Tras cuatro mayorías absolutas consecutivas con Feijóo, la posibilidad de impedir que el PP revalide su dominio de la Xunta está abierta. Todas las encuestas coinciden en lo ajustado del resultado.

Pero la clave estará en la movilización del voto de izquierdas. Obviamente la estrategia de paz social impuesta por el PSOE y sus aliados parlamentarios, y la frustración con muchas de sus políticas, es un factor que empuja a la abstención. Pero quince años de brutal corrupción del PP, de constantes recortes y ataques a la clase trabajadora y la juventud han generado un enorme malestar. La reciente movilización con decenas de miles inundando las calles de Compostela contra la nefasta gestión de la Xunta de Rueda en la crisis por el vertido de pellets, o la previsible masividad de la manifestación en defensa de la sanidad pública el 4 de febrero demuestran que el potencial para derrotar a la derecha existe.

Gobernando para los suyos sin disimulo

Nada más convocar las elecciones, Alfonso Rueda, actual presidente de la Xunta, repartió a dedo dos millones de euros del presupuesto público a los principales medios de comunicación gallegos, que ocultaron el vertido hasta que pudieron, mientras tomaban represalias contra los trabajadores de la televisión pública gallega que denuncian la constante manipulación informativa.

La clave estará en la movilización del voto de izquierdas. Frente a la paz social impuesta por el PSOE y sus aliados parlamentarios, quince años de brutal corrupción del PP, de recortes y ataques a la clase trabajadora y la juventud han generado un enorme malestar. 

Todos los servicios públicos están en la diana de la derecha. En los últimos 13 años la Xunta ha construido la ridícula cantidad de 6.313 viviendas públicas en Galiza. La destrucción de la enseñanza pública y la sanidad públicas ha sido otro de los ejes permanentes de esta estrategia: han cerrado 145 colegios e institutos (casi dos de cada diez) desde 2009, y mientras nuestros hospitales y ambulatorios se desbordan por falta de medios materiales y personal, las subvenciones públicas a la sanidad privada se han multiplicado y ya acaparan el 28% del gasto sanitario total.

Teniendo en cuenta la inflación, hoy se invierte menos en la sanidad gallega que en 2009, hay menos médicos de familia que en 2015, y en poblaciones de decenas de miles de habitantes no hay ni un solo pediatra. Galiza tiene, junto con Andalucía, la atención primaria más saturada de todo el Estado.

La izquierda y el ascenso del BNG

El ciclo de grandes movilizaciones sociales inaugurado con el 15M tuvo en Galiza uno de sus epicentros. La coalición Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), una alianza de la izquierda estatal (Esquerda Unida) con Anova (escisión del BNG encabezada Xosé Manuel Beiras), obtuvo en las autonómicas de 2012 unos resultados formidables.

En 2015 ese espacio político, ya con la irrupción de Podemos y agrupado en las Mareas, se hizo con las alcaldías de A Coruña, Ferrol y Compostela, y en las generales la candidatura de En Marea (Podemos, EU y Anova) adelantó al PSOE con el mejor resultado de una fuerza a la izquierda de la socialdemocracia (25,04%). Pocos después, las autonómicas de 2016 convirtieron a En Marea en primera fuerza de la izquierda, con el 19% de los votos, por delante del PSOE y del BNG.

Pero la decepcionante experiencia con estas candidaturas, que fueron incapaces de liderar una gestión que dignificara los barrios obreros de nuestras ciudades, que no acometieron la remunicipalización de los servicios públicos privatizados, y que siguieron sin hacer nada serio para construir miles de vivienda públicas con alquileres sociales, no tardó en reflejarse de manera catastrófica.

En las municipales de 2019 las Mareas perdieron los ayuntamientos de A Coruña, Ferrol y Compostela, y en las autonómicas de 2020, bajo el nombre de Galicia en Común, quedó como fuerza extraparlamentaria tras perder sus 14 escaños.

En este mismo escenario, el BNG triplicó sus resultados y se convirtió en primera fuerza de la izquierda, una tendencia que se consolidó en las pasadas municipales de mayo de 2023, tras subir 5 puntos de apoyo.

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El avance del BNG tiene que ver con las renuncias políticas que ha protagonizado la nueva izquierda. La idea de renunciar a la lucha de clases para asaltar los cielos utilizando el Boletín Oficial del Estado se ha resuelto fatalmente para los líderes de Podemos. 

El voto de protesta por la izquierda de decenas de miles de trabajadores y jóvenes ante el giro a la derecha de Podemos era evidente. Nada que ver con una supuesta baja conciencia de la clase obrera y la juventud, que fue el argumento que muchos dirigentes de la formación morada utilizaron para justificar sus penosos resultados.

El avance del BNG tiene que ver con las renuncias políticas que ha protagonizado esa nueva izquierda, cuyo papel dentro del Gobierno de coalición con el PSOE ha sido el de blanquear su flanco izquierdo, abandonar abiertamente la movilización por la institucionalidad, blindar la paz social junto a la patronal y la burocracia sindical de CCOO y UGT, y hacer todo tipo de propaganda falsa sobre un supuesto escudo social que tiene enormes agujeros y que no ha impedido el crecimiento de la pobreza, la precariedad y los salarios miserables.

La idea de renunciar a la lucha de clases para asaltar los cielos utilizando el Boletín Oficial del Estado se ha resuelto fatalmente para los líderes de Podemos.

La crisis que sacude a este espacio, y que ha culminado con la ruptura entre Podemos y Sumar, y la conformación del nuevo Gobierno liderado por Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en posiciones más a la derecha que la anterior coalición están detrás del ascenso que vaticinan las encuestas al BNG.

Con su denuncia de las políticas del PP, su alusión a los problemas sociales y, muy importante, el no estar implicado en la nefasta experiencia del Gobierno central, se han convertido para cientos de miles de jóvenes y trabajadores en la herramienta más útil para batir al PP y castigar las políticas del Gobierno PSOE-Sumar.

Y también explica que, tras más de una década, se haya producido un acercamiento  muy significativo de Anova, con Martiño Noriega y Beiras, al BNG y su petición del voto para la candidatura de Ana Pontón.

Tampoco es ningún detalle que la intención de voto al BNG entre los jóvenes de entre 18 y 24 años (hay 80.000 nuevos votantes) sea del 45,3%, ni que el Bloque sea la primera fuerza en intención de voto en todos los tramos hasta los 44 años, según el CIS.

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Los resultados del BNG reflejan algo semejante a lo que sucede en Euskal Herria con el voto a EH-Bildu. Como en el caso de ELA y LAB con Bildu, el BNG mantiene lazos sólidos con las luchas sociales y obreras a través de la CIG. 

Los resultados del BNG refleja algo semejante a lo que sucede en Euskal Herria con el voto a EH-Bildu. Como en el caso de ELA y LAB con Bildu, que el BNG mantenga lazos sólidos con las luchas sociales y obreras a través de la CIG, les está proporcionando un apoyo en las urnas muy importante. Aquí se ve la íntima conexión entre la movilización social y el frente electoral, que algunos, cuando tocan sillón, olvidan fácilmente.

Votar no es suficiente

Desde Esquerda Revolucionaria este 18F llamamos a todos los trabajadores, a las mujeres de nuestra clase, a la juventud a protagonizar una gran movilización en las urnas para derrotar a la derecha. Y entendemos que un voto al BNG es la mejor opción para conseguirlo.

La posibilidad de una Xunta sin el PP, integrado por el BNG y el PSOE está presente en la situación. Y los comunistas revolucionarios no somos equidistantes, no pensamos que un Gobierno de este tipo sea lo mismo que el PP. No somos sectarios.

Ahora bien, es muy importante aprender de la experiencia de estos años. Si se abandona la movilización y se rompe el vínculo con los movimientos sociales y las luchas obreras, si se renuncia al enfrentamiento con los grandes poderes económicos y caciquiles para llevar a cabo una acción de Gobierno en beneficio de la clase obrera y la juventud, entonces, de nuevo, la frustración se extenderá y la derecha avanzará.

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Pase lo que pase el 18F la conclusión es clara: votar no basta. Hay que construir una izquierda revolucionaria, una izquierda que no aspire a gestionar las migajas del sistema, sino a levantar un programa para acabar con el capitalismo. 

No está escrita la derrota del PP. Pero lograrla sería muy importante para fortalecer las acción en la calle y exigir desde el primer día a un Gobierno BNG-PSOE que cumpla con sus promesas.

Pase lo que pase el 18F la conclusión es clara: votar no basta. Hay que construir una izquierda revolucionaria, una izquierda que no aspire a gestionar las migajas del capitalismo, sino a levantar un programa de expropiación de las grandes fortunas y nacionalización de las palancas esenciales de la economía, para poner todos esos recursos al servicio de la inmensa mayoría de la sociedad. Una izquierda que no se deje asimilar por el Estado capitalista y sus instituciones, que defienda abiertamente la revolución y el socialismo.

¡Únete a Esquerda Revolucionaria!

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Galiza-18F: Derrotar ó PP nas urnas e coa loita nas rúas

Tras catro maiorías absolutas consecutivas con Feijoo, a posibilidade de impedir que o PP revalide o seu dominio da Xunta está aberta. Todas as enquisas coinciden nuns resultados axustados.

Pero a clave estará na mobilización do voto de esquerdas. Obviamente a estratexia de paz social imposta polo PSOE e os seus aliados parlamentarios, e a frustración con moitas das súas políticas, é un factor que empuxa á abstención. Pero quince anos de corrupción brutal do PP, de constantes recortes e ataques á clase traballadora e á mocidade xeraron un enorme malestar. A recente mobilización con decenas de milleiros  de persoas asolagando as rúas de Compostela contra a nefasta xestión da Xunta de Rueda na crise pola vertedura de pellets, ou a previsiblemente masiva manifestación en defensa da sanidade pública o 4 de febreiro, demostran que o potencial para derrotar á dereita existe.

Gobernando para os seus sen disimulo

Nada máis convocar as eleccións, Alfonso Rueda, actual presidente da Xunta, repartiu a dedo dous millóns de euros do orzamento público ós principais medios de comunicación galegos, que ocultaron a vertedura ata que puideron, mentres tomaban represalias contra os traballadores da televisión pública galega que denuncian a constante manipulación informativa.

Tódolos servizos públicos están na diana da dereita. Nos últimos 13 anos a Xunta construíu a ridícula cantidade de 6.313 vivendas públicas en Galiza. A destrución da sanidade e ensino públicos foi outro dos eixes permanentes desta estratexia: pecharon 145 colexios e institutos (case dous de cada dez) desde 2009, e mentres os nosos hospitais e ambulatorios se desbordan por falta de medios materiais e persoal, as subvencións públicas á sanidade privada multiplicáronse e xa acaparan o 28% do gasto sanitario total.

Tendo en conta a inflación, hoxe invístese menos na sanidade galega que en 2009, hai menos médicos de familia que en 2015, e en poboacións de decenas de milleiros de habitantes non hai nin un só pediatra. Galiza ten, xunto con Andalucía, a atención primaria máis saturada de todo o Estado.

A esquerda e o ascenso do BNG

O ciclo de grandes mobilizacións sociais inaugurado co 15M tivo en Galiza un dos seus epicentros. A coalición Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), unha alianza da esquerda estatal (Esquerda Unida) con Anova (escisión do BNG encabezada por Xosé Manuel Beiras), obtivo nas autonómicas de 2012 uns resultados formidables.

En 2015 ese espazo político, xa coa irrupción de Podemos e agrupado nas Mareas, fíxose coas alcaldías da Coruña, Ferrol e Compostela, e nas xerais a candidatura de En Marea (Podemos, EU e Anova) adiantou ó PSOE co mellor resultado dunha forza á esquerda da socialdemocracia (25,04%). Poucos despois, as autonómicas de 2016 converteron a En Marea en primeira forza da esquerda, co 19% dos votos, por diante do PSOE e do BNG.

Pero a decepcionante experiencia con estas candidaturas, que foron incapaces de liderar unha xestión que dignificase os barrios obreiros das nosas cidades, que non acometeron a remunicipalización dos servizos públicos privatizados, e que seguiron sen facer nada serio para construír milleiros de vivendas públicas con alugueiros sociais, non tardou en reflectirse de xeito catastrófico.

Nas municipais de 2019 as Mareas perderon os concellos da Coruña, Ferrol e Compostela, e nas autonómicas de 2020, baixo o nome de Galicia en Común, quedou como forza extraparlamentaria tras perder os seus 14 escanos.

En este mesmo escenario, o BNG triplicou os seus resultados e converteuse en primeira forza da esquerda, unha tendencia que se consolidou nas pasadas municipais de maio de 2023, tras subir 5 puntos de apoio.

O voto de protesta pola esquerda de decenas de milleiros de traballadores e mozos ante o xiro á dereita de Podemos era evidente. Nada que ver cunha suposta baixa conciencia da clase obreira e a mocidade, que foi o argumento que moitos dirixentes da formación violeta utilizaron para xustificar os seus penosos resultados.

O avance do BNG ten que ver coas renuncias políticas que protagonizou esa nova esquerda, cuxo papel dentro do Goberno de coalición co PSOE foi o de branquear o seu flanco esquerdo, abandonar abertamente a mobilización en prol da institucionalidade, blindar a paz social xunto á patronal e á burocracia sindical de CCOO e UGT, e facer todo tipo de propaganda falsa sobre un suposto escudo social que ten enormes buracos e que non impediu o crecemento da pobreza, a precariedade e os salarios miserables.

A idea de renunciar á loita de clases para asaltar os ceos utilizando o Boletín Oficial do Estado resolveuse fatalmente para os líderes de Podemos.

A crise que sacode a este espazo, e que culminou coa ruptura entre Podemos e Sumar, e a conformación do novo Goberno liderado por Pedro Sánchez e Yolanda Díaz en posicións máis á dereita que a anterior coalición, están detrás do ascenso do BNG que vaticinan as enquisas.

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A posibilidade dunha Xunta sen o PP, integrado polo BNG e o PSOE está presente na situación. lograla sería moi importante para fortalecer a acción na rúa e esixir desde o primeiro día a un Goberno BNG-PSOE que cumpra coas súas promesas. 

Coa súa denuncia das políticas do PP, a súa alusión ós problemas sociais e, moi importante, o feito de non estar implicado na nefasta experiencia do Goberno central, convertéronse para centos de milleiros de mozos e traballadores na ferramenta máis útil para derrotar ó PP e castigar as políticas do Goberno PSOE-Sumar.

E tamén explica que, tras máis dunha década, se producise un achegamento moi significativo de Anova, con Martiño Noriega e Beiras, ó BNG e a súa petición do voto para a candidatura de Ana Pontón.

Tampouco é ningún detalle que a intención de voto ó BNG entre a mocidade de 18 a 24 anos (hai 80.000 novos votantes) sexa do 45,3%, nin que o Bloque sexa a primeira forza en intención de voto en tódolos tramos de idade ata os 44 anos, segundo o CIS.

Os resultados do BNG reflicten algo semellante ó que sucede en Euskal Herria co voto a EH-Bildu. Coma no caso de ELA e LAB con Bildu, os lazos sólidos que o BNG mantén coas loitas sociais e obreiras a través da CIG, están a proporcionarlles un apoio nas urnas moi importante. Aquí vese a íntima conexión entre a mobilización social e a fronte electoral que algúns, cando tocan a poltrona, esquecen facilmente.

Votar non abonda

Desde Esquerda Revolucionaria este 18F chamamos a tódolos traballadores, ás mulleres da nosa clase e á mocidade para protagonizar unha gran mobilización nas urnas para derrotar á dereita. E entendemos que un voto ó BNG é a mellor opción para conseguilo.

A posibilidade dunha Xunta sen o PP, integrado polo BNG e o PSOE está presente na situación. E os comunistas revolucionarios non somos equidistantes, non pensamos que un Goberno deste tipo sexa o mesmo que o PP. Non somos sectarios.

Agora ben, é moi importante aprender da experiencia destes anos. Se se abandona a mobilización e se rompe o vínculo cos movementos sociais e as loitas obreiras, se se renuncia ó enfrontamento cos grandes poderes económicos e caciquiis para levar a cabo unha acción de Goberno en beneficio da clase obreira e da mocidade, entón, de novo, a frustración estenderase e a dereita avanzará.

Non está escrita a derrota do PP. Pero lograla sería moi importante para fortalecer a acción na rúa e esixir desde o primeiro día a un Goberno BNG-PSOE que cumpra coas súas promesas.

Pase o que pase o 18F a conclusión é clara: votar non abonda. Hai que construír unha esquerda revolucionaria, unha esquerda que non aspire a xestionar as migallas do capitalismo, senón a levantar un programa de expropiación das grandes fortunas e nacionalización das pancas esenciais da economía, para poñer todos eses recursos ó servizo da inmensa maioría da sociedade. Unha esquerda que non se deixe asimilar polo Estado capitalista e as súas institucións, que defenda abertamente a revolución e o socialismo.

Únete a Esquerda Revolucionaria!

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