convencer. El único lenguaje que entiende esta reaccionaria es el de la fuerza de la movilización.

Si algo hemos aprendido en estos años es que las palabras, los discursos en los Parlamentos y las declaraciones de intenciones no sirven de nada si no van acompañadas de lucha y de calle. Así hemos conseguido siempre cada uno de los derechos que hoy nos quieren arrebatar. Los dirigentes de CCOO y UGT y de la izquierda parlamentaria de Más Madrid y UP deben tomar nota y abandonar su estrategia inútil de desmovilización y paz social, en Madrid y a nivel estatal. ¡Porque eso solo ha beneficiado a la derecha! Si quieren aportar, deben impulsar y convocar esta huelga general y un plan de movilizaciones ascendentes y contundentes hasta vencer.

Esta es la propuesta que hacemos desde Izquierda Revolucionaria y el Sindicato de Estudiantes al movimiento y los activistas  que impulsaron la gran manifestación del 13 de noviembre.

¡No hay ni un minuto que perder! ¡Construyamos ya la huelga general!

¡Sí se puede!

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