El 11 de mayo, conocido ahora como el viernes negro, Enrique Peña Nieto (EPN) sería estruendosamente abucheado y prácticamente expulsado de las instalaciones de Universidad Iberoamericana por cientos de jóvenes enardecidos pertenecientes a dicha casa de estudios; bajos los gritos de ¡Asesino…asesino…! y “!Atenco no se olvida…!” el candidato del PRI a la presidencia de la República tuvo que salir huyendo de la Ibero. El anterior hecho no sólo significó un severo revés para las aspiraciones electorales de EPN, ni tampoco sólo un cambio trascendente en el marco de la contienda electoral –ambos factores por sí mismo ya bastantes meritorios- sino que también ha significado un nuevo salto cualitativo en la lucha de clase en México.
El filosofo alemán Hegel explicaba que en ocasiones la necesidad se expresa a través del accidente; EPN, cargado de toda la arrogancia que lo caracteriza, pensó que en la Ibero, misma en la cual días antes la comunidad estudiantil volcó su apoyo abrumadoramente en favor de AMLO durante la vista éste a dicho campus, encontraría un estudiantado dócil, acrítico y a modo para su campaña. Sin embargo los cálculos del priismo fueron incorrectos y el repudio hacia EPN y lo que representa fue tanto que durante bastantes días el viernes negro fue el principal tema de atención para la sociedad mexicana en su conjunto. Ahora el viernes negro es un estigma que pesa y mucho, sobre la espalada de EPN.
El viernes negro a la postre se transformó en el catalizador que sacó sobre superficie toda la tensión acumulada y el odio hacia el Régimen y sus partidos tradicionales, el PRI y el PAN, por años entre un importante sector de la juventud, especialmente el estudiantado, incluidos los pertenecientes a las capas medias y todas sus tonalidades en el país. Ya antes un primer aviso importante sobre ese proceso, mismo que ya anuncia lo que está sucediendo ahora meses después, sería la reunión de AMLO del 9 de enero en la ciudad de Pachuca con más de 4 mil jóvenes que respondieron al llamado del Morenaje en su primer acto público de dicha organización juvenil. El Foro Nacional Jóvenes y Estudiantes con AMLO de enero pasado se traduciría en un fuerte estímulo para el desarrollo de cientos de comités del Morenaje en todo el país y en una participación más directa de un amplio sector de jóvenes organizados en torno a la izquierda con miras a la contienda electoral del 1 de julio.
Tras el viernes negro se han desarrollado actos de masas de la juventud como la del 19 de mayo (misma que pretendió ser capitalizada por los panistas sin éxito) anti EPN y la del día 21 en la Plaza de las Tres Culturas, en la que AMLO se reuniría miles de estudiante; también los actos de repudio contra la manipulación informativa del duopolio televisivo ha sido de gran relevancia. En todos esos actos EPN ha sido repudiado enérgicamente por varios miles de estudiantes de universidades privadas y públicas, mismos de entre los cuales una importante mayoría no ha dejado pasar todas esas oportunidades para demostrar su enfado contra el PAN y su candidata Josefina Vázquez Mota.
La hora llamada Primavera Mexicana en esencia es obra del severo impacto que ha significado la crisis capitalista y la política de ataques y recortes de casi tres décadas de gobiernos priístas y panista para millones de jóvenes mexicanos, tanto de entre las filas del proletariado como de entre las de las capas medias de la sociedad.
Para las capas medias de la sociedad todos esos años ha significado un marcado deterioro de los niveles de vida; a ese respecto los años recientes representan un ejemplo gráfico, pues tan sólo de 2007 a 2008 el número de mexicanos integrantes de ese sector social se redujo de los 33 millones a los 25 millones 725 mil. Estamos hablando de miles de familias que ha sido arruinadas por la crisis (se calcula que en los años recientes de cada 200 mil Pymes que se abren, el 60% quiebra antes de los dos años) y expropiadas por los banqueros ante la imposibilidad de seguir pagando leoninas deudas.
Por su parte, en cuanto a la juventud hija de trabajadores, el presente es aterrador y el futuro lo es más, las cifras hablan de ello: el 50% del desempleo en nuestro país recae entre jóvenes de 14 a 29 años de edad; además de entre los 480 mil migrantes anuales a los EEUU, 33 mil 600 tienen estudios de preparatoria o de universidad.
Amplias capas de la juventud obrera y de estudiantes junto con sus familias, tanto de la clase trabajadora como de las capas medias, han sido y están siendo sacrificadas en beneficio del capitalismo. Es por ello que el movimiento juvenil que en estos momentos está llamando enormemente la atención en México tendría que plantearse como su objetivo más importante luchar al lado de los trabajadores para expropiar a los capitalistas.
La lucha de estuantes de un número significativo de universidades públicas y privadas a lo largo de todo México organizada a raíz del surgimiento de Somos Más de 131, se ha fijado como principales objetivos impedir la llegada del PRI y de EPN al poder tras las elecciones del 1 de julio, así como evitar que la política informativa del duopolio Televisa-TV Azteca siga siendo una inagotable fuente de manipulación de masas en beneficio de los poderosos. Pero también se ha definido como apartidista pero no apolítica. Las tareas que se plantean el movimiento juvenil son muy relevantes pues de lograrse representarían un importantísimo paso al frente para la lucha de los explotados y oprimidos de este país, sin embargo por su carácter, para marchar con mayor firmeza en esa dirección se necesitan una serie de medidas prácticas que impidan que la fortaleza del movimiento termine diluyéndose ante la ausencia de un rumbo claro sobre el camino a seguir para logar las tareas. Una de esas medidas es la de señalar abiertamente que PAN y el PRI representan la misma política y que en vez de ser EPN el vencedor de las elecciones, resultar triunfadora la candidata panista, no habría ningún cambio respecto a la política que aplicaría el PRI y que por tanto, entre otras cosas, la política de Televisa-TV Azteca seguiría siendo la misma. Que por tanto el movimiento tendría que tener una postura abierta a favor al voto por AMLO, cuestión que además ya ha quedado más que de manifiesto con el apoyo en la Ibero, en el Tec de Monterrey, en la marcha APN, por no mencionar el acto de miles de estudiantes de todo el país en la Plaza de las Tres Culturas. Además, cuestión que será determinante para el futuro del movimiento juvenil y estudiantil, éste último tiene que apelar al movimiento obrero para marchar juntos. La mejor garantía de que el Movimiento juvenil y estudiantil triunfe es adoptando un programa de lucha que lo hermane con la clase trabajadora.