1 La situación de los trabajadores del campo dista mucho de la imagen que la patronal y la derecha han intentado dar para justificar su política de recortes. La supresión del subsidio agrícola fue el objetivo en las zonas rurales del último gobierno del PP. Para ello asistimos a una vergonzosa campaña de difamación que presentaba a los jornaleros de Andalucía y Extremadura  como una capa privilegiada de los trabajadores que vivían subsidiados por el estado durante todo el año sin dar golpe. Hay que decir que, lamentablemente, este discurso ha calado también en las direcciones de la socialdemocracia e incluso los sindicatos de clase.

2. Pero la realidad es bien distinta. El subsidio agrícola es un derecho ganado por la lucha obrera que responde a las condiciones de extrema eventualidad en que se desarrollan las faenas agrícolas en Andalucía y Extremadura, donde hay 500.00 trabajadores ligados al campo. Más del 90% de estos trabajadores son eventuales, es decir, trabajan por un jornal diario en las cada vez menos campañas agrícolas, sin un contrato que garantice una continuidad. Esto que resultaría escandaloso en cualquier otro sector productivo, es el pan de cada día para los jornaleros, que necesitan de estas ayudas para subsistir.

A esto añadiríamos unos convenios salariales bajos que además, en la práctica, no tienen nada que ver con la realidad. Grandes campañas de recolección como la naranja o la aceituna se realizan en gran parte a destajo, es decir, se paga un precio mínimo por caja recogida, completamente desvinculado al salario estipulado en convenio. Esto conlleva un empeoramiento de las condiciones laborales con jornadas extenuantes, especialmente para los sectores más desprotegidos, como las mujeres y los inmigrantes. Precisamente los inmigrantes, dada su precaria situación, se ven obligados a aceptar lo que les ofrezcan entrando en competencia con los trabajadores autóctonos. En los últimos años y al calor de estas prácticas se han desarrollado verdaderas mafias de esclavistas en el campo que mercadean con la mano de obra y se encargan de hacer el trabajo sucio a la patronal.

Por la equiparación en Derechos Sociales

3. Además de realizar las tareas agrícolas en estas lamentables condiciones, los trabajadores del campo tienen un Régimen Especial Agrario de la Seguridad Social (Reass) que supone una discriminación histórica en lo que se refiere a los derechos y prestaciones que reciben el resto de los trabajadores del Régimen General. Señalaremos los agravios más importantes. La pensión media de los trabajadores del campo es la mitad de las de la rama general. Son pensiones de miseria incluso para aquellos trabajadores que han quemado su vida en un cortijo durante más de 40 años. Y esto a pesar de tener, proporcionalmente, una de las cotizaciones a la Seguridad Social más altas, cotización que por cierto paga mensualmente el trabajador, y no la patronal. De igual manera, el Régimen Agrario no admite la jubilación anticipada. Es verdad que los mayores de 52 años, bajo ciertas condiciones, tienen derecho a un subsidio durante todo el año, un subsidio que se eleva a la "formidable" cifra de 14 euros diarios. Pero con estos ingresos la mayoría se ven forzados a seguir trabajando, ¡hombres y mujeres con más de 60 años tienen que seguir ganándose la vida en las duras faenas agrícolas!

Por último, respecto a las bajas por accidente laboral, los trabajadores del campo continúan dependiendo de la benevolencia y la caridad cristiana de la patronal. Para tener acceso a una prestación por incapacidad se necesita la firma del patrón que verifique que ese día estaba trabajando, y todo esto para recibir una prestación de 19 euros diarios.

4. Esta es sin duda una lucha más por los derechos de los trabajadores del campo. Es necesario poner fin a esta discriminación equiparando a los trabajadores agrarios en el mismo nivel de derechos sociales que el resto de los trabajadores. Al día de hoy son los trabajadores del campo los que soportan sus propias cotizaciones a la caja del estado. El  "régimen especial" de la patronal consiste en que, prácticamente, no pagan un duro por sus trabajadores a la Seguridad Social. Y este "argumento" es el que se esgrime cínicamente para mantener esta injusticia y seguir privando a los trabajadores del campo de unos derechos básicos.

Pues bien, el gobierno tiene que obligar a la patronal a que sufrague los costes sociales de sus trabajadores como cualquier otro empresario, una medida que sin duda contará con el apoyo entusiasta de los trabajadores y de las organizaciones obreras. Pero bajo ningún concepto podemos admitir que los derechos de los trabajadores del campo se supediten a que el gobierno sea capaz o no de enfrentarse a la reaccionaria patronal agrícola. La lucha por la extensión de los derechos sociales a los trabajadores del campo está en el orden del día y el programa de reivindicaciones no puede ser otro que el de plenos derechos a partir de Enero de 2008.

Movilización de la clase y unidad en la lucha

5. Esta es nuestra alternativa para que de una vez por todas y sin demoras se consigan estos derechos, una consigna que hasta ahora no han seguido los sindicatos mayoritarios, con resultados bastante previsibles.

Los acuerdos del 15 de Diciembre del 2005, entre el gobierno y las centrales UGT y CCOO, que no olvidemos sirvieron para desconvocar una movilización que reclamaba estos y otros derechos, contemplaban el "compromiso" de abordar estos temas y presentar "conclusiones" antes del 30 de Junio de 2006. Los marxistas de El Militante ya advertimos en aquel momento que estos acuerdos por arriba sin la presión y el concurso de la clase no iban a ninguna parte, como así se ha demostrado. La negociación sin lucha sólo consigue recortes o acuerdos mínimos. Nuestra posición entonces y ahora es que es necesario volver a la senda de la movilización.

Para el día 30 de Noviembre, CCOO y UGT han convocado una manifestación contra la discriminación y por la igualdad de derechos de los trabajadores agrarios. Los marxistas mostramos nuestro más absoluto apoyo tanto a la manifestación como a las reivindicaciones que se plantean. Pero al mismo tiempo planteamos que la mejor manera de fortalecer el movimiento y conseguir nuestros derechos es con la máxima unidad de la clase trabajadora y dando la mayor participación a los trabajadores a través de asambleas en tajos y poblaciones. Esto significa que las organizaciones UGT y CCOO del campo deben aunar al SAT-SOC en esta lucha y preparar conjuntamente una movilización de masas para el día 30. Esta es la forma correcta de orientar la lucha, poniendo por delante los intereses de los trabajadores a los intereses de los aparatos sindicales.

 

Por la igualdad de derechos de los trabajadores del campo

Por el mantenimiento y mejora del subsidio agrícola

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