El secretario andaluz de UGT/FICA, Rodríguez Saucedo, extrabajador de Acerinox - aunque trabajar, lo que se dice trabajar, ha trabajado muy poco allí- y con más de 30 años de experiencia en el sindicalismo, ha declarado en prensa que: "ATA no supo llevar a buen puerto el problema de su factoría debido a que no tenían formación sindical"... y continuó su declaración poniendo como ejemplo de buen trabajo sindical el realizado por Montoro y compañía en la negociación del Convenio del Metal de Cádiz, consiguiendo estos, según él, un convenio histórico.
Prosiguió: "los empresarios tiran de un lado de la cuerda y nosotros del otro, lo que debemos intentar es que la cuerda no se rompa...". En la Bahía de Cádiz y en la de Algeciras, los sindicatos durante 40 años han tirado de la cuerda del mismo lado que los empresarios. Hasta la huelga de 2021 nadie sabía lo que pasaba en el metal de Cádiz y los convenios se firmaban con un copia-pega y sin apenas negociación porque los empresarios sabían que lo firmado no se iba a cumplir. No se hacía sindicalismo, la mayoría de los sindicatos a lo más que llegaban era a actuar como asesorías jurídicas que jamás invitaban a la denuncia sino a todo lo contrario. En el año 2019 esto decía el anterior jefe de Inspección de Trabajo de Cádiz: "la Inspección no actúa porque los agentes sociales no ponen suficientes demandas", "a partir de la aparición de otros sindicatos, sí se está actuando".
UGT pero también CCOO son responsables de que las paredes exteriores de astilleros de Cádiz, símbolo de la lucha obrera, permanezcan blancas como señal de una paz social que ha anestesiado el carácter reivindicativo de un pueblo que solucionaba sus problemas saliendo a la calle. El sindicalismo de "salón" nos ha llevado a devaluar los sueldos y las condiciones de los trabajadores del metal poco a poco, a minimizar las plantillas de las empresas principales dividiéndose a los trabajadores en cientos de empresas para poder domesticarnos y convirtiendo los comités de empresa en una herramienta de la patronal.
No cabe duda de que los nuevos sindicatos debemos mejorar nuestra formación. Seguramente esta sea nuestra asignatura pendiente. Pero en la Bahía de Cádiz, y seguro que también en la de Algeciras, nadie va a enseñarnos a tener conciencia de clase. Ni a dejar de poner a disposición de los compañeros herramientas para mejorar sus derechos o recuperar elementos que habían sido fundamentales durante décadas: cajas de resistencia, asambleas, voto a mano alzada... Después de más de 30 años de sindicalismo estéril en el que todo se decidía en las oficinas, y en el que muchos de los delegados se han convertido en administrativos de la patronal o perros de empresas, se vuelve a intentar, muy lentamente para lo que nos gustaría, hacer un sindicalismo a pie de tajo donde los protagonistas volvemos a ser los trabajadores. Un sindicalismo de trabajadores para trabajadores en el que todos participemos en la creación de nuestro convenio y decidamos cuándo nos poneros en huelga y cuándo acabar.
En la entrevista, Saucedo, argumenta que el convenio firmado en Cádiz es histórico. Probablemente es de los peores de la historia porque se ha firmado en uno de los mejores momentos de carga de trabajo de la historia. Cuando más posibilidades había para tensar la
cuerda, UGT la dejó flácida como su conciencia de clase. No se ha conseguido siquiera recuperar el mismo plus que teníamos en 2012, no se ha tocado el fijo discontinuo porque el fijo discontinuo, tal como está, es el mayor negocio que ha podido hacer la patronal (gracias, Yolanda). Incluso han posibilitado a las empresas a despedir a un trabajador que sea detenido en la huelga. No se trata de comparar el convenio del metal entre provincias, sino de hacerlo entre el metal de ahora y el de hace años. Y en muchísimas cuestiones hemos salido perdiendo.
Decía también Saucedo que habían acelerado la firma del convenio para que los trabajadores pudiéramos cobrar lo antes posible los atrasos, pero no cuenta que hasta final del 25 o hasta marzo del 26 no podemos reclamar la mitad o la totalidad de los atrasos respectivamente. Se han maquillado 2 o 3 artículos, y lo que nos dan por un lado nos lo quitan por otro. Y, sobre todo, han firmado la paz social para que los años que dure la carga de trabajo las empresas campen a sus anchas.
Pero lo que más me hace hervir la sangre, como trabajador y como persona, es cuando dice: "El convenio se ha firmado gracias a los trabajadores del sector del metal de Cádiz".
Hay que tener mucha cara para decir eso y dejar olvidados y a las puertas de la prisión a los detenidos de la Huelga del Metal. Ni un solo dedo han movido, ni un solo euro se han gastado, ni unas palabras, ni un llamamiento. Hemos tenido que ser los sindicatos nuevos e inexpertos los que nos hemos puesto al frente de una defensa de la que deberían de responsabilizarse ellos como sindicato convocante de la huelga. Y se ha conseguido que no se olviden Saucedo, Montoro y compañía de romper dos tópicos en Cádiz: "que la gente solo piensa en el dinero y de que no somos solidarios". En menos de una semana se pagaron 100.000€ de fianzas porque el pueblo, sin formación sindical pero con un gran sentido de lo que es justo y de lo que no, entendió que la patronal, por medio de la justicia, estaba atacando a su gente, a la clase trabajadora de Cádiz.
El 19/05/2018, y esto sí es histórico y cultura sindical de la que deja huella y penetra en el subconsciente colectivo de los trabajadores, José Luis y Daniel murieron aplastados por un portalón en el taller de la subcontrata de Equimansur a 200 metros de la factoría de Matagorda. Ni la dirección de Navantia ni el comité de LA empresa, conformado mayoritariamente por UGT y CCOO, declararon día de luto. Fuimos un grupo de trabajadores, con escasa formación sindical, los que conseguimos cerrar la factoría y convocar una de las manifestaciones más importantes y definitorias de las últimas décadas.
7 años después, de una manera o de otra, nuestra presión ha conseguido que a los compañeros que han ido cayendo en el tajo se les homenajearan al menos cerrando las factorías. A principios del 25 un trabajador moría en la última planta del Jacket en la factoría de Dragados de Puerto Real. Nuevamente, ni la dirección ni el comité declararon el día de luto: No hizo falta: sus compañeros, sin siquiera reunirse, marcharon por la factoría y no trabajaron ese día en una de las mayores demostraciones de respeto hacia el compañero caído. Solo por cosas así merece la pena luchar.
Aquí podéis leer la entrevista que le hicieron a el secretario de UGT Andalucía.👇🏽
UGT defiende la trayectoria de las centrales sindicales frente a sindicatos "sin experiencia"