El 11 de marzo, Ignacio Fernández Toxo, secretario general de CCOO, hizo pública su decisión de no optar a la reelección en el XI Congreso Confederal, proponiendo a Unai Sordo, secretario general de Euskadi, como sustituto. Su propuesta fue aprobada por 117 votos a favor y 6 abstenciones en el Consejo Confederal. Que la situación de CCOO es mala, ya no lo niegan ni los propios oficialistas. De hecho, este proceso congresual ha puesto de manifiesto que están profundamente desmoralizados por toda la situación. Pero a pesar de saber que es mala, insisten en defender la política de paz social que trajo a CCOO hasta aquí. ¿Cambiará algo con Unai Sordo?

Los primeros datos no invitan al optimismo, empezando por lo que se publica de su biografía sindical. Sobre sus empleos, solamente un genérico “trabajó en el sector de la madera”, pero ni un dato concreto, por ejemplo, en qué empresas trabajó, durante cuánto tiempo o qué profesión ejerció. Dado que no se dice nada, se puede deducir que nunca fue miembro de un comité de empresa o delegado sindical.

De lo que sí hay un currículum más abundante es de su carrera en el aparato de CCOO: en el 2000 entra en la ejecutiva de Euskadi como secretario de Juventud, en el 2004 pasó a ser el responsable territorial de Vizcaya y en 2009 fue elegido secretario general de Euskadi, cargo en el que sigue a día de hoy. Es decir, teniendo en cuenta que si entró en una ejecutiva de ámbito autonómico en el 2000 fue porque ya tenía un recorrido detrás, la conclusión es clara: Unai Sordo es el típico producto de aparato, la típica persona que empieza de joven a trabajar en un sindicato o un partido y hace de ello su medio de vida, es decir, no es un profesional con compromiso sindical, sino un sindicalista profesional.

Tampoco invita al optimismo que los máximos responsables de que el sindicato no le haya hecho ninguna oposición al gobierno del PP en los últimos cuatro años lo hayan avalado casi unánimemente. Esto indica que lo ven como uno de los suyos y señala hacia el continuismo. De hecho, Sordo ha defendido la actual política del sindicato en todas las entrevistas concedidas tras su nominación. En una rechazó el discurso “recurrente” de que los sindicatos han estado desaparecidos durante la crisis, asegurando que “han estado donde tenían que estar” (Europa Press, 18 de marzo). En otra no sólo defendió el diálogo social, calificándolo de “conquista irrenunciable”, sino que afirmó que renunciar a él “es hacer el juego a quien te quiere hacer prescindible” (Infolibre, 15 de marzo). También considera que CCOO “ha reaccionado rápido” ante la implicación de algunos dirigentes en el escándalo de las tarjetas black (Deia, 15 de marzo). Y a la pregunta de si, a partir de ahora, vamos a ver unas CCOO más combativas, la respuesta fue que “no va a ser por falta de movilización, el sindicato ya está convocando movilizaciones” (Infolibre). Desde luego, si por movilizaciones entiende las acciones protocolarias del 15 de diciembre, 22 de febrero y 23 de marzo, a cada cual más desastrosa, está muy lejos de entender lo que demanda la actual situación, que es una movilización masiva, creciente y radical, una auténtica rebelión social de la clase obrera contra el empobrecimiento al que estamos siendo sometidos por la derecha y los empresarios.

La actuación de CCOO en los cuatros años transcurridos desde el anterior congreso está marcada por la completa claudicación ante el PP y la patronal. Los sindicatos han estado desaparecidos (y no precisamente en combate). El legado de Toxo es nefasto. Deja unas CCOO en el momento más bajo de su historia, en primer lugar por lo desprestigiadas que están ante sectores muy importantes de los trabajadores.

Si Unai Sordo no da ese giro de 180º en la acción sindical, el fenómeno de la desafección, del que tanto se habla en el terreno político pero que también se da en el terreno sindical, profundizará la fuerte crisis que aqueja ya a CCOO. Porque una cosa es segura: una organización no puede permanecer indefinidamente alejada de su base social. Y cuando lo está, y mucho como es el caso de CCOO, antes o después, de una forma u otra, la contradicción entre la realidad y la política claudicante de la dirección confederal, la contradicción entre el modelo sindical pactista de diálogo social y los intereses de los trabajadores acabará inevitablemente por reventar. Pero mientras eso no llega, la tarea es seguir fortaleciendo GanemosCCOO, para que los afiliados y delegados descontentos no se vayan a casa, sino que encuentren dentro de nuestro sindicato una alternativa y una herramienta para luchar por los intereses de la clase obrera, para luchar por un sindicalismo combativo, de clase, democrático, asambleario e igualitario, para luchar por recuperar CCOO para los trabajadores.

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