El 3 de octubre, en el barrio madrileño de Carabanchel, un grupo de  policías la emprendieron a golpes contra una familia de trabajadores y  jóvenes ecuatorianos que se disponían a entrar en casa. Su delito, ser  de origen latino. Ante la actitud arbitraria y vejatoria de la que  estaban siendo víctimas, la familia trató de calmar a los agentes  pidiéndoles que dejaran de pegar a una de las mujeres. La respuesta a  estas demandas fue la detención de todos los que allí se encontraban.
Fueron los gritos de auxilio de una de las agredidas, los que hicieron  que varios vecinos se acercaran para socorrerlas. Uno de estos vecinos  fue Tohil Delgado, secretario general del Sindicato de Estudiantes. Al  comenzar a grabar con el móvil lo que estaba sucediendo, con la  intención de que parasen los golpes contra la joven, otro policía lo  detuvo también a él. Sin duda, los rasgos latinos de nuestro compañero  fueron los que determinaron su detención. 
 Fue amenazado de muerte, golpeado e intimidado. Además, pudo ser testigo  de los insultos racistas que en los calabozos se proferían contra los  inmigrantes por varios policías. Los siete detenidos estuvieron 39 horas  retenidos en varias comisarías. Y tras declarar ante el juezfueron  puestos en libertad pero acusados de ¡¡agresión a la autoridad!! 
 Este episodio ha vuelto a sacar a la luz una práctica habitual de  sectores de la policía que, cumpliendo directrices de altos mando,  realizan redadas regulares y convierten las noches de muchos jóvenes,  sobre todo de origen inmigrante, en pesadillas.
 
 Por la retirada inmediata de los cargos. ¡Basta de criminalización de la juventud y los inmigrantes!
 
 Hemos puesto en marcha, además de poner todo en manos de nuestros  abogados, una campaña de denuncia pública de este atropello. En primer  lugar saliendo a la calle con miles y miles de panfletos y carteles que  están siendo repartidos por institutos, facultades y barrios obreros; en  ellos exigimos la inmediata retirada de los cargos y denunciamos la  situación de persecución y represión policial que sufren jóvenes y  trabajadores inmigrantes. A la vez, estamos distribuyendo una resolución  dirigida a delegación del gobierno, para que sea firmada por jóvenes,  trabajadores, organizaciones sindicales, de la comunidad educativa,  etc., exigiendo la expulsión inmediata de todos los agentes y mandos que  participaron o ampararon las actuaciones de brutalidad y racismo de las  que fueron víctimas los detenidos.
 La represión cada vez mayor hacia los inmigrantes es parte de una  campaña más amplia que persigue enfrentar a jóvenes y trabajadores  nativos e inmigrantes, haciendo uso del color de la piel, la  nacionalidad o las creencias religiosas para crear divisiones de las que  sólo se benefician los poderosos.
 
 Frente a la represión ¡Organización y lucha!
 
 La lucha contra el racismo es parte de la lucha por los derechos de los  trabajadores y la juventud obrera y tenemos que tomar parte.  Ecuatorianos, bolivianos, marroquíes, rumanos..., todos los jóvenes de  las diferentes nacionalidades que convivimos en nuestros barrios,  tenemos que organizarnos para acabar con esta situación. Debemos exigir  inversión en los barrios obreros, para dotarlos de las infraestructuras  que garanticen condiciones de vida dignas para todos. Hay que acabar con  la carencia de instalaciones deportivas, espacios verdes, centros de  salud. Exigimos centros de estudios públicos en buenas condiciones, con  las dotaciones materiales y humanas necesarias. Reivindicamos un puesto  de trabajo digno al acabar los estudios, o un subsidio de desempleo  indefinido hasta encontrarlo. 
 Estas son las necesidades que tenemos jóvenes y trabajadores. A quien sí  habría que aplicar todo el peso de la ley es a los grandes  multimillonarios que cierran empresas despidiendo a miles de  trabajadores sin despeinarse, los que pagan menos a las mujeres, jóvenes  e inmigrantes para acumular beneficios e intentan crear división entre  nosotros para perpetuar sus privilegios, los que especulan con la  vivienda, la sanidad y la educación. Es a ellos a quienes deberían  perseguir, juzgar y condenar. Pero obviamente, la justicia, que está al  servicio de los poderosos no lo va a hacer. Por eso debemos ser  nosotros, en base a nuestra organización y movilización, los que  denunciemos y paremos las continuas agresiones que sufrimos.






 
 





 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                
 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                
 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                
 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                 
  
                


