El Militante.— El 26 y 27 de marzo el Sindicato de Estudiantes convocó huelga general estudiantil en enseñanzas medias y universidad en todo el Estado, ¿qué valoración hacéis de los resultados?
Ana García.— Estamos enormemente satisfechos porque los objetivos que nos habíamos marcado se han cumplido con creces. La convocatoria ha tenido un seguimiento cercano al 90% durante las 48 horas de huelga. Ha sido un tremendo golpe contra las políticas educativas elitistas y clasistas del PP. La huelga, apoyada por más de dos millones de estudiantes que han vaciado las clases, y las manifestaciones han sido impresionantes: más de 20.000 en Madrid, 20.000 en Barcelona, 15.000 en Bilbao, decenas de miles más en Euskal Herria, en Catalunya, en Andalucía, en Galicia, en Extremadura, en Asturias, en Aragón, en el País Valencià, en Castilla León y Castilla - La Mancha, en Canarias, a lo que hay que añadir las concentraciones que se han sucedido en institutos de cientos de localidades. El ministerio ha vuelto a hacer el ridículo cuando ha intentado menospreciar este clamor de millones de jóvenes. Desde los responsables del PP se ha intentado descalificar nuestra huelga hablando de un 20% de seguimiento. Ya estamos acostumbrados a sus mentiras, pero en esta ocasión sus cifras han sido desmentidas por las consejerías de Educación de numerosas comunidades autónomas.
El ministro Wert en esta ocasión no ha abierto la boca. Es evidente que han optado por una estrategia de silencio, más juiciosa, pero que no engaña a nadie. José Ignacio Wert es un ministro franquista, un reaccionario impresentable, y un mayordomo de los intereses de la gran patronal de la enseñanza privada, que hace de la educación un lucrativo negocio, y de la jerarquía de la Iglesia Católica, que quiere privilegios y prebendas a costa de nuestra educación. El ministro Wert debe dimitir ya.
Es una respuesta rotunda de la juventud a los ataques del Partido Popular. No solamente luchábamos contra la destrucción de la escuela pública, también lo hacíamos para protestar por la situación a la que las políticas de la derecha abocan a la juventud. Además de la cuestión educativa, cada vez más insostenible, padecemos cerca de un 60% de paro juvenil y una precariedad que no conoce precedentes.
Lo que se ha visto estos dos días de huelga ha sido un grito de dignidad y rebeldía por parte de la juventud. Ha sido un éxito sin paliativos. Sin lugar a dudas, hemos vuelto a levantar con fuerza la bandera de la Marea Verde en defensa de la escuela pública.
EM.— Esta convocatoria ha sido también un toque de atención a los dirigentes de los sindicatos y la CEAPA, a los que habéis insistido reiteradamente en la necesidad de una convocatoria de huelga general de toda la comunidad educativa...
AG.— Efectivamente, la fuerza de esta movilización es un mensaje muy, muy claro a los dirigentes sindicales de CCOO, UGT, STEs y especialmente a los de la CEAPA. No hay excusas para decir que con la aprobación de la LOMCE en el Parlamento ya no hay posibilidad para seguir luchando. Los días 26 y 27 de marzo los jóvenes demostramos que sigue habiendo la misma fuerza y determinación para luchar contra los que quieren devolvernos a la escuela franquista. Pero no somos solo los jóvenes los que queremos luchar. Los padres y los profesores nos han estado apoyando como nunca antes durante esta convocatoria. Eso sólo quiere decir una cosa, y es que las condiciones para una huelga de toda la comunidad educativa contra Wert y sus políticas educativas están más presentes que nunca. Además queremos agradecer a decenas de organizaciones que han apoyado esta movilización, entre las que destaca Izquierda Unida, y subrayar el valor de la unidad de acción, de la confluencia con organizaciones estudiantiles con las que hemos luchado juntos en numerosos territorios.
Lo cierto es que nunca nos hemos sentido solos en la lucha, siempre hemos contado con el apoyo entusiasta de miles de profesores y padres anónimos y de muchas AMPAS. Los ejemplos están ahí. Profesores que al ir a preparar asambleas a los institutos nos ayudaban a convocarlas junto con muchos padres y AMPAS comprometidas, que también han estado en muchos casos en las manifestaciones. Ha habido docentes que han participado en las asambleas de estudiantes y han tomado la palabra para decirnos: “Nos parece muy bien lo que estáis haciendo, nosotros también queremos luchar, pero no tenemos la oportunidad de salir a la huelga porque nadie nos convoca”. Y es que nuestros profesores son víctimas de lo que está pasando en primera persona, ya que son ellos los que han sufrido en los últimos años los 60.000 despidos en sus filas, y los que luego tienen que vérselas con aulas de 40 alumnos. Padres y profesores entienden tan bien como nosotros que o se lucha o podemos perderlo todo.

 

De hecho, si pedimos con tanta insistencia —y ya van cinco meses seguidos— la huelga general de padres, profesores y estudiantes es porque es una demanda muy sentida en el seno de la comunidad educativa. Todo el mundo sabe que con la huelga educativa del 24 de octubre de 2013 teníamos a Wert acorralado. La posibilidad de ganar estaba al alcance de la mano, había una enorme sensación de fuerza en la Marea Verde, era el momento de golpear con más fuerza que nunca. Los dirigentes sindicales, lamentablemente, no siguieron la demanda que había dentro del movimiento. Por lo que nos vimos obligados a convocar en solitario el 20 de noviembre, día que se aprobaba la ley.
Ahora, el éxito de los días 26 y 27 vuelve a poner, de forma muy clara, sobre la mesa que es posible continuar y aumentar la fuerza de esta lucha. Es destacable que en muchas de las manifestaciones del día 27 contáramos con la presencia de trabajadores de empresas y movimientos sociales en lucha en este momento: Telemadrid y Coca-Cola en Madrid, TV3 en Barcelona, trabajadores del Hospital Povisa en Vigo, de Ditecsa en Cádiz, los compañeros de la PAH en Tarragona, entre muchos otros. Todos ellos han venido a nuestras manifestaciones, reflejando de forma inequívoca que los trabajadores, que al fin y al cabo son nuestros padres, están con nosotros, pero que lamentablemente sus dirigentes no escuchan. La lucha en defensa de la educación pública tiene un enorme poder movilizador en la sociedad. Es un frente que el Gobierno del PP tiene abierto y que tiene un gran recorrido por delante y que en absoluto está agotado. Y es por eso por lo que incansablemente —la última vez en la reunión de la Plataforma Estatal en Defensa de la Educación Pública celebrada el 31 de marzo— llamamos a la dirección de CEAPA y de los sindicatos a dar un cauce organizado a la enorme fuerza que late en el seno de la escuela pública, con la convocatoria de una huelga de 72 horas de la comunidad educativa.
La Marea Blanca ha ganado, los barrenderos de Madrid han ganado, los vecinos de Gamonal también, ¿por qué noso-tros no podemos ganar? Lo que necesitamos es responder con la misma fuerza y contundencia que ellos han hecho antes. Lo único que puede hacer cambiar al Gobierno no son acciones imaginativas, ni de  vanguardia, ni dejar las huelgas o las manifestaciones. Las armas que tiene la clase trabajadora las tiene por algo, porque son útiles.
EM.— La huelga se ha celebrado en un momento en el que el Gobierno del PP y los grandes medios de comunicación han desatado una intensa campaña de criminalización hacia todos aquellos que luchan.
AG.— Sí. El sábado 22 de marzo, con la culminación en Madrid de las Marchas de la Dignidad, se produjo una manifestación histórica, con más de un millón de personas tomando las calles de la ciudad con la consigna “Pan, techo, trabajo. ¡Abajo el gobierno del PP y de la troika!”. El Sindicato de Estudiantes, que ha convocado activamente las Marchas de la Dignidad, estuvo presente defendiendo la enseñanza pública y repartiendo 20.000 hojas difundiendo la convocatoria de huelga del 26 y 27 marzo.
Las cargas policiales ese día, cuando no había terminado aún la manifestación, tenían un objetivo claro: asustar a la gente. Ese es, por una parte, el objetivo del PP. Y por otra, deslegitimar y pintar a los que luchamos como violentos criminales.
Igualmente, el desalojo de un encierro que era pacífico en la Universidad Complutense de Madrid con, nada menos, que 54 detenidos fue un intento de reventar la huelga, presentando a la juventud como peligrosos delincuentes. Es un escándalo que a las víctimas de los recortes se nos trate como criminales. Por eso, exigimos junto a la dimisión de Cristina Cifuentes, delegada de Gobierno en Madrid, la del rector de la UCM, José Carrillo.
Siempre que los jóvenes nos hemos movilizado masivamente la criminalización ha aparecido en escena. El Gobierno siempre trata de deslegitimar a los que luchan. Más que cualquier otra cosa es un signo de debilidad, ya que la simpatía es tan evidente que no les queda otra
El PP está sumiendo a la mayor parte de la población en situaciones cada vez más dramáticas y desesperadas, mientras que a los grandes poderes económicos les beneficia con rescates multimillonarios, el último a las constructoras y bancos de las carreteras de peajes. Criminalizarnos es el único recurso que le queda, pero es un recurso muy desesperado que refleja la enorme debilidad y lo fácil que sería que hubiera una movilización contundente, unificada para exigir la dimisión del Gobierno de manera inmediata.

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