En abril de 2007 comienzan las negociaciones por un nuevo convenio en Michelín. Se han celebrado a la hora de escribir este artículo diez reuniones en las que empresa y Comité no han llegado a ningún acuerdo dada la intransigencia de la dirección de la empresa. Desde el primer momento ésta impuso su propia plataforma sobre la que negociar, calificando las propuestas del Comité Intercentros de irreales y desproporcionadas. Lo cierto es que la propuesta del Comité se puede calificar de modesta pero la dirección ya tenía sus propios planes: congelación salarial, mayor flexibilidad, más precariedad en los contratos y una duración del Convenio de cuatro años.
La estrategia de la empresa es dividir a los trabajadores. Reduce algo la jornada laboral a los del 3 por 8 (trabajo a tres turnos), que es la minoría de la plantilla, concentrando los ataques sobre todo en el sistema 5 por 8 (el llamado quinto equipo o trabajo continuado, no se para ni sábados ni domingos) donde quieren aumentar la jornada veinte horas más al año. Dicho sistema fue instalado en la sección de ruedas gigantes afectando inicialmente a 150 trabajadores con la excusa de un incremento de la demanda. Los trabajadores de Michelín Vitoria estuvieron dos largos años de lucha conscientes de que una vez que entrase en una sección dicho sistema se extendería a la mayor parte de la plantilla, como así ha sido. La lucha no fue capaz de frenar a la empresa pero ésta tuvo que hacer concesiones que ahora quiere eliminar.
El Comité ha decidido tomar ciertas medidas de presión. Ha convocado a los trabajadores a celebrar concentraciones a la puerta de la fábrica todos los jueves, empezando el 21 de junio y convocando huelga los días 29 de julio y 15 de agosto. Se trata de una huelga parcial ya que estos días son jornadas de flexibilidad para el sistema 5 por 8, en el que trabajan 1.600 de los 3.200 trabajadores con que cuenta la factoría de Vitoria. Se quedarían fuera de las movilizaciones el resto de trabajadores de la plantilla, hecho que podría provocar divisiones y tensiones en la misma. Es necesario que se celebre una asamblea general de trabajadores y se elabore una respuesta unitaria y más contundente contra la empresa implicando a toda la plantilla ya que aunque los ataques hoy se concentran en el 5 por 8, el empeoramiento de las condiciones laborales (altos ritmos de trabajo, precariedad, pérdida de poder adquisitivo, etc.) afecta a todos los trabajadores.
Tenemos que parar esta ofensiva de la patronal, que no es un caso aislado, como lo vemos también en Mercedes, Esmaltaciones San Ignacio, el sector del metal de Álava y Vizcaya -que lleva sin convenio desde 2003- y en un ámbito más amplio: el caso de Delphi en Cádiz, el metal de Vigo y muchos otros a escala estatal y europea.
La incorporación de nuevas tecnologías a la producción debe llevar a una mejora de las condiciones laborales, a la disminución de jornada laboral, mejoras salariales, empleos fijos y mayor seguridad e higiene en el trabajo. Que en lugar de progresar vayamos hacia atrás demuestra la crisis de todo el sistema capitalista a escala internacional y revalida la necesidad de luchar por el socialismo. Un ejemplo es Venezuela, donde se están nacionalizando los medios de producción, anteriormente privatizados en beneficio de unos pocos.

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