El pasado domingo 19 de octubre tuvo lugar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Bolivia entre los dos candidatos que presentaba la derecha: Jorge “Tuto” Quiroga y Rodrigo Paz. La victoria fue para Paz, del Partido Demócrata Cristiano, que obtuvo el 54% de los votos. La causa de esta victoria de la derecha, que marca el fin de 20 años de gobierno de la izquierda, radica  en  la política socialdemócrata, de concesiones continuas a la burguesía y a las multinacionales de los sucesivos Gobiernos del MAS (Movimiento al Socialismo), que le ha enajenado el apoyo de los trabajadores y el pueblo, preparando el camino para la catastrófica derrota electoral de la primera vuelta, donde su candidato no pasó del 3%.

De la revolución a la contrarrevolución democrática

El Gobierno del MAS fue consecuencia directa del levantamiento revolucionario de los años 2003-2005. Fruto de las políticas privatizadoras de diferentes Gobiernos de la derecha, incluido el de “Tuto” Quiroga (que ya gobernó en 2002) y particularmente el de Sánchez de Lozada, se  llegó a privatizar hasta el uso del agua de lluvia y  se entregaron  a las multinacionales norteamericanas los recursos naturales del país. Todo ello tuvo como resultado el empobrecimiento de las masas, que mostraron su hartazgo mediante una explosión social que tumbó al Ejecutivo de Lozada y sacudió los cimientos del régimen capitalista boliviano. 

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La causa de esta victoria de la derecha, que marca el fin de 20 años de gobierno de la izquierda, radica  en  la política socialdemócrata, de concesiones continuas a la burguesía y a las multinacionales de los sucesivos Gobiernos del MAS. 

La crisis revolucionaria fue de tal calado y el nivel de conciencia de los trabajadores tan alto que se formaron órganos de autoorganización de la clase obrera, como cabildos abiertos y otros órganos de poder obrero a lo largo y ancho del país. La acción de la movilización fue tan potente que el Parlamento, odiado por los trabajadores, tuvo que huir de la capital, la Paz, hacia  Santa Cruz para poder reunirse. Una  situación de doble poder se desarrolló a lo largo y ancho del país: los órganos de poder capitalistas: la policía, el ejército, la judicatura, el Parlamento, estuvieron suspendidos en el aire sin que pudieran hacer nada ante la movilización contundente de la clase obrera. 

Sin embargo la ausencia de una estrategia para tomar el poder por parte de la COB (Central Obrera Boliviana), que agrupaba a los sectores más organizados de la clase obrera, y crear un auténtico Estado socialista, extendiendo y unificando los órganos de poder obrero, organizando el nuevo poder entorno a ellos, dio margen a la clase dominante para ganar tiempo y convocar elecciones, tratando de desviar el movimiento de masas hacia el terreno electoral. 

Ante la ausencia de una salida revolucionaria por parte de una organización o partido que desarrollase y consolidase el poder obrero, y ante la tesitura electoral, las masas se orientaron a votar al MAS de Evo Morales. Así, su victoria fue al mismo tiempo fruto del levantamiento revolucionario y de las limitaciones políticas del mismo: la falta de un partido revolucionario. La burguesía, y el aparato del Estado, paralizado, incapaz de reprimir, sin control del país, desprestigiados, antes de  perderlo todo tuvieron que aceptar obligados por las circunstancias  un Gobierno de la izquierda sometido a la presión de  las masas.

Balance de 20 años de políticas reformistas

El Gobierno de Rodrigo Paz ha declarado que entre sus planes está abrir Bolivia al capital extranjero, particularmente al norteamericano, y desnacionalizar los hidrocarburos. La nacionalización de los mismos y de la extracción del gas en 2006 por el Gobierno de Evo Morales fue consecuencia directa del levantamiento revolucionario. Sin embargo se realizó otorgando a las multinacionales de diferentes países (Petrobras, Total Energies y Repsol entre otras) la extracción del mismo, sin un control del proceso por parte de la clase trabajadora. Esto ha tenido efectos nefastos que guardan mucha relación con la crisis que sufre actualmente el país. 

Sobre la base de los ingresos de la extracción de gas pudieron acometer reformas sociales que ayudaron a consolidar al Ejecutivo, aunque todo ello manteniendo el Estado capitalista y el poder burgués. Esta política reformista  ha conducido a la situación actual en que la nacionalización del gas hecha a medida del capital extranjero, el cual no ve más allá del beneficio a corto plazo, ha terminado provocando la caída de la inversión y el mantenimiento y la explotación de nuevos yacimientos.

Esto unido a la ausencia de ningún plan serio para diversificar la producción desde el Estado y desarrollar fuentes de ingresos y trabajo alternativas ha tenido consecuencias catastróficas para la economía. Entre 2006 y 2019, se invirtió el 70% en explotación y el 30% en mantenimiento y desarrollo de nuevas inversiones. El resultado ha sido una caída dramática de la producción. En 2014 el país recibió por exportación de gas 6011 millones de dólares, en 2024 sólo 2050 millones de dólares. 

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El levantamiento revolucionario de los años 2003-2005 fue una explosión social que tumbó al Ejecutivo de Lozada y sacudió los cimientos del régimen capitalista boliviano. La clase obrera pudo tomar el poder. 

Bolivia atraviesa desde hace dos años una crisis económica marcada por la escasez de dólares y el surgimiento de un mercado paralelo de divisas que ha provocado un alza en el precio de la canasta familiar. El último dato de la inflación interanual supera las cifras de los últimos 30 años, según el Instituto Nacional Estadística (INE). Y la proyección inflacionaria del Gobierno para este año fue rebasada en los primeros cinco meses. Esto se refleja en el aumento de la miseria y el hambre entre las masas. En octubre del año pasado cerca de 2,2 millones de personas (el 19 % de la población) se encontraba en situación de inseguridad alimentaria aguda, según Naciones Unidas.

Mientras Bolivia, entre 2012 y 2014, era el país latinoamericano con las mayores reservas internacionales en relación al PIB, en la actualidad por la caída del ingreso de la producción gasífera, se ve abocado a una crisis profunda, que ha tenido su reflejo en estas elecciones.

Durante estos años la oligarquía y el imperialismo norteamericano han intentado una y otra vez sacar al MAS del Gobierno para sustituirlo por una fuerza más afín a sus intereses saqueadores. Una y otra vez el movimiento de masas, siguiendo la inercia revolucionaria de los años 2003-2005, lo impidió.

Dos intentos golpistas resonaron con fuerza: el primero, en 2019, acabó con la salida de Evo Morales del país y fue contestado por un levantamiento de masas[1]. La insurrección popular fue descarrilada por la huida de Morales y el llamamiento de los dirigentes del MAS y la COB a abandonar las calles. Sin embargo, el rechazo masivo al Gobierno golpista de Jeanine Áñez continuó, obligando a Áñez a convocar elecciones. En estas las masas dieron un triunfo arrollador al candidato del MAS, Luis Arce, en ese momento apoyado por Evo Morales[2]

Otra tentativa golpista se produjo el 26 de junio del año pasado. El comandante en jefe del Ejército, Juan José Zúñiga, que hizo su carrera como responsable de los servicios de inteligencia y fue colocado al frente de la cúpula militar por el propio MAS  en 2022 y ratificado por el propio Arce, intentó derrocarle[3]. El golpe fue abortado por temor a la respuesta de las masas. Sectores decisivos de la clase dominante vieron en las elecciones de 2025 una oportunidad mejor para que los candidatos de EEUU pudieran llegar al poder y apostó por esa vía. 

 Paz, EEUU y la lucha interimperialista por el litio boliviano

Siguiendo los dictados de Washington, Rodrigo Paz ya ha señalado que echará por tierra todo el proceso de nacionalizaciones que llevó a cabo el MAS,  abriendo la propiedad a las empresas de capital norteamericano. Aunque demagógicamente, durante la campaña electoral, defendió mantener las reformas sociales y habló de beneficiar a los cooperativistas y pequeños propietarios frente a las grandes empresas (lo que le dio ventaja sobre “Tuto” Quiroga), su Gobierno será de ataques a la clase trabajadora y aplicación de la agenda de la oligarquía y el imperialismo. 

Utilizando la coartada de la crisis económica, la inflación y la escasez de dólares y combustible y otros insumos, tratará de alcanzar un nuevo acuerdo con el FMI, con un programa de choque fiscal y venta de empresas al capital norteamericano. Su lema de campaña  “Capitalismo para todos” no fue  más que un engaño para colar sus planes de ajuste fiscal y llenar los bolsillos a los de siempre.

Como era de esperar, la victoria de Paz ha sido vista con satisfacción desde EEUU. Marco Rubio, secretario de Estado de la Administración Trump, señaló en un comunicado que su victoria “marca una oportunidad transformadora para ambas naciones” y que Estados Unidos está dispuesto a “aliarse” con Bolivia.

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La victoria de Paz es un nuevo capítulo que estará marcado por ataques a los trabajadores y el intento del imperialismo yanqui de controlar los recursos naturales de Bolivia. El futuro traerá una lucha feroz entre revolución y contrarrevolución. 

Bolivia -junto a Argentina- lidera el ranking mundial de recursos de litio, con 23 millones de toneladas cada uno, según los últimos datos del Servicio Geológico de Estados Unidos. Dicho de otro modo, el territorio boliviano posee un cuarto de todo el litio conocido hasta ahora en el planeta, aunque las mayores reservas certificadas con potencial comercial las tiene Chile.

El Gobierno del MAS presidido por Arce firmó este mismo año un acuerdo con China y Rusia para  explotar este valioso mineral por el que se construirán tres plantas con una inversión de 1400 millones de dólares. El objetivo es que cada una de las tres plantas produzca 25.000 toneladas anuales de carbonato de litio con calidad de batería, aspirando a convertirse  en la principal proveedora de esta sustancia de Sudamérica, superando a Chile, que produce 40.000 toneladas y  a Argentina, que exporta 6.000 toneladas anuales.

El Gobierno boliviano empezó con la perforación de 178 pozos de agua en zonas cercanas al salar de Uyuni (hasta 2024 el depósito más grande de litio conocido del mundo), con capital ruso y chino para que funcione la planta piloto de producción de carbonato de litio en la comunidad de Lippi. Sin embargo, las reticencias de las comunidades indígenas por  los efectos medioambientales de la extracción del mineral y la contaminación de las aguas han paralizado el proyecto. En agosto de 2025 una jueza suspendió los contratos con China y Rusia para la extracción del litio. Probablemente la Administración de EE.UU presionará para que las empresas norteamericanas si puedan explotar estos recursos.

La victoria de Paz no es un punto final, sino un nuevo capítulo que va a venir marcado por ataques a los trabajadores y el intento del imperialismo norteamericano de poner la mano encima a los recursos naturales de Bolivia, particularmente al litio. Es por ello que el futuro depara no una estabilización del país sino una lucha feroz entre revolución y contrarrevolución. Las masas retomarán  la lucha de los años 2003-2005 sumada a toda la experiencia acumulada estos años de Gobiernos masistas.

La lección es clara: no hay salida para las masas de la clase trabajadora bajo el capitalismo. La tarea es construir un partido revolucionario en Bolivia que organice la lucha revolucionaria contra la oligarquía y el imperialismo y la lleve esta vez a la victoria.

 

Notas:

[1] Revolución y contrarrevolución en Bolivia. Los dirigentes del MAS pactan con el gobierno golpista y sabotean la insurrección de las masas

[2] Victoria aplastante del MAS en BoliviaVictoria aplastante del MAS en Bolivia

[3] Bolivia. El golpe militar fracasa, pero la amenaza de la oligarquía y el imperialismo persiste

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