El pasado domingo 3 de marzo, miles de trabajadores, trabajadoras y jóvenes nos manifestamos en Gasteiz en recuerdo de los trabajadores masacrados hace 48 años.  La manifestación, convocada por la mayoría sindical vasca y la asociación de víctimas Martxoak 3, y apoyada por decenas de colectivos sociales, como Ezker Iraultzailea e Ikasle Sindikatua, fue un éxito rotundo y demostró como la masacre perpetrada por la policía armada hace casi 5 décadas permanece en la memoria de la clase trabajadora y la juventud gasteiztarra, que, como cantamos en la manifestación, ni olvidamos ni perdonamos.

Ese 3 de marzo de 1976, una masiva asamblea, con miles de trabajadores se reunía en la iglesia de San Francisco, en el barrio obrero de Zaramaga para discutir los siguientes pasos de una lucha que se había iniciado semanas antes y que ese día culminó con una potente huelga general. La asamblea fue tan masiva que varios miles se quedaron fuera, rodeados por un despliegue gigante de los grises, que actuaban bajo las órdenes de los fascistas Martín Villa y Fraga.

El 3 de marzo de 1976, una masiva asamblea, con miles de trabajadores fue atacada salvajemente por la policía que actuaban bajo las órdenes de los fascistas Martín Villa y Manuel Fraga. 

Nada más empezar la reunión, la policía comenzó a arrojar botes de gases lacrimógenos al interior de la iglesia, contando para ello con la permisividad y el beneplácito del obispo. Cuando los trabajadores salieron de la iglesia, por miedo a la asfixia que muchos de ellos comenzaban a sufrir, la policía comenzó a cargar salvajemente y a utilizar munición real, asesinando a 2 trabajadores en el acto y dejando numerosos heridos, muchos de ellos graves, 3 de los cuales fallecieron días después. Los audios de los mandos policiales tras provocar la matanza son estremecedores aunque también muy clarificadores de lo que aquel día ocurrió: “Hemos contribuido a la paliza más grande de la historia. Esto ha sido una masacre”.

48 años después, la misma represión

La manifestación del domingo transcurrió con total normalidad y con la participación de colectivos como pensionistas, estudiantes y familias enteras. Como todos los años, durante todo el recorrido se respiraba un ánimo y una combatividad inspiradoras y se gritaban consignas contra la represión y en defensa de la clase trabajadora.

Cuando los manifestantes llegamos a la calle La Paz, a la altura de El Corte Inglés, nos encontramos con un despliegue de decenas de Ertzaintzas armados hasta los dientes y con sus cascos, porras y escudos preparados para cargar en cualquier momento, en una actitud completamente intimidatoria. Una provocación en toda regla.

Cuando la mitad de la manifestación ya había pasado ese punto, estos provocadores con porra y placa decidieron cargar salvajemente y sin ningún miramiento, agrediendo brutalmente a jóvenes, mayores y todo el que se pusiera por delante. Se emplearon a fondo para cortar y reventar la manifestación, incluyendo incluso munición de FOAM, prohibida desde hace años, y dejando varios detenidos y numerosos heridos, entre los que se incluye una mujer que quedó inconsciente a causa del impacto de una bala de goma. Las imágenes de varios agentes infiltrados en la manifestación para provocar disturbios y forzar una carga se hicieron rápidamente virales y demuestran como todo esto fue una operación coordinada y preparada de antemano. La consigna era clara: la manifestación debía ser cortada y reventada.

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El 3 de marzo de este año, la polícía, estos provocadores con porra y placa, cargaron salvajemente agrediendo brutalmente a jóvenes, mayores y todo el que se pusiera por delante, empleándose a fondo para cortar y reventar la manifestación.

Sin embargo, pese a todas las maniobras y cargas, no consiguieron su objetivo y miles de personas terminamos abarrotando la plaza de los fueros de Gasteiz, en un ambiente de camaradería y cantando La Internacional para recordar y homenajear a las víctimas de la masacre, pero también para decir que muchas de las reivindicaciones por las que lucharon aún están encima de la mesa, como la depuración del aparato del Estado, que sigue trufado de fascistas, machistas y reaccionarios.

La Transición se cerró como un paripé, en la que los mismos responsables de la dictadura, de la policía o la judicatura siguieron en sus puestos convertidos en demócratas de toda la vida. Y por supuesto, se cerró sobre los cadáveres y la sangre de cientos de luchadores, que aún no han sido reconocidos, y con la total impunidad para los responsables políticos y policiales de estos crímenes. Ni Fraga, ni Martín Villa, ni ningún prohombre del franquismo fue juzgado por el asesinato de nuestros 5 hermanos el 3 de marzo de 1976.

Esta actuación demuestra que muy pocas cosas han cambiado en el aparato del Estado desde aquel marzo del 76. Si la Ertzaintza hubiese dispuesto de munición real, no hay ninguna duda de que hoy estaríamos hablando de la masacre del 3 de marzo de 2024.

La derecha vasca ¿una aliada para defender la memoria histórica? 

En el último mes hemos visto muchas actuaciones salvajes por parte de la Ertzaintza: en Tolosa, donde un joven perdió un ojo por un pelotazo o en la UPV de Gasteiz, reprimiendo una sentada durante la celebración de Herri Unibertsitatea.

Las policías autonómicas, en este caso la Ertzaintza, no son ejemplos de nada. Ni son democráticas, ni son del pueblo, ni mucho menos una "alternativa" a los cuerpos represivos estatales. Están formados y dirigidos por los mismos elementos ultraderechistas que comandan la Policía Nacional, la Guardia Civil o que copan la judicatura del resto del Estado.

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Las policías autonómicas, en este caso la Ertzaintza, no son ejemplos de nada. Ni son democráticas, ni son del pueblo, ni mucho menos una "alternativa" a los cuerpos represivos estatales. 

Esto también debería servir para desnudar la política represiva e hipócrita del PNV. A las 11 se presentan en el monolito en homenaje a los asesinados en la masacre y dos horas después ordenan a su guardia pretoriana, la Brigada Móvil, reventar la manifestación. Por si eso fuera poco, el consejero de Seguridad del PNV, Josu Erkoreka, cuando es preguntado por las infiltraciones policiales, utiliza la carcajada como respuesta. ¿Este es el PNV al que la dirección de EH Bildu tiende la mano un día sí y otro también para “llevar al camino del abertzalismo, el soberanismo y las políticas de izquierdas”?

El PNV no en un aliado de la clase trabajadora y la juventud de Euskal Herria. Es el representante de la burguesía vasca y de sus cuerpos represivos, y un muy buen amigo de los capitalistas y la derecha española.

Ellos no van a cambiar nunca, porque sus intereses de clase son los que son. Por eso debemos exigir con contundencia un castigo ejemplar para los mandos políticos y policiales responsables de la represión que sufrimos el pasado domingo y volver a llenar las calles en la concentración convocada para el miércoles 6 de marzo las 18h delante del monolito del 3 de marzo.

¡Vitoria hermanos, nosotros no olvidamos! 

Herriak ez du barkatuko!

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