¡Abajo el Gobierno espurio y asesino de JOH!  ¡Por un Gobierno de los trabajadores y el pueblo!  

Año y medio después de la rebelión contra el fraude electoral organizado en diciembre de 2017 por el Gobierno corrupto de Juan Orlando Hernández (JOH), el pueblo hondureño ha vuelto a tomar masivamente las calles al grito de “Fuera JOH” y “la dictadura va a caer”. La respuesta del régimen ha sido recurrir una vez más a todo tipo maniobras y calumnias y a la represión.

JOH cuenta con el silencio cómplice de la burguesía internacional y sus medios de comunicación. Los Gobiernos de EEUU y la UE, mientras repiten su mantra sobre la falta de democracia en Venezuela y apoyan a la oposición golpista de este país, sostienen en la práctica al Gobierno hondureño, impuesto mediante el fraude y la represión y varios de cuyos miembros, incluido el propio presidente, están acusados de vínculos con el narcotráfico.

El detonante del impresionante movimiento de masas ha sido la aprobación por el Congreso el pasado 25 de abril, de medidas que en la práctica suponen la privatización y desmantelamiento de la sanidad y educación públicas.

Inmediatamente, decenas de miles de trabajadores y trabajadoras de la sanidad y la enseñanza, apoyados por los estudiantes, tomaron las calles respondiendo a la convocatoria de la Plataforma por la Defensa de la Salud y la Educación. Un aspecto muy importante a señalar es la participación destacada de las mujeres de la clase obrera: médicas y enfermeras, maestras… han impulsado en primera línea tanto las asambleas, como las manifestaciones o cortes de carreteras.

A medida que el Gobierno respondía con la represión y los trabajadores y trabajadoras en lucha se mantenían firmes, campesinos, trabajadores de otros muchos sectores y capas cada vez más indignadas de la clase media, se han ido sumando a la movilización. La lucha por la educación y sanidad públicas se ha convertido en el cauce que está expresando toda la rabia y malestar acumulados.

Una de las oligarquías más corruptas, el país más desigual

Según un Informe del Banco Mundial (BM), el 60% de la población hondureña vive en la pobreza: “En zonas rurales uno de cada 5 hondureños vive en pobreza extrema (menos de 1, 90 dólares al día)”. Aunque en 2017 el PIB creció un 4,8%, en 2018 lo hizo un 3,5% y la previsión para 2019 es 3,6%, gracias fundamentalmente a las remesas de los emigrantes, “Honduras enfrenta los niveles más altos de desigualdad económica de Latinoamérica. Otro de sus grandes desafíos es el alto nivel de crimen y violencia (…) teniendo una de las tasas más altas del mundo: 43,6 asesinatos por cada 100.000 habitantes en 2017”, explica el BM.

La corrupción, ha alcanzado niveles récord bajo los Gobiernos de JOH. Este proviene de los sectores de la clase dominante más vinculados a la especulación, el narcotráfico y todo tipo de negocios turbios. Su hermano, “Tony” Hernández, también diputado por el Partido Nacional, era detenido en diciembre de 2018 en Miami (EEUU) por la DEA “bajo los cargos de conspiración para importar cocaína, posesión y conspiración para poseer ametralladoras y artefactos destructivos”.

Pese a las denuncias sobre todo tipo de corruptelas, alrededor de JOH se han ido agrupando todos los sectores de la clase dominante: jefes del ejército y la policía, grandes empresarios, la cúpula de la Iglesia católica o los pastores de las iglesias evangélicas. Su único objetivo: mantener el poder a toda costa contra las movilizaciones obreras y populares, que han amenazado su dominio en varias ocasiones a lo largo de la última década, y saquear la riqueza del país, entregándola a precio de saldo a las multinacionales imperialistas. Esa es también la causa de que, tanto el Gobierno reaccionario de Trump como los de la UE, hayan hecho la vista gorda hasta el momento con sus crímenes y corrupción.

Más de una década de lucha contra el saqueo y la represión

Honduras ha vivido una situación de inestabilidad permanente a lo largo de la última década. Las masas se han movilizado una y otra vez intentando transformar sus condiciones de vida, mostrando una enorme voluntad de lucha y sacando conclusiones cada vez más avanzadas. La oligarquía -con el apoyo de la burguesía internacional- ha respondido con golpes de Estado, fraudes electorales y una brutal represión. 

Entre 2003 y 2008, los trabajadores de la salud, enseñanza, taxistas y otros sectores de la clase obrera protagonizaron movilizaciones muy combativas, organizados en la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular (CNRP).

Estas movilizaciones llevaron al entonces presidente, Mel Zelaya, elegido por uno de los partidos tradicionales de la oligarquía, el Partido Liberal, a hacer concesiones a algunos de esos sectores en lucha. La presión popular, junto al ejemplo del, en ese momento, avance de la revolución venezolana, fueron determinantes para que Zelaya se declararse seguidor de Hugo Chávez. Enfrentado a los sectores decisivos de la clase dominante, intentó aumentar su apoyo prometiendo transformaciones políticas y sociales y la convocatoria de una Asamblea Constituyente.

El intento de Zelaya de realizar cambios en el marco del capitalismo fue respondido con el golpe militar de 2009 y su expulsión del Gobierno y del país. Su derrocamiento fue contestado por una insurrección popular y abrió una crisis revolucionaria cuya onda expansiva llega hasta hoy.

Todos los Gobiernos oligárquicos posteriores han intentado aplastar la organización y movilización de los trabajadores y el pueblo. Pero la resistencia popular nunca ha podido ser derrotada.

La lucha por levantar una organización revolucionaria de los trabajadores

La CNRP se transformó en Frente Nacional Popular de Resistencia (FNPR), abriendo la posibilidad para el desarrollo de una organización independiente de la clase trabajadora que agrupase al conjunto de la población. Tras permitir la oligarquía el regreso de Zelaya, muchos activistas y militantes del FNPR se integraron al nuevo partido creado por él: Libertad y Refundación (LIBRE). Zelaya y otros dirigentes de LIBRE han denunciado los ataques del Partido Nacional y llamado a luchar contra JOH, incluso a la insurrección contra él. Esto les ha permitido mantener un apoyo entre sectores de las masas, pero su programa es reformar el capitalismo hondureño y no acabar con él.

A ello se une que no tiene como objetivo la organización y movilización independiente de las masas para transformar la sociedad sino que considera a estas un elemento auxiliar de su actividad parlamentaria. Por otra parte, muchos dirigentes de LIBRE proceden del Partido Liberal o han suscrito acuerdos puntuales con distintos sectores de la clase dominante que les han ido restando credibilidad entre capas importantes de los oprimidos.  Además, la burguesía hondureña utiliza los vínculos de Zelaya con el Gobierno venezolano y la crisis que vive Venezuela, para atacarle a él y a cualquier alternativa que se reclame de izquierdas.

Pese a todo, la impresionante movilización de masas durante el último mes ha vuelto a confirmar que existen las condiciones para acabar no sólo con la corrupción y crímenes de JOH sino con el dominio de la podrida oligarquía hondureña. El surgimiento de la Plataforma en Defensa de la Salud y la Educación como herramienta para unificar la lucha de todos los oprimidos y el desarrollo de asambleas y comités de acción que, desde las escuelas y hospitales, se están extendiendo a los barrios y a otros centros de trabajo representa un salto cualitativo en la situación. Refleja la voluntad de las masas de ir hasta el final y constituye la mejor oportunidad en la última década de reconstruir la CNPR y FNPR a un nivel superior y dotar a la clase obrera y el conjunto de los oprimidos del instrumento que necesitan para luchar por el poder. 

De la defensa de la educación y la sanidad a la lucha por el poder

El carácter mafioso y corrupto del Gobierno y Estado hondureños se refleja en el abandono absoluto de servicios básicos como educación y sanidad.  “La situación de la educación es crítica”, declaraba a Telesur, Ovenir Flores, vicepresidente del Colegio Profesional Superación Magisterial Hondureño. “El 75 por ciento de los centros educativos están destruidos. No hay pupitres en las aulas, no hay merienda escolar ni capacitación docente. Los salarios de los maestros llevan 10 años congelados”.

“El Gobierno sistemática y progresivamente ha ido haciendo un desmontaje del sistema de salud, precarizando la prestación de los servicios de salud de la población hondureña a través de muchas leyes que ha ido promulgando”, señalaba Suyapa Figueroa, presidenta del Colegio Médico de Honduras (CMH). Según estimaciones internacionales debería haber como mínimo 25 médicos por cada 10.000 habitantes, pero en Honduras sólo existen 16. La ausencia de personal médico (doctores, especialistas y enfermeras) complica la atención sanitaria a la mayoría de la población.

Para intentar derrotar la movilización, junto a la represión, la oligarquía ha utilizado a la corrupta burocracia sindical. Dirigentes de las centrales CGT y CTH y de varias federaciones de trabajadores de la salud y empleados públicos comprados por el Gobierno, escenificaron supuestas negociaciones con este para lavar la cara a sus decretos y presentarlos como producto del diálogo. Estas burdas maniobras sólo han echado más leña al fuego de la indignación social. Tras más de un mes de lucha, esta alcanzaba su punto álgido en las dos jornadas de paro nacional del 30 y 31 de mayo.

El paro nacional, las divisiones en la burguesía y el nuevo ataque de JOH

Las dos jornadas de paro fueron una impresionante demostración de fuerza que paralizó el país, dando un durísimo golpe al Gobierno. La oligarquía hondureña se quedó inicialmente paralizada e incluso mostró abiertamente sus divisiones. Sectores de esta y del imperialismo temen con razón, que JOH pueda caer como consecuencia de la insurrección revolucionaria de las masas y esto ponga en cuestión todo el sistema. Algunos están discutiendo como anticiparse y al menos un sector, cuyo peso es difícil de determinar en este momento, está valorando seriamente deshacerse de JOH.

Eso es lo que sugieren decisiones como la extensión por parte de la DEA de la investigación por narcotráfico que ha llevado a la cárcel a su hermano al propio presidente, la difusión de las investigaciones, también por narcotráfico, contra otros miembros destacados del Gobierno como el Ministro de Seguridad o las declaraciones de sectores de la Conferencia Episcopal criticando a JOH abiertamente por primera vez.  Por otra parte, los sectores de la clase dominante más vinculados al círculo del poder parecen decididos a aferrarse a este e incrementar la represión.

Tras el paro nacional del 30 y 31, los dirigentes de la Plataforma por la Salud y la Educación se negaron a acudir a las reuniones de supuesta negociación planteadas por el Gobierno mientras los decretos siguiesen en pie. Este se vio obligado a retirarlos, pero lo hizo como parte de una nueva maniobra: sustituirlos por dos nuevos decretos que, en la práctica, mantenían los puntos fundamentales. Para ello se apoyaron en dirigentes de organizaciones médicas y magisteriales consideradas más “moderadas”, intentando dividir la lucha. 

Reflejando la confianza en sus fuerzas, instinto y avance en la conciencia, las bases se opusieron masivamente a esta maniobra en las asambleas. Los dirigentes de la Plataforma se negaron a acudir a la negociación en las condiciones planteadas y pusieron nueve condiciones para sentarse a dialogar entre las que destacan: un mediador internacional, que las negociaciones sean retransmitidas por televisión, la liberación inmediata de todos los presos políticos y que todas las cuentas de las comisiones interventoras del Gobierno para salud y educación sean investigadas. Como era de esperar, el Ejecutivo ha rechazado estas condiciones.

JOH, mientras sigue llamando a un diálogo “sin condiciones”, prepara una nueva ofensiva. El primer objetivo de la oligarquía era evitar que el paro nacional del 30 y 31 exigiendo el fin de los ataques a la educación y sanidad se convirtiese en una huelga general indefinida hasta que caiga el Gobierno.

Esta es una demanda que crece entre las bases. De concretarse, significaría la apertura de una situación de lucha abierta por el poder que amenazaría los intereses del conjunto de la burguesía hondureña y supondría un ejemplo para los países vecinos.

Los dirigentes de la Plataforma cometieron el error de parar la movilización en la calle y no continuar el paro cuando la correlación de fuerzas es enormemente favorable.

Este impase en la movilización ha permitido a JOH recuperar parcialmente la iniciativa. El sábado 8 de Junio el Gobierno organizó una manifestación con militantes del Partido Nacional y funcionarios amenazados de despido si no asistían, traídos desde todos los rincones del país hasta la capital Tegucigalpa.

Como en otros procesos de revolución y contrarrevolución, la camarilla gobernante, apelaba a una supuesta “mayoría silenciosa” que le apoya.  Aunque la movilización estuvo muy por debajo de las movilizaciones de masas en su contra, JOH intenta utilizar esa demostración, junto al apoyo de la burocracia sindical, para pasar al ataque, presentando a los dirigentes de la Plataforma y los manifestantes en su contra como “radicales y agitadores” y justificar la represión contra ellos.

El 10 de Junio, coincidiendo con el fin del plazo dado a la “negociación”, el Gobierno anunció que sacará el ejército a la calle, para garantizar “los derechos fundamentales de los ciudadanos y amenazó que, quien atente contra “el pueblo”, se enfrentará a las fuerzas de seguridad del Estado” (https://criterio.hn/2019/06/10/hernandez-envia-a-sus-soldados-a-reprimir-al-pueblo/amp/ ). Este es el lenguaje inequívoco de la represión y la contrarrevolución.

Por un Gobierno de los trabajadores y el pueblo con un programa socialista

En este momento las perspectivas siguen totalmente abiertas. La correlación de fuerzas sigue siendo muy favorable al movimiento revolucionario de las masas. 

Las impresionantes manifestaciones durante todo el mes de mayo y especialmente el paro nacional del 30 y 31, han mostrado la enorme fuerza del movimiento y su disposición a ir hasta el final. Pero hace falta un plan concreto para vencer. En especial es urgente un plan y un programa que muestren a la base del ejército y la policía que los dirigentes de la Plataforma, como ya han mostrado sus bases, también están dispuestos a llegar al final y acabar con el poder de JOH y los oligarcas. Sólo así será posible ganar a los soldados, que provienen de familias obreras y campesinas, para la causa del pueblo y paralizar la maquinaria represiva del estado.

Los dirigentes de la Plataforma han llamado a un “diálogo alternativo e incluyente” el 18 de Junio

JOH o cualquier otro presidente salido de la oligarquía intentará dividir y engañar al pueblo con el objetivo de aplastar al movimiento de masas en cuanto puedan. Cualquier compromiso por parte de la clase dominante, incluso si los sectores que han empezado a criticar a JOH aceptasen la convocatoria de una Asamblea Constituyente, como han exigido Zelaya y los dirigentes de LIBRE, sólo tendría el objetivo de ganar tiempo y mantener el poder en manos de la oligarquía como sea.

Para conseguir la victoria, el movimiento necesita un programa claro y un plan de lucha contundente. La primera tarea para los activistas de la izquierda revolucionaria es plantear dentro de las asambleas y la Plataforma, la unificación de las reivindicaciones de todos los trabajadores y del resto de los oprimidos (trabajadores de la salud, educación, etc. estudiantes, campesinos, taxistas, transportistas, funcionarios, trabajadores del sector privado) y la convocatoria una huelga general indefinida para acabar con la represión y maniobras de JOH.

Para ello es imprescindible unificar todas las asambleas y comités que ya han surgido y extenderlos al resto de barrios y centros de trabajo públicos y privados en los que aún no existan. Cada asamblea debe designar delegados elegibles y revocables a nivel local, regional y nacional, constituyendo una verdadera Asamblea Obrera y Popular revolucionaria que elija un Gobierno de los trabajadores y el pueblo, para aplicar las medidas que estos exijan y destituir, detener y juzgar por sus crímenes a JOH y sus compinches.

Al mismo tiempo es imprescindible construir una organización revolucionaria que agrupe a los cuadros y activistas más avanzados y defienda en el seno de la Plataforma y las asambleas un programa socialista revolucionario, que plantee la expropiación de los bancos, la tierra y las principales empresas y su gestión directa por parte de los trabajadores. De esta forma se podrá planificar democráticamente la economía y satisfacer las necesidades acuciantes de la población, empezando por la sanidad y la educación y continuando con todo lo demás. Los recursos existen pero están en los bancos y las grandes empresas que controla la oligarquía. Sólo poniéndolos en manos de la clase obrera y el pueblo será posible hacer realidad todas las reivindicaciones y acabar con la pobreza y la desigualdad..

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