Este 14 de Junio se cumplen 97 años del nacimiento del Che Guevara. Cuando el capitalismo y el imperialismo despliegan toda su barbarie y horror en Gaza y Cisjordania con el holocausto del pueblo palestino; mientras la ultraderecha fascista pasa al ataque en todo el mundo pero vemos también el levantamiento imparable de centenares de miles de jóvenes y trabajadores plantándole cara en los mismísimos Estados Unidos, el legado revolucionario del Che sigue siendo una inspiración para la lucha de las y los oprimidos. La clase dominante ha intentado ocultar y distorsionar el ejemplo de lucha y muchas ideas del Che bajo una montaña de tergiversaciones y calumnias. Con este artículo queremos rendir homenaje a este revolucionario ejemplar y recuperar algunas de sus principales aportaciones a la lucha por un mundo socialista, libre de cualquier forma de explotación, opresión y violencia.
La forja de un revolucionario
Ernesto Guevara de la Serna nació el 14 de Junio de 1928 en la ciudad argentina de Rosario. Aunque su familia pertenecía a la clase media acomodada y no sufrió directamente la miseria y explotación que soportaba la inmensa mayoría de jóvenes y trabajadores de su generación, desde muy joven el Che destacó por su solidaridad, compromiso y amor a los oprimidos.
“Sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Esa es la cualidad más linda de un revolucionario”[1]. Estas emotivas palabras, dirigidas a sus hijos en la última carta que les escribió antes de caer en combate, resumen su pensamiento y su vida.
Al sentimiento de fraternidad y solidaridad, el Che unía una energía y sed de conocimientos inagotables y un inconformismo que le llevarían a una y otra vez a cuestionar las ideas y el orden establecido, especialmente cuando entraban en contradicción con la necesidad de una vida digna y plena para millones de personas.
Su empatía hacia el sufrimiento humano empujó al joven Ernesto a estudiar medicina, dedicando sus esfuerzos a la lucha contra la lepra, una enfermedad que en ese momento golpeaba diferentes países latinoamericanos, ensañándose con los sectores más pobres y condenando a sus víctimas a la estigmatización y la exclusión.
Esa labor le pondrá en estrecho contacto con la condiciones de opresión y miseria que sufren millones de personas en toda América Latina. Sobre un conjunto de 19 países latinoamericanos el 1,74% de propietarios concentra el 64,9% de la riqueza mientras el 72,6% de la población solo accede al 3,74%.
Esta desigualdad extrema alimenta el estallido de procesos revolucionarios en diferentes lugares del continente desde finales de la Segunda Guerra Mundial y especialmente durante los años 50 y 60 del siglo XX, empujando a muchos jóvenes estudiantes e intelectuales a tomar partido y unirse a la lucha revolucionaria. El Che será uno de ellos.

Un continente en pie de guerra
Un momento clave en esa evolución es el viaje que emprende el Che por diferentes países latinoamericanos en compañía de su amigo Alberto Granados, inmortalizado en su libro “Diarios de Motocicleta”. Este viaje le permite llegar a conclusiones como que “la división de América en naciones inestables e ilusorias es una absoluta ficción…. somos una raza mestiza con similitudes etnográficas extraordinarias, desde México hasta el Estrecho de Magallanes”[2].
Pero también comprender que la unidad latinoamericana y la utilización de las enormes riquezas que encierra el continente para erradicar enfermedades como la lepra y otras muchas, y mejorar las condiciones de vida, resulta utópica mientras prosiga el saqueo del continente por las multinacionales imperialistas y las oligarquías locales.
En Perú conoce la grandeza impresionante de Machu Pichu pero también la degradación y miseria en que malviven los pueblos originarios que lo construyeron, las minorías racializadas, los campesinos y trabajadores del petróleo o la minería mientras la racista oligarquía limeña disfruta de lujos insultantes. En Colombia le impacta la guerra declarada por la clase dominante contra las masas obreras y campesinas durante los años posteriores al estallido social del Bogotazo, en 1948. En Chile escribe: “Recorrimos la parte más baja del pueblo, hablamos con varios mendigos, nuestras narices inhalan la miseria"[3].
Y así en un país tras otro. El desarrollo capitalista ha fusionado los intereses de los capitalistas, banqueros y la aristocracia terrateniente, creando unos lazos económicos y políticos indisolubles de sometimiento y dependencia entre las oligarquías latinoamericanas y las potencias imperialistas, particularmente EEUU.
Cada intento de la juventud, la clase obrera y el campesinado pobre de transformar sus condiciones de vida y exigir derechos democráticos y sociales es aplastado mediante sangrientos golpes de estado y regímenes dictatoriales organizados desde Washington, con los oficiales del ejército y los Gobiernos capitalistas latinoamericanos actuando como títeres. El Che participará en primera línea en uno de esos procesos revolucionarios: el que sacude Guatemala en 1954.
Lecciones de Guatemala
Guatemala es un país rico en recursos naturales al que el saqueo de la multinacional estadounidense United Fruit, que controlaba más del 50% de la economía, ha convertido en líder en desigualdad y pobreza. El malestar con esta situación había empujado en 1944 a la formación de un Gobierno integrado por militares nacionalistas que toma algunas medidas progresistas como aumentar los impuestos a los ricos y la multinacional estadounidense y convocar elecciones libres concediendo el voto a las mujeres.
Uno de esos militares nacionalistas, Jacobo Árbenz, gana las elecciones en 1950 prometiendo una reforma agraria que combata el latifundio y reparta tierras a los campesinos más pobres y diferentes medidas intentando limitar el poder de la United Fruit. Cuando el Che llega a Guatemala, el imperialismo estadounidense, apoyado por la Iglesia Católica, los capitalistas, terratenientes y la mayoría de oficiales del ejército acaba de lanzar una feroz campaña de sabotaje y desestabilización contra Árbenz que culmina en una invasión organizada por la CIA y liderada por los militares más reaccionarios del ejército, encabezados por el General Castillo Armas.
El Che participa en primera línea en la resistencia contra Castillo: “Estos ataques, junto con las mentiras de la prensa internacional, han despertado a los indiferentes. Un clima combativo predomina aquí. Me he ofrecido como voluntario para los servicios de ayuda médica y me he registrado en la brigada juvenil para recibir instrucción militar e ir a la lucha en caso de que sea necesario"[4].
Castillo es derrotado por la acción directa de las masas, con los campesinos y trabajadores que apoyan al partido comunista local, el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) dirigiendo el movimiento. Informes desclasificados de la CIA de 2022 confirman lo que siempre fue un secreto a voces. El Gobierno estadounidense de Eisenhower, tras constatar que los comunistas guatemaltecos lideran las milicias obreras y populares que han derrotado a Castillo, tienen un apoyo masivo y están en condiciones de tomar el poder, pone en marcha un plan para invadir Guatemala
Pero los dirigentes del PGT renuncian a luchar por el poder planteando el programa estalinista de las dos etapas: primero consolidar una democracia burguesa, en un futuro indeterminado y lejano plantear el socialismo. Temiendo que la revolución desborde su programa nacionalista y reformista limitado y, pese al etapismo de sus líderes, las masas puedan llevar a los comunistas al poder y conocedor de los planes de invasión estadounidenses, Árbenz renuncia, transfiriendo el poder a otro militar que a su vez lo entrega a Castillo. El títere reaccionario de Washington que habían derrotado las masas llega a la presidencia por la colaboración de los dirigentes nacionalistas y liberales y la pasividad de los estalinistas desatando una represión sangrienta contra miles de activistas que son detenidos, exiliados o asesinados.
El Che, que por actitud y compromiso es ya un revolucionario de los pies a la cabeza, pero –como él mismo reconoce- aún en formación, comprende infinitamente mejor la situación que los dirigentes estalinistas. “En Guatemala era necesario luchar peor casi nadie luchó. La resistencia debió ser implementada pero casi nadie quiso hacerlo."[5]

Como miles de luchadores más, debe salir del país hacia el vecino México, donde entra en contacto con los revolucionarios cubanos del Movimiento 26 de Julio. En Fidel Castro, Camilo Cienfuegos, Haydee Santamaría, Armando Hart, etc., el Che encuentra los compañeros y compañeras de lucha que estaba buscando.
El Movimiento 26 de Julio y la revolución cubana
Cuba era otro ejemplo dramático de como la dominación imperialista ha convertido a un país rico y con una larga tradición de lucha por su independencia en un casino donde los ricos de EEUU hacían lo que querían. Pero también del papel de freno a la lucha antiimperialista y revolucionaria de las masas por parte de los dirigentes nacionalistas burgueses y pequeñoburgueses y la parálisis a la que llevaba el etapismo estalinista. Unos y otros habían permitido que se consolidase la dictadura del corrupto peón estadounidense Fulgencio Batista
Un dato que sorprenderá a muchos lectores es que los dirigentes estalinistas del PC cubano participaron con dos ministros en 1942 en el Gobierno burgués de Batista. Y once años después, cuando los crímenes de la dictadura provocan un odio masivo y Fidel organiza -el 26 de Julio de 1953- el Asalto al Cuartel de Moncada todavía le denuncian como un “aventurero” y un “pequeñoburgués”, expulsando a los militantes comunistas que le apoyan.
Este papel del estalinismo empuja a los sectores más radicalizados de los obreros, campesinos y jóvenes en Cuba y otros países a buscar caminos alternativos hacia la revolución. Uno de ellos es la lucha de guerrillas. Los combatientes del Movimiento 26 de Julio llegan a Cuba a bordo del barco Gramma y se establecen en las montañas de Sierra Maestra, donde pasan meses muy difíciles sometidos al asedio del ejército. Las masas ven con simpatía a los guerrilleros pero la lucha entre estos y el estado burgués se prolonga sin que ningún bando logre imponerse.
Pero la dictadura de Batista y el capitalismo cubano están en descomposición. El llamamiento de los guerrilleros a la huelga general provoca la entrada en escena de la clase obrera, que paraliza la represión estatal, obliga a huir a Batista y abre el camino a la entrada triunfal de los guerrilleros en La Habana.
Inicialmente el Movimiento 26 de Julio no tenía un programa socialista. El objetivo era derrocar al dictador, volver a la Constitución cubana de 1940 y construir una democracia burguesa con reformas democráticas y sociales amplias. Como explica el Che, sectores de la burguesía incluso entran el Gobierno pero su actitud es de sabotaje de cualquier medida revolucionaria, actuando como peones de Estados Unidos. Para cumplir su programa revolucionario Fidel y el Che enfrentan el sabotaje de la burguesía y el imperialismo yanqui nacionalizando las palancas fundamentales de la economía.
El Che y la revolución permanente
Aunque ninguno de los dirigentes cubanos es consciente de ello, las medidas que aplican, expropiando a los capitalistas e instaurando una economía nacionalizada y planificada, eran una confirmación brillante de la teoría de la revolución permanente de León Trotsky. Esta teoría explicaba que las burguesías de los países coloniales y ex coloniales precisamente por esa fusión de intereses con los imperialistas que antes comentábamos estaban incapacitadas para liderar una revolución democrática y antiimperialista. Esta solo podía ser dirigida por un partido revolucionario que uniese a la clase obrera y los campesinos pobres y como parte de revolución socialista.

Algunos defensores de la figura de Stalin citan declaraciones fuera de contexto del Che elogiándole. Para la generación del Che la heroica resistencia de la URSS contra el nazismo y la entrada del Ejército Rojo en Berlín eran una inspiración y un ejemplo a seguir. Durante los primeros años 50, cuando además el imperialismo estadounidense organiza la guerra fría contra la URSS, impulsando la guerra de Corea, la caza de brujas contra los comunistas en EEUU e intervenciones militares como la que vimos en Guatemala en otros muchos países latinoamericanos y de otros continentes, Stalin aparece aún como el defensor del socialismo para muchos luchadores.
La crítica del estalinismo de Trotsky, defendiendo las posiciones de Lenin, planteando la extensión mundial de la revolución, combatiendo los pactos con los capitalistas para frenar a las masas en diferentes países y defendiendo una revolución política que acabase con el dominio de la burocracia y volviese a poner a la clase obrera al frente del Estado en la URSS habían sido enterradas bajo montañas de cadáveres por la represión estalinista y eran desconocidas para la mayoría de la nueva generación revolucionaria.
Una de las cosas que más llama la atención de las posiciones políticas del Che es como, sobre la base de su experiencia, el desarrollo de la revolución cubana y el estudio de textos de Lenin, llega a conclusiones muy similares a la revolución permanente de Trotsky.
“En muchos países de América existen contradicciones objetivas entre las burguesías nacionales que luchan por desarrollarse y el imperialismo (…). No obstante estas contradicciones las burguesías nacionales no son capaces, por lo general, de mantener una actitud consecuente de lucha frente al imperialismo. Demuestra que temen más a la revolución popular, que a los sufrimientos bajo la opresión y el dominio despótico del imperialismo que aplasta a la nacionalidad, afrenta el sentimiento patriótico y coloniza la economía. La gran burguesía se enfrenta abiertamente a la revolución y no vacila en aliarse al imperialismo y al latifundismo para combatir al pueblo y cerrarle el camino a la revolución”[6].
Con Lenin, contra la burocracia estalinista
Estas posiciones representan un peligro para la burocracia estalinista que teme que una revolución socialista triunfante en Cuba que se extienda a otros países puede actuar como revulsivo para la clase obrera en la propia URSS y el Este de Europa, donde el rechazo al estalinismo ya ha provocado levantamientos obreros.
En todo el debate sobre la transición al socialismo y las políticas a aplicar en Cuba los choques entre el Che y los asesores y especialistas enviados por la burocracia estalinista son constantes.
Respecto a al instauración de una economía totalmente nacionalizada y planificada, los representantes de la URSS defienden una especie de antecedente de lo que posteriormente en revoluciones como la chilena (1970-73) y sobre todo la nicaragüense (1979-1990) se llamará economía mixta, que significa hacer concesiones a los capitalistas, ralentizar las nacionalizaciones y mantener sectores significativos de la economía bajo las leyes de mercado coexistiendo con sectores y empresas estatizados. Estas posiciones, que en Chile y Nicaragua contribuirán a desaprovechar la oportunidad de transformar la sociedad y asfaltarán el camino a la derrota en Cuba chocan con Fidel y , sobre todo, el Che, que como ministro de Industria, las combate.
“Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etcétera), se puede llegar a un callejón sin salida”[7]
El Che responde al intento de los economistas soviéticos de dar “cobertura revolucionaria” a sus posiciones apelando a la Nueva Política Económica (NEP) puesta en marcha por los bolcheviques en 1921 a causa del aislamiento total de la revolución y el colapso económico, recuperando los textos donde Lenin explica que la NEP era un retroceso temporal y totalmente excepcional al que se había visto obligada la Revolución rusa en una situación límite. Y recordando que Lenin había insistido en que ese retroceso debía mantenerse el menor tiempo posible pues su prolongación encerraba el peligro de burocratización y derrota de la revolución[8].
El Che defiende que Cuba no está obligada a hacer esas concesiones y que hacerlas minaría el apoyo a la revolución entre las masas abriendo el camino a la contrarrevolución. La economía cubana debe funcionar como “una gran empresa socialista”. Los distintos sectores y empresas deben estar sometidos a la planificación estatal central según principios basados en la cooperación y la solidaridad y no en la competencia capitalista y el mercado. Desoyendo las presiones de la URSS invita a participar en el Gran Debate sobre la transición al socialismo a economistas críticos con la burocracia estalinista como el maoísta Charles Bettelheim y uno de los dirigentes de la IV Internacional fundada por Trotsky, Ernest Mandel. También incorpora a varios trotskistas cubanos a su equipo al frente del Ministerio de Industria
En su defensa de la economía estatizada y planificada el Che pudo plantear alguna exageración polémica, incluso algún error teórico, pero más allá de diferencias sobre la vigencia de la ley capitalista del valor, el rol del dinero, etc, el debate expresaba el instinto y conciencia revolucionaria de los sectores más combativos y su dirigente más avanzado frente al intento burocrático de frenar la revolución.

La extensión de la revolución
El choque con la burocracia estalinista es aún más duro respecto a otro punto en el que el Che insiste cada vez más tras leer a Lenin: la necesidad de que la revolución no quede aislada en Cuba y se extienda internacionalmente.
En la Segunda Declaración de La Habana y otros documentos y discursos el Che critica el freno a la extensión de la revolución por parte de los dirigentes estalinistas. En una entrevista con el periodista uruguayo Eduardo Galeano explica: “La misión de los partidos comunistas es estar a la vanguardia de la revolución pero lamentablemente ocurre que, en casi toda Latinoamérica, están a la retaguardia”[9].
El error del Che no fue defender la instauración de una economía planificada en la isla y su extensión al resto del continente. En ambos aspectos la historia le ha dado la razón. Su error fue considerar a China y la URSS países socialistas dispuestos a facilitar ambas tareas. La URSS y China eran Estados obreros burocratizados que, como explicamos anteriormente, temían el desarrollo de una revolución socialista en Cuba, y más aún su extensión al resto de Latinoamérica. Muchas medidas que propone el Che serán saboteadas. En distintas declaraciones, el líder revolucionario se muestra cada vez más crítico.
“¿Cómo se puede hablar de recíproca utilidad cuando se venden al precio del mercado mundial las materias primas que cuestan sudor y sangre y padecimientos a los países atrasados y se compran a los precios del mercado mundial las máquinas (…). Los países socialistas tienen el deber moral de poner fin a su tácita complicidad con los países occidentales explotadores”, denuncia el Che en 1965 en el Segundo Seminario Económico Afroasiático celebrado en Argel.
La lucha revolucionaria de las masas en África, Asia y América, con la victoria de la revolución en Argelia, expulsando al imperialismo francés, y el desarrollo de procesos revolucionarios en diferentes países árabes y latinoamericanos, en Indonesia, el Congo, Vietnam le reafirman.
El debate sobre la lucha guerrillera
Frente a quienes deforman sus ideas planteando que defiende la lucha guerrillera como única forma de extender la revolución, el Che insiste correctamente a sus seguidores en la necesidad de que los revolucionarios adapten sus formas de lucha a la situación concreta de cada país.
“Los países que, aun sin poder hablar de una efectiva industrialización, han desarrollado su industrie media y ligera o, simplemente, han sufrido procesos de concentración de su población en grandes centros, encuentran más difícil preparar guerrillas. Además, la influencia ideológica de los centros poblados inhibe la lucha guerrillera y da vuelo a luchas de masas organizadas pacíficamente.(…)Aunque no esté excluida la posibilidad de que el cambio en cualquier país se inicie por vía electoral, las condiciones prevalecientes en ellos hacen muy remota esa posibilidad. (…) Los revolucionarios no pueden prever de antemano todas las variantes tácticas que pueden presentarse en el curso de la lucha por su programa liberador. La real capacidad de un revolucionario se mide por el saber encontrar tácticas revolucionarias adecuadas en cada cambio de la situación, en tener presente todas las tácticas y en explotarlas al máximo. Sería un error imperdonable desestimar el provecho que puede obtener el programa revolucionario de un proceso electoral dado; del mismo modo que sería imperdonable limitarse tan sólo a lo electoral y no ver los otros medios de lucha, incluso la lucha armada, para obtener el poder, que es el instrumento indispensable para aplicar y desarrollar el programa revolucionario, pues si no se alcanza el poder, todas las demás conquistas son inestables, insuficientes, incapaces de dar las soluciones que se necesitan, por más avanzadas que puedan parecer”[10].
El Che participará directamente en la lucha armada en el Congo y otros países africanos. La intervención de la pequeña Cuba hace más por el avance de la revolución en África que la URSS o China, enviando armas y combatientes, médicos, apoyo económico...
No obstante, a la hora de aplicar esos análisis concretos a la situación concreta en algunos países de África y América Latina, el Che acabará cometiendo el error de no considerar como eje central de la lucha el trabajo paciente entre las masas y ve más factible y con posibilidades de éxito el foco guerrillero. Uno de ellos será Bolivia, donde la clase obrera había protagonizado desde 1952 un poderoso proceso revolucionario.
De Cuba al foco guerrillero en Bolivia
En este giro del Che hacia considerar la lucha guerrillera en el campo el método principal de lucha en Bolivia y otros países pesan diferentes factores. La experiencia de la victoria del Movimiento 26 de Julio en Cuba en 1959 y del Vietcong en Vietnam es uno. “Crear uno, dos, tres, veinte Vietnams” proclama.

Pero otro factor decisivo es el aplastamiento de la propia revolución boliviana en 1963, tras diez años de proceso revolucionario en que los organismos de poder obrero (milicias armadas y consejos obreros y campesinos) habían sido desarticulados por los propios dirigentes nacionalistas y estalinistas y las distintas mayorías parlamentarias solo habían servido para desmoralizar a las masas, allanando el camino a los militares contrarrevolucionarios. Lo mismo acaba de ocurrir en Brasil y antes en Venezuela. La convocatoria de Asambleas Constituyentes, elaboración de nuevas constituciones y el parlamentarismo habían servido para sacar a las masas de la calle, desmovilizarlas y que la clase dominante recuperase la iniciativa.
No obstante, la adopción del foco guerrillero como táctica de lucha será un grave error que le costará la vida. La victoria en Cuba, como explicamos, no había sido resultado del enfrentamiento directo de los guerrilleros con el Estado separados de las masas sino de la huelga general de la clase obrera. El Vietcong vietnamita más que un ejército guerrillero era el pueblo en armas. Eso había contagiado a las propias tropas y población estadounidense, alimentando un levantamiento masivo contra la guerra que obligó a la clase dominante yanqui a ordenar la retirada por miedo a una explosión revolucionaria en los propios EEUU.
La lucha de guerrillas había acompañado a diferentes procesos revolucionarios. La posición de los marxistas era estimular y apoyar la insurrección campesina y la organización de milicias y organismos armados de los trabajadores y campesinos para organizar su autodefensa, enfrentar la represión del Estado y los fascistas y luchar por el poder. La clave era que esa lucha tuviese un carácter de masas y estuviese sometida en todo momento al control de las asambleas, comités de acción o consejos de trabajadores y campesinos (soviets) creados por las propias masas para organizar y extender su lucha. Tras la toma del poder, estos organismos son la base de la democracia obrera.
En palabras de Lenin “el partido del proletariado no puede nunca considerar la guerra de guerrillas como el único o incluso el principal método de lucha. Este método debe subordinarse a otros”. Una de las consecuencias de la lucha de guerrillas, concebida como método de lucha no subordinado a la lucha masiva del movimiento obrero es que, por muy heroicas que sean sus acciones militares, renuncia al combate dentro del movimiento obrero por arrancar a éste de la influencia de los dirigentes reformistas que lo siguen llevando a nuevas derrotas y puede acabar aislando a los guerrilleros, permitiendo al Estado concentrar su represión sobre ellos.
Es lo que ocurre en Bolivia. La lucha heroica del Che y sus compañeros y compañeras de armas no solo no será apoyada por la URSS y los dirigentes del PC local sino que es saboteada. La guerrilla guevarista queda abandonada a su suerte y sufre un infierno. El heroísmo de sus miembros permite resistir un tiempo, pero finalmente son aplastados. El Che es detenido, torturado brutalmente y asesinado el 9 de Octubre de 1967.
Pocos años después, entre 1970 y 1971, la clase obrera boliviana protagonizará un nuevo movimiento de masas, demostrando su potencial revolucionario. La ausencia de un partido de cuadros comunistas enraizado y forjado en las fábricas, los barrios y centros de estudio que le ofrezca una dirección será clave para esa derrota.
Hoy más que nunca, levantar un programa comunista y una izquierda revolucionaria
La victoria de la revolución cubana y la instauración de una economía planificada, como defendía el Che, representó una conquista enorme para el pueblo cubano. Elevó los niveles de vida de la población permitiendo conquistas en medicina, ciencia, educación, etc superiores a todos los países de la región, incluso a muchos países avanzados. Esto fue lo que permitió resistir al pueblo cubano durante décadas al bloqueo imperialista criminal y asesino del imperialismo estadounidense.

Sin embargo, tras décadas de aislamiento y presión del capitalismo circundante, muchas de estas conquistas se han ido perdiendo y erosionando. Y las que quedan están amenazadas porque la masas no participan en la dirección del Estado, el burocratismo en la toma de decisiones (que el propio Che poco antes de morir alertaba como uno de los peligros que amenazaba a la revolución) y por el desarrollo de diferencias económicas y desigualdades cada vez mayores como resultado de la introducción de medidas de mercado. Todo ello es utilizado por el imperialismo y los partidarios de la contrarrevolución capitalista para intentar retomar el control de Cuba.
Esta lucha está en pleno desarrollo y se decidirá en última instancia a nivel internacional. Los levantamientos revolucionarios de masas que hemos visto durante la última década en diferentes países latinoamericanos y de otros continentes (Chile, Bolivia, Perú, Colombia, Argelia, Sudán...) la lucha que vemos en estos mismos momentos extenderse imparable por EEUU contra el trumpismo y la ultraderecha global, el movimiento internacional de masas contra el genocidio sionista y en apoyo al pueblo palestino, la irrupción poderosa de la mujer trabajadora con las huelgas feministas y el desarrollo del feminismo anticapitalista y revolucionario, las movilizaciones masivas de la comunidad LGTBI, los pueblos originarios, las minorías racializadas en diferentes países muestran la fuerza que tenemos y el potencial que existe para la revolución socialista mundial por la que lucharon Marx, Engels, Lenin y Trotsky, Rosa Luxemburgo, el Che y otros muchos revolucionarios y revolucionarias.
Hay que unir y movilizar toda esta fuerza basándonos en el programa del comunismo revolucionario, planteando la expropiación de los capitalistas y la planificación democrática de la economía bajo un régimen de democracia obrera ¡Únete a Izquierda Revolucionaria Internacional para luchar por estas ideas!
Notas:
[1]Che a sus hijos: Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa
[2]“Diarios de Motocicleta” p.135
[3]ERNESTO GUEVARA IDEALISTA, REVOLUCIONARIO Y HUMANO
[4]Cuba rendirá homenaje al Che Guevara en su 86 natalicio
[5] A 97 años del nacimiento del Che en Rosario, nuestro pequeño recuerdo a un militante tan imprescindible
[6] Cuba, ¿excepción histórica o vanguardia en la lucha contra el colonialismo?
[7] El socialismo y el hombre en Cuba
[8] Sobre el debate en Cuba, las posiciones de los economistas enviados por la URSS y la respuesta de Che Guevara “El pensamiento económico del Che”, C. Tablada Pérez, Hermanos Vadell Editores, p. 71-87
[9]E. Galeano, Entrevistas y artículos, Ed. del Chanchito, 1988.
[10] Cuba, ¿excepción histórica o vanguardia en la lucha contra el colonialismo?