Hay que levantar una izquierda de combate

El anuncio de Íñigo Errejón de presentarse como candidato de Más Madrid —la plataforma electoral de Manuela Carmena— ha elevado la crisis de Podemos al nivel más alto desde su fundación. Esta nueva maniobra, con la que Errejón se sitúa abiertamente en el programa y la práctica de la socialdemocracia tradicional, es la consumación del intento prolongado por transformar Podemos en una formación asimilable por el sistema, rompiendo cualquier vínculo con el movimiento de masas que le permitió arrancar más de 5 millones de votantes.

Errejón y Pablo Iglesias

Errejón ha esgrimido el “toque de atención” de los malos resultados en Andalucía y el ascenso del bloque reaccionario al gobierno de la Junta para justificar su decisión. Pero la causa fundamental de la irrupción de Vox y el crecimiento de Cs sigue sin ser explicada. Y la razón es obvia: la continuidad del PSOE con la agenda de recortes y austeridad, sus constantes concesiones al nacionalismo españolista, y la deriva de la formación morada hasta convertirse en la pata izquierda del gobierno de Pedro Sánchez, han provocado un amplio desencanto entre amplios sectores de la clase obrera y la juventud, el crecimiento de la abstención y la desmovilización electoral de la izquierda.

Dando la espalda a las ideas que él mismo defendió en Vistalegre II, Iglesias tiene una gran responsabilidad en la crisis actual de Podemos. Embebido en el espejismo de ser investido vicepresidente del Gobierno, ha hecho todos los méritos posibles para alcanzar tal honor: renunciando a la movilización como garante de la paz social y campeón de la política institucional, allanó el terreno al chantaje de Errejón.

Durante casi cuatro años, Iglesias ha alabado los llamados “ayuntamientos del cambio” en Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza y otras ciudades y lo mismo ha hecho con el gobierno del PSOE en los últimos meses. Pero ¿qué cambio sustancial ha supuesto para la vida de millones de familias trabajadoras la política del PSOE en la Moncloa o la gestión de Manuela Carmena en Madrid? ¿Qué medidas de fondo han adoptado para combatir el desempleo, la precariedad, los recortes en sanidad y educación o el acceso a la vivienda pública? ¿Adónde han ido las promesas de Ahora Madrid y otras candidaturas del cambio a favor de la remunicipalización de los servicios públicos y la subrogación de las plantillas para garantizar todos los puestos de trabajo? ¿Qué se ha hecho respecto a la memoria histórica? ¿Y ante pelotazos urbanísticos como la Operación Chamartín en Madrid y otros similares en ciudades gobernadas por Podemos?

Iglesias y Carmena han estado muy unidos durante estos años. El primero aplaudiendo y elogiándola, la segunda jactándose de que al frente del ayuntamiento de Madrid había reducido sustancialmente la deuda dejada por el PP. ¿Pero de qué sirve pagar puntualmente los intereses de la deuda a la gran banca si las escuelas infantiles, los comedores sociales, las becas, la vivienda social para garantizar el derecho a un techo digno siguen brillando por su ausencia y los desahucios siguen siendo el pan de cada día? Es precisamente esta renuncia a enfrentarse a los poderes económicos y políticos del régimen del 78 con la lucha en la calle, lo que provoca tanta desilusión y abre el paso a la demagogia ultraderechista.

Unidad sí, para romper con las políticas de derecha

Frente al peligro de un vuelco electoral hacia la derecha la unidad de la izquierda es importante; pero una unidad basada en un programa que acabe con los recortes y la austeridad, que defienda los derechos sociales y democráticos —incluyendo el derecho a la autodeterminación de Catalunya y Euskal Herria— y luche por la república de los trabajadores. Una unidad de la izquierda que se apoye en la participación, la movilización y la organización de la clase obrera, la juventud y de todos los sectores golpeados por la crisis.

La “unidad de la izquierda” por la que aboga Errejón consiste en todo lo contrario: en acuerdos por arriba de los aparatos burocráticos para colocar a los más arribistas en las instituciones; en meter a la gente en sus casas y bloquear la lucha de clases en beneficio de los poderes fácticos; en el blanqueo del PSOE y la asunción de su programa político, que es la causa más importante de la crisis de la izquierda. ¿Y esto, que ya se ha probado y no sirve, va a frenar al bloque reaccionario del PP, Cs y VOX? Es una broma de mal gusto.

Frente a esta ofensiva cínica y sin escrúpulos, la respuesta de Pablo Iglesias ha sido pobre y desacertada. Cuando ha amagado con la idea de enfrentar a Errejón en la Comunidad de Madrid, se ha encontrado con un puñetazo en la cara tanto dentro como fuera de la formación, lo que le ha llevado a nuevos repliegues.

Por ejemplo, el coordinador federal de IU, Alberto Garzón, fue de los primeros en llamar a la “responsabilidad” y a que “haya una candidatura de izquierdas lo más amplia posible”. Incluso su organización en Madrid ya se mantenido varias reuniones con el equipo de Errejón manifestando públicamente la gran  “sintonía” que comparten.  Aunque algunos calificarán de “realismo político” esta manera de conducirse, en verdad se trata de la misma tendencia oportunista que ha empujado a Izquierda Unida y al PCE, muy a pesar de su militancia, a desaparecer como un factor político de peso en la lucha de clases.

Dentro de Podemos también ha cundido el pánico. La mayoría de las voces que se han alzado han presionado para llegar a un acuerdo con Errejón. En este sentido van la dimisión del secretario general de Podemos Madrid, Ramón Espinar, y la llamada “Declaración de Toledo”, firmada por 10 de los cabezas de lista autonómicos, en la que se afirma que “es la hora de cooperar y no de competir”.  ¿Cuál ha sido la respuesta de Iglesias?

En la reunión del Consejo Ciudadano de Podemos del 30 de enero, Iglesias, que no estuvo presente físicamente, envió una carta a la militancia que es una demostración pasmosa de incoherencia política. Citamos dos de sus párrafos más significativos: “(…) Nuestros adversarios quieren destruir el bloque de la moción de censura. Quieren impedir que ese bloque se convierta en un Gobierno de coalición entre Unidos Podemos y el Partido Socialista que sea un referente europeo de políticas de protección del Estado del bienestar (…) Me apena que del proyecto de Ahora Madrid de hace cuatro años quede tan poco y nunca entendí el papel que ha jugado el equipo de gobierno de Carmena en la Operación Camarín, pero creo que debemos ser responsables asumiendo que, hasta el día de hoy, la opción más viable para que la derecha no vuelva al Ayuntamiento es que Manuela Carmena repita como alcaldesa…”.

Este lenguaje y estas propuestas no son de alguien que quiere transformar la sociedad y que se apoya en el gran movimiento de masas levantado estos años contra la austeridad capitalista y las políticas de la derecha. Es un mensaje derrotista, oportunista y sin principios. ¿Cómo que nunca entendiste el papel que jugó el equipo de Carmena en el pelotazo especulativo de la operación Chamartín? ¡Por supuesto que lo has entendido! El problema es que no has hecho nada por denunciar esta capitulación del ayuntamiento ante los intereses del BBVA y de Florentino Pérez. Pablo Iglesias apela a su ignorancia para descargarse de responsabilidades, el mismo método funesto que utiliza para no enfrentar a Manuela Carmena e Iñigo Errejón presentando candidaturas de Unidos Podemos que propongan una política socialista y anticapitalista consecuente. Si Pablo Iglesias y sus seguidores no rompen decididamente con esta estrategia y dan un volantazo enérgico hacia la izquierda, el futuro de Podemos está en entredicho.

Construir Izquierda Revolucionaria

La experiencia política de estos años, igual que los acontecimientos internacionales, han arrojado valiosas lecciones. La capitulación de Tsipras y de Syriza a las imposiciones de la Troika, señalan que no basta con discursos y voluntad. Hay que basarse en la movilización más masiva y contundente y defender un programa socialista de nacionalizaciones de los sectores decisivos de la economía —la banca y las grandes empresas—, si se quiere gobernar en beneficio de la población oprimida y quebrar la resistencia de los capitalistas.

Podemos ni siquiera ha llegado al gobierno, pero su crisis ideológica la ha arrastrado antes de tocar las “mieles” del poder. Por supuesto que es un error renunciar a una posición electoral fuerte. Pero cualquier conquista institucional, en un ayuntamiento o en el parlamento, debe estar al servicio de una estrategia para transformar la sociedad en líneas socialistas y de una comprensión clara de la lucha de clases. Candidaturas de una izquierda blanda, que se mimeticen con la socialdemocracia en todos los asuntos de fondo, no son la solución.

La crisis de Podemos es la crisis de la izquierda reformista en un momento de aguda polarización social y decadencia general del sistema capitalista. Precisamente porque la amenaza es grande no hay tiempo que perder. Necesitamos construir una Izquierda Revolucionaria fuerte, capaz de organizar la resistencia y también la ofensiva contra la burguesía y su “desorden” social, y que combata a la reacción con los métodos de lucha de la clase obrera.

 

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