"En esta ciudad la manufactura real experimentó una inquietud laboral durante mucho tiempo y frecuentes incidentes, que no equivalían todavía a un movimiento de la clase obrera, pero que demuestra que los trabajadores eran capaces de realizar acciones individuales y colectivas para conseguir mejoras salariales, mejores condiciones y procedimientos legítimos."

                                         J. Lynch. "La España del siglo XVIII"

Desde su creación en 1719, la Real Fábrica de Paños de Guadalajara fue escenario de frecuentes conflictos laborales en la que sus trabajadores dieron muestra de gran combatividad.

En los últimos años del siglo XVIII las demandas laborales confluyeron con agudas crisis de subsistencias y la aparición de propaganda  alusiva al destronamiento de la monarquía en el vecino país de Francia,  causando la alarma en la  corte borbónica que no dudó en enviar tropas a Guadalajara.

En el año 1789 la ciudad sufre las consecuencias de una mala cosecha que da lugar a la  escasez de pan y  su encarecimiento, lo que obliga a  disponer del grano guardado en los pósitos de la ciudad  y a comprar trigo con   dinero de la Real Fabrica. [1] Tres años antes, la misma situación había  obligado a las autoridades  a tomar  medidas de aprovisionamiento "porque siendo las dos terceras partes de la población,(los obreros de la fabrica)... los mas temibles por su indocilidad... por las consecuencias que podían resultar de su falta de alimento tan indispensable, como porque abandonarían sus labores y quedarían desiertos los despachos y oficinas de tejedores, cardadores, estambreros[2] y demás clases que compone la fabrica"[3] Esta situación  da lugar en el año mencionado a una agitación de los obreros de la fabrica, que colocaron  pasquines contra Miguel Vallejo, director de la misma,[4] que informa así a instancias mas altas sobre el momento que se vive en Guadalajara: "En el día se haya esta ciudad sumamente agitada con motivo de la escasez de pan y precio a que se ha fijado la venta, atendida la carestía de granos y que los ánimos están movidos según lo acredita el pasquín que esta noche se ha fijado contra mi" [5] Lo cierto es que además se había despedido a obreros en la empresa.[6] Parecidos sucesos se repetirían un año mas tarde.  Vallejo pide a Lerena, secretario de  Hacienda, que se les aumente el jornal a los trabajadores:"por no poderse mantener con lo poco que ganan, lo cual ciertamente carece de actualidad, con lo caro de los alimentos  de primera y segunda necesidad"[7]

En 1794 este malestar social provocaría un amotinamiento de mujeres, que en gran numero acudieron  a la casa del alcalde mayor, al que obligaron a vestirse y salir a la plaza  acusándole  de haberse ido a cazar dejando desabastecida la ciudad.  [8]                          

Unos días más tarde vuelven las protestas. Un grupo de vecinos, entre los que se hallan trabajadores de la fábrica, se enfrentan al alcalde al que reprochan la falta de pan, y  este les remite al director  de la fábrica de paños para que se lo proporcione.[9]

La situación fue adquiriendo características de motín. A las protestas en las calles por la escasez del alimento básico y su encarecimiento, siguió la declaración de  huelga por los trabajadores de la Fábrica; se asaltó a panaderos de Marchamalo  y fue ocupado el posito para impedir la venta de trigo a estos. En la plaza mayor de Guadalajara aparece un pasquín con este texto:

 "Caballero corregidor, pues eres juez privativo de este pueblo y también eres la justicia mayor, pon gobierno y hoy en día has de surtir la ciudad de pan, sea de Marchamalo o de donde fuera y hazlo si no quieres experimentar lo mismo que el rey de Francia el día pasado haz lo que se te previene o te has de acordar" [10]

Aunque los Borbones se habían visto obligados a llevar a cabo reformas ante el malestar creciente de amplios sectores sociales producto de  la crisis económica, de la falta de subsistencias, del alza de los precios subsiguiente  y el miedo a las noticias que llegaban de Francia , ello no impidió el estallido de nuevas revueltas como en Barcelona y Guadalajara  en las que aparecen en los manifiestos  alusiones  a la revolución en marcha allende los Pirineos.[11]

Cuando en 1797 los tejedores de sarguetas[12]  fueron a quejarse al director de la fabrica de Guadalajara por la mala calidad de las hilazas[13] que recibían, lo que no les permitía hacer un trabajo adecuado para ganar un salario suficiente, aquél no sólo no escuchó sus peticiones sino que además se les respondió con el envío de un batallón de la guardia.[14]  Durante cuatro días los tejedores "tomaron el partido de suspender sus labores y de estorbar que aquellos individuos pacíficos que querían proseguirlas, lo ejecutasen. Consta que se hicieron fuertes en la Fabrica, resistiendo a salir de ella: que entretanto, una porción de mujeres tumultuadas pedía la cabeza de un maestro: iba a apedrear su casa; y entre ellas se distinguen y nombran dos mujeres de sargueteros. Al otro día de este alboroto prosiguen en la resolución de no trabajar, ni dejar trabajar: se derraman por el pueblo, pidiendo y sacando limosna: en fin las demás fabricas que no tenían ni el mismo interés, ni las mismas pretensiones, dan señales de la misma insubordinación".[15] Aparentemente este hecho no tenia mayor trascendencia que el de una huelga como otras, pero la sorpresa fue mayúscula  cuando el 14 de enero, cuarto día de la huelga, entró en Guadalajara una fuerza militar compuesta por dos escuadrones de caballería y dos batallones de infantería al mando del teniente general Jorge Juan de Guillelmo,[16] ante el miedo de la posible participación de extranjeros en la revuelta. Eran los años de la revolución francesa  y la monarquía, buscaba ante todo,  impedir el contagio revolucionario. Cabarrús[17]  había encontrado una similitud de la huelga de Guadalajara con la revolución francesa al haber "empezado ésta en Paris por la insurrección de los operarios de una fabrica contra el fabricante que los mantenía".[18]En un informe posterior Cabarrús descartó la presencia de agitadores extranjeros y lo achacó al desarraigo de los trabajadores provenientes de otras provincias, que se traducía en una actitud rebelde. La huelga a la que hace referencia Cabarrús son los conflictos de Reveillon, los días 28 y 29 de abril de 1789, que precedieron con alguna antelación al asalto y toma de la Bastilla.[19] El problema se complicó con la falta de pan. El año 1797 es uno de los más castigados por las crisis de subsistencias como igualmente  lo serán los  años 1789, 1794, 1798,1803 y 1804. ,  que ocasionaron "una intensa subida de precios en la España Interior"[20]  Bajo el Antiguo Régimen, dado que los bajos rendimientos y los problemas de almacenamiento no permitían acumular excedentes de grano  las crisis de subsistencias originadas por la escasez de las cosechas ocasionaban  la especulación y el hambre. El alojamiento del ejército en Guadalajara  fomentaba los desordenes por la inactividad de la tropa la vez que agregaba mas bocas a alimentar precarizando aún mas la situación. En marzo los acusados fueron destinados a trabajos forzados.[21]     

Las ideas y el impacto de la revolución francesa  tuvieron su eco entre las capas populares del Estado Español , desbordando los cinturones de seguridad   que el temor de la monarquía  había interpuesto para impedir su difusión. Aunque aparentemente la sociedad del Antiguo Régimen en España  permanecía inamovible, bajo su superficie  comenzaban a producirse cambios que eran el tanteo para otros de mucha más trascendencia que se producirán en el futuro.     



[1] Villaverde Sastre, M ª. D. "La Real fabrica de paños y la ciudad de Guadalajara". WAD-AL-HAYARA, N. 8, 1981, Pág. 466.

[2] Estambreros: aquellos que fabricaban hilos con las hebras largas obtenidas del vellón de la lana. 

[3] Guadalajara, 27 de junio de 1786. Vallejo a Lerena. A. G. S. Secretaria de Hacienda, 775

[4] González Enciso, A. "Estado e industria en el siglo XVIII: la fábrica de Guadalajara" Fundación Universitaria Española. 1980. Pág.. 271.

[5] Citado por González Enciso, A. en  "Guadalajara, 1751, según las respuestas del Catastro de Ensenada". TABAPRESS. Madrid. 1991. Pág.: 24.

[6] Ibídem

[7] Guadalajara, 1 de junio de 1789 y 4 de febrero de 1790 , Vallejo a Lerena, A. G. S. , Secretaria de Hacienda, 779.1y780.1

[8] Leg. 2257, ext. 7. Consejos, A. H. N.

[9]    "       "   ,   " . ".       "       ,  ".  ".  ".

[10] Villaverde Sastre, M ª. D.  Op. Cit. Pag . 467

[11] Pérez Ledesma, M. "Sociedad y conflicto social" en Enciclopedia de Hª de España, dirigida por Manuel Artola. Alianza Editorial S. A. Madrid. 1988. Tomo I. Págs. 667-668.

[12] Sarguetas: tela de lana o estambre cuyo tejido forma unas líneas diagonales.

[13] Hilaza: hilo basto con que se teje cualquier tela.

[14] González Enciso, A., "Estado e Industria en el siglo XVIII: la fabrica de Guadalajara". Fundación Universitaria Española. 1980. Pág. 467

[15] Guadalajara, 16 de febrero de 1797. Informe del conde de Cabarrús al Príncipe de la Paz sobre lo ocurrido en la fabrica. A. H. N. Consejos, 3027, C.2, Exp. 152.

[16] Guadalajara, 14 de enero de 1797. Pedro Ceballos y Jorge Juan de Guillelmo y Andrada al Príncipe de la Paz. A. H. N. Consejos, 3027, C 2, Exp. 152.

[17] Francisco Cabarrús, conde  de Cabarrús,  (Bayona, 1752-Sevilla, 1810), financiero y político español de origen francés. Director del Banco de San Carlos. Consejero de Estado de Godoy. Defensor de la libertad de comercio. Encarcelado por sus ideas enciclopedistas. desterrado en 1800-1808. secretario de hacienda con José I

[18] Guadalajara, 16 de febrero de 1797. Informe del conde de Cabarrús al Príncipe de la Paz sobre lo ocurrido en la fabrica. A. H. N. Consejos, 3027, C 2, Exp. 152.

[19] Kropotkin. Piotr, "Historia de la Revolución Francesa"  , Vergara. Barcelona. 2005. Pág.: 60

[20] Anes, Gonzalo: "Las crisis agrarias en la España moderna", Madrid. Taurus. 1970. Pág. 432.

[21] González Enciso, A. Ops. cit. Pág.: 467.

banneringles

banneringles

banner

banner

banner

banneringles

banneringles

bannersindicalistas

bannersindicalistas