“Lo único que puede frenar esto es la movilización”

El 28 de septiembre las calles de Xixón se llenaron de solidaridad con las 6 compañeras de la pastelería La Suiza, condenadas a más de tres años de prisión cada una y a pagar una indemnización de más de 125.000 euros al empresario por el mero hecho de denunciar y organizarse contra los atropellos y abusos patronales.

El Sindicato de Estudiantes e Izquierda Revolucionaria participamos en esta vibrante y gran manifestación que reunió a más de siete mil personas al grito de “Facer sindicalismu nun ye delitu!”, y que volvió a dejar claro que no están solas.

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El 28 de septiembre las calles de Xixón se llenaron de solidaridad con las 6 compañeras de la pastelería La Suiza, condenadas a más de tres años de prisión cada una y a pagar una indemnización por el mero hecho de denunciar contra los abusos patronales. 

Esta sentencia es un ataque directo a todo el movimiento obrero y a la izquierda combativa. Se trata de un nuevo y sangrante episodio de la deriva autoritaria del aparato del Estado, como en el caso de los 6 de Zaragoza, de su connivencia con los empresarios hosteleros y los estrechos vínculos de la extrema derecha con una judicatura que persigue, acosa y encarcela a quienes denunciamos y luchamos.

Días antes de la movilización entrevistamos a Héctor González y Luara Carrio, dos de las compañeras condenadas a prisión por hacer sindicalismo, para conocer su situación y seguir dando voz a su lucha.

El Militante.- Han pasado más de seis años desde el inicio del conflicto, ¿qué dio lugar a la situación en que os encontráis?

Luara Carrio y Héctor González.- Pues todo empezó como cualquier otra denuncia laboral dentro del sindicato, CNT. Una trabajadora vino a denunciar una problemática que tenía con su centro de trabajo. Se salía un poco de lo habitual por la gravedad: aparte de abuso laboral, hasta tal punto que tenía que cargar con sacos de 25 kilos estando embarazada, con el claro riesgo de aborto, también era un caso de acoso sexual en el entorno laboral.

El estado emocional de la trabajadora era malo, estaba de baja por embarazo y, para colmo, tenía que volver a reincorporarse, opción que no barajaba, como es lógico. Ahí empezó el trabajo sindical para intentar que pudiera tener una salida laboral lo más digna posible. Pero la empresa no tenía intención de reunirse con el sindicato. Decidimos convocar una primera concentración a las puertas de la pastelería.

Tras eso la empresa tuvo una conversación breve con tres compañeras, donde concretaron poder tener una reunión. Este hecho, que parece insignificante, es el motivo por el que tres de las compañeras estamos encausadas. Cuando nos reunimos con el dueño y su hijo, la reunión fue grabada (nos enteramos posteriormente) y presentada como prueba en el juicio.

Lo más importante era que la trabajadora no tuviera que volver a verse la cara con el empresario. Intentamos llegar a un acuerdo, pero no fue posible.

Después nos detuvieron a las tres de forma irregular. Era un intento de meternos miedo y de que dejáramos las calles, fruto de la trayectoria de trabajo sindical centrado en la movilización, denunciando las condiciones laborales y sacando el conflicto de la empresa.

EM.- Tras la ratificación de la condena por parte del Tribunal Supremo en junio de este año, la respuesta no se hizo esperar…

L.C. y H.G.- La respuesta fue muy positiva, está claro que este caso afecta de lleno a las compañeras encausadas, pero también es un caso de todas y todos por lo que representa. A la gente le llegó el mensaje de que esto puede afectarnos a cualquiera, e hizo suyo el conflicto.   

Las muestras de apoyo son múltiples y muy variadas. Ha habido y hay movilizaciones en muchos lugares, no solo en Asturies o a nivel estatal, sino también a nivel internacional. Es una solidaridad genuina.

El apoyo para levantar todo esto fue tremendo, y lo seguimos teniendo, nos está sosteniendo.

EM.- Colocar como juez del caso a Lino Rubio Mayo, conocido por su historial antisindical, es toda una declaración de intenciones: si te atreves a denunciar, tienes que pagarlo, ¿qué pensáis?

L.C. y H.G.- Claro, aquí se están vulnerando muchas cosas, entre ellas la posibilidad de mostrar cualquier tipo de discrepancia en el entorno laboral. Además del derecho de reunión, que lo comparan con la coacción, o el derecho de acción sindical, e incluso el derecho de una víctima a contar lo que pasa y poder actuar en consecuencia.

Es incomprensible que la trabajadora acosada sea una de las condenadas. En el juicio se manifestó que su “parte de culpa” ¡es haber acudido al sindicato y contar lo que estaba pasando! Cuando puso la denuncia por abuso sexual no se investigó, no se la trató de una forma adecuada y no se tomaron medidas al respecto, aunque se presentaron sobradas pruebas y una testigo.

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Lo que nos demuestra la experiencia de lucha de la clase obrera es que da igual lo bien que prepares un papel para el juzgado, lo único que puede frenar esto es la movilización y la lucha. 

Lo más frustrante es el mensaje que intentan mandar. Cuando te atreves a denunciar el abuso que sufres y te enfrentas a ellos, pasas por un calvario y terminas condenada. Entonces ¿qué nos queda? Porque si las herramientas que tenemos ahora las intentan hacer pasar por ilegales y nos quieren encarcelar por ellas, ¿qué es lo que podemos hacer? Lo único que pretenden es que nos quedemos calladas.

EM.- Vuestro ejemplo deja muchas lecciones de cómo se comporta el aparato del Estado, pero también de la fuerza del movimiento y hasta dónde está dispuesto a llegar para defender las causas justas.

L.C. y H.G.- Sí, totalmente, nosotras hicimos lo que creíamos que teníamos que hacer. Si algo podemos sacar de todo esto, es que cuando nos quisieron quitar unos derechos que creíamos que teníamos asegurados fuimos capaces de juntarnos. El apoyo entre los más débiles es la única manera que tenemos de sobrevivir en este mundo, y es la base para poder construir alternativas al capitalismo.

Nos estamos encontrando con sentencias condenatorias, casos como el nuestro y otros similares…, parece que la tendencia está siendo apretar, apretar y apretar. Vivimos una nueva ola reaccionaria, a nivel mundial. En el Estado español la década anterior fue precisamente lo contrario, y yo creo que con el fenómeno 15M, mucha gente que representa el aparato del Estado y las altas instituciones tuvo miedo, y esto es un poco la resaca de aquello.

Lo que nos demuestra la experiencia de lucha de la clase obrera es que da igual lo bien que prepares un papel para el juzgado, lo único que puede frenar esto es la movilización y la lucha.

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