La lucha de millones de mujeres oprimidas marcó el panorama político en 2018, convirtiéndose en uno de los frentes más importantes de la lucha en muchos países. Han sido muchos los intentos de los y las capitalistas por hacer remitir este poderoso movimiento: desde la no aprobación del derecho al aborto en Argentina, o la larga lista de sentencias machistas y franquistas en el Estado español, hasta su estrategia de ocultar el contenido clasista y revolucionario de nuestra lucha para tratar de hacerla inofensiva para el sistema. Pero ninguno de sus intentos ha logrado su objetivo.

La enorme fuerza desplegada nuevamente en la gran huelga general feminista de este 8 de Marzo no deja lugar a dudas. Sabemos que los enemigos y enemigas de los derechos de las mujeres trabajadoras son los mismos que amenazan los derechos sociales, laborales y democráticos del conjunto de nuestra clase. El ­marcado carácter contra el bloque reaccionario de PP, Cs y Vox que ha adquirido este 8-M es un gran ejemplo de ello.

Y tampoco es ninguna casualidad que el famoso trifachito la haya tomado con especial saña con las mujeres. Es una reac­ción equivalente al tamaño de la amenaza con la que identifican este movimiento, que ha sido capaz de convocar una huelga general histórica y de señalar con claridad a los responsables de nuestra opresión: el sistema capitalista y sus representantes.

PP, Cs y Vox y su cruzada contra los derechos de la mujer

Todavía no han logrado siquiera llegar al Gobierno central, pero la triple entente del PP, Cs y Vox ya prepara su agenda para golpear y cortar el potencial de este movimiento antes de que sea tarde. Pablo Casado anunciaba recientemente su intención de cercenar el derecho al aborto, terminando con la actual ley de plazos —que permite el aborto libre hasta la semana 14— para volver a la ley de 1985 que sólo permitía practicar abortos en caso de violación, malformación fetal o peligro para la madre. Esto es sólo el principio. Ya ha habido intentos peores que no dudará en emular, como el que le costó a Gallardón su puesto como ministro de Justicia cuando pretendía eliminar el supuesto de malformación fetal.

Y es que en la carrera por diferenciarse de sus competidores, y ver quién es más reaccionario, Casado dice bien alto lo que siempre ha defendido en la intimidad, en una línea cada vez más derechista y rancia. En las últimas semanas hemos escuchado varias perlas. Primero salió con que “si queremos financiar las pensiones debemos pensar en cómo tener más niños, no en abortar”, para seguir diciendo que “el aborto nunca es un derecho sino un fracaso” y terminar con un derroche de generosidad por su parte hacia el conjunto de las mujeres, que parece somos incapaces de comprender lo que él y su partido ya saben: “es bueno que las embarazadas sepan lo que llevan dentro: una vida autónoma”.

Pablo Casado se ha soltado la melena, pero tal y como revela un reciente artículo de La Marea esta pasión machista ya latía en su corazón desde muy joven. Así lo muestra lo que escribía en su etapa universitaria en la revista del colegio mayor donde residía, sólo de chicos y además adinerados y bien relacionados. Dicho artículo pretende ser una sátira sobre los residentes del colegio, de los que dice hacen salidas “en manada” a la caza de “toda clase de hembras en período fértil”. “Así se ha convertido [se refiere a los lobos de la manada] en un feroz e infatigable cazador de carne fresca… entre sus presas más codiciadas se encuentran, como es obvio, las lobas. Aunque, si existe carestía de éstas, recurre de buen grado a otras especies animales como cerdas, zorras, gallinas o cualquier especie de ave que le ponga los huevos”. ¿No es esto apología de la cultura de la violación? No, no se trata de un pecado de juventud. En la entrevista del pasado 25 de febrero en TVE, hablaba con desparpajo de “los hombres que no se portan bien con las mujeres”, eufemismo insultante para no pronunciar la palabra “maltratador”.

Pero ningún integrante de este tripartito reaccionario quiere quedarse atrás. Cuando a Vox se le hinchaba la vena exi­giendo derogar la Ley contra la Violencia de Género en Andalucía, en realidad no estaba diciendo nada distinto a lo que los otros dos partidos “moderados” —PP y Ciudadanos— han defendido. Andrea Levy lo dejaba meridianamente claro, en el programa Al Rojo Vivo, cuando hablaba de “hombres indefensos” al ser preguntada por el problema de la violencia de género y sustituía la “violencia de género” por “violencia doméstica”.

¿Qué decía sobre esto Cs, cuyo líder se autoproclamaba hace un año portavoz del “feminismo transversal” y defiende la supuesta “libertad” de mujeres pobres a vender sus cuerpos para ser violadas o para parir para los ricos? Básicamente lo mismo: “Marta Rivera de Cs defendió que debe retirarse el agravante de género en las penas por violencia doméstica” (20minutos.es, 10/12/2015) o “Ciudadanos quiere reformar la Ley de Violencia de Género por su asimetría en el trato a hombres y mujeres” (Europa Press, 7/12/2015).

Nada les distingue más que el nivel de claridad en su lenguaje. Con esta rotundidad se expresaba el juez y candidato de Vox a la Junta de Andalucía, Francisco Serrano, en El Confidencial el pasado 12 de enero: “Las ayudas no acaban en las maltratadas sino en programas para el mapa del clítoris”. Sobran las palabras.

Pero no acaba aquí la cosa. Ahora, para remarcar aún más su carácter neofascista, han solicitado una lista con los nombres y apellidos de todas las personas que trabajan en las Unidades de Violencia de Género dependientes del Gobierno andaluz, o lo que es lo mismo: una lista negra para iniciar una auténtica caza de brujas contra los trabajadores de este ámbito y terminar con cualquier tipo de dotación a los organismos encargados de esta labor de protección y ayuda a las mujeres maltratadas.

Construir un muro de movilización y lucha contra el avance de la reacción

El ejemplo del 8-M es enormemente poderoso y marca cuál es el único camino para vencer la amenaza de la derecha y la extrema derecha.

La única manera de lograr nuestras demandas, nuestros derechos democráticos, el fin de los recortes y ataques a los servicios sociales, acabar con el franquismo y el machismo incrustado en las instituciones y en el aparato del Estado es con la organización y la movilización en las calles. No basta con ir a votar. Nuestros enemigos son los mismos, los capitalistas, y por eso tenemos que unir las fuerzas de todos los oprimidos y oprimidas, de mujeres, pensionistas, estudiantes, del pueblo de Catalunya, de todos los trabajadores y trabajadoras para golpear con fuerza al sistema capitalista e impulsar la lucha por la transformación socialista de la sociedad.

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