La clase obrera y la juventud han demostrado tener fuerza más que suficiente para lograrlo

El pasado 7 de septiembre Javier Milei sufrió una inapelable derrota en los comicios para legisladores provinciales de la región electoral de la provincia de Buenos Aires, donde reside el 40% de los votantes de toda Argentina.

Fuerza Patria, nombre de la agrupación con la que se presentaba el peronismo, se impuso con el 47,25% de los votos, 13 puntos por encima de la alianza formada por Libertad Avanza, el partido de Milei, y el PRO (Propuesta Republicana, organización que gobernó con Macri), que obtuvo el 33,72%.

Este revés ha sido un duro golpe electoral para el presidente argentino y un muy mal augurio para las próximas elecciones legislativas nacionales que se celebrarán el 26 de octubre en las que se renovará la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado.

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El pasado 7 de septiembre Javier Milei sufrió una inapelable derrota en los comicios para legisladores provinciales de la región electoral de la provincia de Buenos Aires, donde reside el 40% de los votantes de toda Argentina. 

La movilización de masas explica los reveses electorales y parlamentarios sufridos por Milei

La Libertad Avanza del presidente argentino, ya venía de un severo traspié electoral en las elecciones en la provincia de Corrientes, donde, con el 9,51% de los votos, quedó relegada al cuarto lugar.

Además Milei y su Gobierno han sufrido en las últimas semanas serias derrotas parlamentarias. Sin ir más lejos el miércoles 17 de septiembre la Cámara de Diputados rechazó el veto del presidente Javier Milei a una ley aprobada por el Congreso que ordena al Estado aumentar los fondos para las universidades públicas nacionales. A esto hay que sumar que ya el 4 de septiembre este mismo organismo anuló el veto presidencial a otra ley que declaraba la emergencia en discapacidad y asignaba más fondos al sector. Y el Senado rechazó una serie de decretos presidenciales cuyo objetivo era recortar el presupuesto estatal, aprobando el aumento de las partidas de educación y salud.

En ambos casos, mientras los diputados y diputadas debatían eliminar o no este veto presidencial miles de estudiantes, profesores, médicos, trabajadores y usuarios de estos servicios se manifestaban a las puertas del Parlamento contra Milei.

Estos golpes parlamentarios, electorales o las malas perspectivas a las que Libertad Avanza se enfrenta se explican por la movilización social que viene desarrollándose contra la política de recortes sociales del presidente argentino y que cada vez condicionan más decisivamente la vida política del país.

No hay que olvidar que Libertad Avanza cuenta solo con 38 escaños de un total de 257 que completan la composición de la Cámara de Diputados. A pesar de contar con esa clara minoría, “sus señorías” han dado el visto bueno a un buen número de recortes sociales y han avalado vetos presidenciales a leyes que planteaban incrementar el gasto en prestaciones y servicios esenciales. Por ejemplo en septiembre de 2024 La Cámara no levantó el veto a la ley que revalorizaba las pensiones, y en octubre de 2024, Milei ya vetó una ley de financiamiento universitario similar a la hoy avalada por los y las diputadas, y en esa ocasión este veto fue ratificado por la Cámara de Diputados. ¿Qué ha cambiado?

El Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) de la Universidad Di Tella, que evalúa a los Gobiernos en una escala del 0 al 5, se situó en agosto en 2,12 puntos para el Ejecutivo de Milei, lo que representa una caída del 13,6 % con respecto a los 2,45 puntos registrados en julio[1].

Milei llegó al poder en diciembre de 2023. Desde entonces se ha tenido que enfrentar a tres huelgas generales que han paralizado el país, la última en abril de este año. Además movilizaciones masivas de numerosos de sectores han recorrido toda Argentina; profesores, estudiantes, sanitarios, pensionistas, trabajadores del transporte, empleados del sector público…, marchas multitudinarias en las principales ciudades contra las medidas del Gobierno; esta ha sido la respuesta de las y los trabajadores, que la campaña de criminalización de las movilizaciones a través de los medios de comunicación, y la represión desatadas por el Ejecutivo, con la ministra de Seguridad Nacional, Patricia Bullrich al frente, no han podido frenar. La brutal campaña de propaganda, amenazas e intimidación mediante el ostentoso despliegue de los cuerpos represivos, lejos de amedrentar a las y los trabajadores ha tenido el efecto contrario; la determinación de las masas y las multitudinarias movilizaciones han superado todas las medidas de coacción que el Gobierno ha intentado imponer.

Para colmo Milei se ha visto salpicado por varios casos de corrupción. Al caso Libra (escándalo político-financiero en el que el presidente Javier Milei promovió la criptomoneda Libra, que se desplomó tras un auge millonario, 40.000 inversores perdieron 90 millones de dólares a manos de nueve individuos y derivó en denuncias de estafa), ahora se une las denuncias contra su hermana y secretaria presidencial, Marina Milei, a la que se vincula con una trama de sobornos dentro de la Agencia Nacional de Discapacidad.

En este contexto, entre sectores de la burguesía crece el temor a que si se mantiene la política impuesta por el presidente argentino de seguir con el enfrentamiento frontal con la clase obrera, esto pueda desembocar en un estallido social como el “Argentinazo”  de 2001.

El rechazo social hacia Milei y su “motosierra” está alcanzando un punto crítico y la burguesía argentina y “sus señorías” sienten en sus nucas el aliento de la clase obrera y los y las oprimidas, y su cada vez más intensa rabia.

La política del presidente argentino es un fracaso en todos los frentes

Las medidas aplicadas por Milei, han hundido todavía más las ya maltrechas condiciones de vida de las masas, amenazan con provocar una rebelión social y todo esto sin que se hayan solucionado, en estos casi dos años de gestión, ninguno de los problemas centrales de la economía argentina.

Milei, antaño “crítico furibundo” con el FMI, suscribió, el pasado mes de abril, un nuevo acuerdo con este organismo con el fin de garantizar los pagos a los acreedores extranjeros y al capital especulativo argentino. El préstamo, esta vez de 20.000 millones de dólares, se otorga, como es la norma, a cambio de que el Gobierno argentino profundice los recortes sociales, las privatizaciones y los ataques a la clase obrera.

Hoy, la deuda del país andino con el FMI equivale a 65.000 millones de dólares de capital más intereses, casi cuatro veces más que el segundo mayor prestatario, que es Ucrania, un país en medio de una guerra de años[2]. Este gran lastre histórico que sufre la economía argentina sigue incrementándose.

Además la economía está dando síntomas de agotamiento. En el segundo trimestre de 2025, el PIB de Argentina cayó un 0,1% en comparación con el trimestre anterior, algo que ha hecho saltar todas las alarmas entre los analistas.

Por otro lado Milei se vanagloria de que hoy la inflación está controlada y bajando. El crecimiento de la inflación en 2024 fue del 117,76%, mientras que la acumulada en 2025 hasta agosto es del 18,02% (33,56% en tasa interanual). Además de que sigue siendo una de las inflaciones más altas del mundo, la realidad es que si ha disminuido en el último año se debe principalmente al hundimiento del consumo, derivado de la reducción de salarios y jubilaciones[3].

Al mismo tiempo el control cambiario del peso argentino respecto al dólar que mantiene el Gobierno (en abril estableció un margen de fluctuación entre ambas monedas de un suelo de 1.000 pesos y un techo de 1.400 por dólar), amenaza con desbordarse por arriba, desencadenar una nueva espiral de devaluación del peso, lo que incrementaría la inflación, obligaría al Gobierno a utilizar sus reservas en dólares para mantener el valor del peso (de hecho el Banco Central de Argentina ha vendido un total de 1.110 millones de dólares en solo tres días, entre el miércoles 17 y el viernes 19[4]) y pondría nuevamente la perspectiva de la bancarrota bien visible en el horizonte.

Por otro lado la pobreza alcanzó un récord histórico en 2024, afectando a un 54,8% de la población. Y aunque las cifras oficiales hablan de un descenso en 2025, el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS), explica que esa disminución es puramente estadística; esos datos no implican que esas personas “salieron de la pobreza para siempre o que ya no están en riesgo…  Son personas a las que normalmente el ingreso apenas les alcanza, o directamente no les alcanza, según la coyuntura… sus condiciones de vida no cambiaron sustancialmente: siguen viviendo en el mismo lugar, con los mismos servicios y realizando los mismos trabajos”[5].

El economista especializado en hábitos de consumo Guillermo Oliveto aseguró en conversación con el diario Clarín el mes pasado que "para el 70% de los argentinos el (dinero para los gastos del) mes se termina el día 20 y vive en la cultura del no puedo; se dicen pobres intermitentes"[6].

Hay que intensificar la movilización para echar a Milei

Estos son los resultados reales del “milagro” argentino que tanto resaltan los muchos aduladores con los que cuenta Milei entre los analistas económicos, los medios de comunicación y los capitalistas de todo el planeta.

Miseria para la mayoría y bajada de impuestos, amnistías fiscales para los millonarios defraudadores y, en definitiva, grandes beneficios para los más ricos.

Pero Milei y los grandes capitalistas que lo apoyan han chocado con la respuesta masiva de una clase obrera que, desde el primer momento, ha plantado cara a las medidas aplicadas por el presidente argentino y sus ministros. Y lo ha hecho teniendo que vencer las continuas maniobras de la burocracia sindical y de todo el peronismo, por evitar la movilización y para desviar la lucha en la calle hacia el terreno electoral y parlamentario.

Tras la huelga general del 10 de abril de este año la CGT (que se vio obligada a convocarla presionada por la gran ola de movilizaciones de los meses previos) puso toda la carne en el asador para dar carpetazo a la lucha utilizando las elecciones al Congreso del próximo 26 de octubre como referencia, con el argumento de conseguir aumentar el número de congresistas peronistas y de esa manera reducir el apoyo parlamentario de Milei. Esto ha dado cierto oxígeno al Gobierno pero no ha detenido la lucha de millones de trabajadores y trabajadoras contra la política de Milei. Ahora, nuevamente la avalancha de movilizaciones amenaza con romper el dique impuesto por las direcciones sindicales.

Los marxistas no despreciamos el terreno electoral. Entendemos que millones de jóvenes y trabajadores utilizarán las elecciones al Congreso para expresar su indignación y golpear a este Gobierno de extrema derecha, como ya han hecho en las elecciones provinciales de Buenos Aires utilizando al peronismo, considerándolo como el instrumento más útil para conseguirlo en ese momento, pero sin albergar ninguna confianza en que estos vayan a solucionar nada desde las instituciones. La experiencia de los Gobiernos de Alberto y Cristina Fernández sigue muy fresca en la memoria de las masas.

Lo único que puede echar a Milei y derrotar esos planes (y millones de trabajadores y trabajadoras son conscientes de ello) es mantener e intensificar la movilización en las calles. Al mismo tiempo, tanto la burguesía como el peronismo (totalmente comprometido con la gestión del enfermo capitalismo argentino) abogan desesperadamente por desactivar la lucha de masas.

En este contexto la izquierda combativa, agrupada en el Frente de Izquierda (FIT-U), con numerosos activistas y luchadores en sus filas que cuentan con una gran autoridad entre las masas, tiene una gran oportunidad y una gran responsabilidad, para, apoyándose en ese ambiente social explosivo, contrarrestar y hacer descarrilar los planes de la burguesía, el peronismo y la burocracia sindical.

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El Frente de Izquierda (FIT-U), tiene la oportunidad de centrar la agitación y la actividad política en  defender  la continuación de la lucha con una nueva huelga general, esta vez de 48 horas y a la vez plantear una salida revolucionaria. 

Es necesario centrar la agitación y la actividad política en  defender  la continuación de la lucha, en este momento popularizando la idea de una nueva huelga general, esta vez de 48 horas que involucre a más sectores de las masas. Junto a los trabajadores sindicados, también al 50% de la población que vive de la economía informal.

Al mismo tiempo hay que plantear una salida revolucionaria. Un programa que defienda de forma clara y decidida terminar con el capitalismo en Argentina. Para ello hay que nacionalizar las palancas básicas de la economía (los bancos y grandes empresas) bajo el control de la clase trabajadora. Y, junto a ello, impulsar desde ya la autoorganización de las masas en asambleas y comités de acción en cada barrio y cada centro de trabajo o estudio, para luchar contra la miseria y la carestía, dándoles una coordinación local, regional y nacional.

Esta es la única forma de seguir impulsando la movilización, impedir que sea frenada o descarrilada y tumbar al fascista de Milei y su Gobierno de extrema derecha.

 

Notas:

[1]Confianza en Gobierno de Milei cae 13,6% en un mes hasta su nivel más bajo, según encuesta

[2]La trampa de la deuda Argentina

[3]¿Milagro argentino? Milei logra la inflación más baja en cinco años, pero la economía enciende alarmas

[4] El Banco Central tuvo otra jornada de ventas y desembolsó USD 678 millones en el mercado para frenar la suba del dólar

[5]La pobreza afectó a 15 millones de argentinos en el primer trimestre: cuánto bajó realmente en la era de Javier Milei

[6]4 razones que explican la peor derrota electoral de Javier Milei en Argentina desde que es presidente
 

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