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El pasado domingo 7 de junio decenas de miles de personas llenamos las calles en numerosas ciudades del Estado español, en una muestra de fuerza y solidaridad internacionalista con el movimiento Black Lives Matter que sacude Estados Unidos, y que se está extendiendo por todo el mundo, desatando las manifestaciones antirracistas más grandes en años, clamando contra la violencia policial racista y el fascismo.

Los jóvenes y trabajadores negros, latinos, asiáticos, árabes, blancos… estamos protagonizando un movimiento unificado por encima de barreras raciales, unido por nuestra pertenencia a una misma clase, la clase obrera, y señalando a la extrema derecha, a Vox, al Partido Popular —quienes defienden el mismo modelo de sociedad autoritaria, racista, clasista y policial que Trump— y al sistema capitalista como culpables de nuestra opresión.

El racismo y la violencia policial no es algo que suceda sólo en Estados Unidos, en el Estado español también existe y se cobra vidas. No olvidamos que aquí la violencia policial e institucional asesinó a compañeros como Mame Mbaye, Lucrecia Pérez, Samba Martine o Ilias Tahiri. Tampoco olvidamos a los 15 compañeros asesinados por la Guardia Civil en el Tarajal. Denunciamos que las bandas fascistas cuentan con total impunidad y que los gobiernos capitalistas de la Unión Europea han convertido el Mar Mediterráneo en una fosa común, donde yacen decenas de miles de personas. Además, en Andalucía conocemos muy bien qué tiene reservado el sistema capitalista para los migrantes: trabajos en condiciones de semiesclavitud y explotación en el campo, como empleadas del hogar o en los empleos más precarios y sin derechos. Y contra este sistema es contra el que nos levantamos.

De la misma forma que hemos batallado contra los recortes sociales, en defensa de la educación, la sanidad y los servicios públicos, exigimos la regularización inmediata de todos los inmigrantes, el fin de la Ley de Extranjería, de la Ley Mordaza y de todas las políticas que atacan nuestros derechos democráticos. La movilización masiva es la mejor respuesta que podemos dar a aquellos y aquellas que nos condenan a la pobreza, a la exclusión, a los peores trabajos y a sueldos de miseria, y a quienes hacen del racismo, la xenofobia y el machismo una bandera para tratar de dividirnos y golpearnos. ¡Sólo con la lucha y la organización podemos conseguir nuestros derechos y frenar la ofensiva de la extrema derecha!

Esa misma ultraderecha que, como era de esperar, ha cargado salvajemente contra las manifestaciones antirracistas de solidaridad con el levantamiento social en EEUU. El golpe que les hemos atestado ha sido demoledor y por ello nos atacan, igual que hacen con las manifestaciones del 8M del movimiento feminista. Pero también estamos asistiendo a una campaña lamentable por parte de algunos medios de comunicación que, en lugar de celebrar esta maravillosa respuesta antirracista, han tachado nuestra movilización de “irresponsable” e incluso la han comparado con las de Vox en el barrio de Salamanca, colocando a la juventud y a los trabajadores que nos movilizamos por nuestros derechos en la misma categoría que los reaccionarios de las zonas ricas de Madrid. Intentar denunciarnos por no haber mantenido la distancia social, cuando las terrazas de los bares están abarrotadas, el transporte público masificado, las empresas funcionando sin que la patronal respete las normas de seguridad sanitaria de sus trabajadores o los inmigrantes en Huelva y otras zonas del campo amontonados por miles en chabolas, es de un cinismo y una hipocresía enorme. Criminalizar esta lucha sí que es una irresponsabilidad.

El problema no es la protesta social. El problema es ceder ante las presiones del IBEX35, la banca y nuestros enemigos de clase. En este sentido, el Gobierno del PSOE-UP tiene una tarea muy concreta e inmediata que llevar a cabo. Si este Gobierno quiere realmente acabar con el racismo que golpea a los trabajadores y trabajadoras migrantes, tiene que comenzar por:

1. Derogación de la Ley de Extranjería, cierre de los CIE y los centros de menores extranjeros, que son auténticas cárceles.

2. Regularización ¡ya! de los trabajadores y trabajadoras inmigrantes y ofrecer alternativas habitacionales y laborales, para garantizar unas condiciones de vida dignas.

3. Depuración de racistas y fascistas todos los cuerpos policiales y represivos del Estado y de todas sus instituciones.

Por eso la lucha debe continuar con nuevas manifestaciones, estableciendo comités antirracistas y antifascistas en todos los barrios, localidades y centros de estudio y de trabajo, y dotando a este explosivo movimiento de un programa revolucionario que señale el ADN reaccionario, racista y clasista del sistema capitalista.

Esta es la mejor forma de seguir extendiendo nuestro apoyo y solidaridad a nuestros hermanos y hermanas que se manifiestan en todo el mundo y de conseguir todas nuestras reivindicaciones también en el Estado español.

¡Si no hay justicia no habrá paz!

¡Nativa o extranjera, la misma clase obrera!

 

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